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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

El golpe al sueño americano de Andrea Arnold

Andrea Arnold ya se llevó el gran premio del jurado en la 62 edición de Cannes con Fish Tank, el fascinante retrato de una adolescente que crece con su madre desempleada y descerebrada en un barrio desahuciado. Siete años más tarde compite por la Palma de Oro de Cannes con American Honey, otro retrato de una juventud perdida protagonizado por Shia LaBeouf y un grupo de jóvenes actores que incluye a Arielle Holmes, la musa yonqui del cine indie.

La película ha sido amada y odiada a partes iguales. Cuenta con un estilo muy naturalista la vida de un equipo de jóvenes que se dedican a viajar por Estados Unidos vendiendo abonos para revistas. “Trabajan duro para poder encontrar una pequeña parte del sueño americano para ellos”, contaba Arnold. Los chicos llevan una vida errática, consumen drogas y alcohol y viven perdidos en el sueño americano.

Según Arnold, a los chicos les falta profundidad para entender por qué se dedican a recorrer el país sin ambición alguna ni esperanza de mejorar su situación. No una sino dos veces suena el himo de Rihanna y Calvin Harris We Found Love. Podría ser significativo. 

Uno de ellos es Jake, al que interpreta Shia LaBeouf. Es un papel muy diferente a lo que ha hecho hasta ahora, pero no le parece un reto. “Jake soy yo y McEnroe también”, dijo en referencia a su próximo trabajo interpretando al mítico tenista John McEnroe. Sobre American Honey, aseguró que empatiza con las personas que aparecen en la película, y que conoció a este tipo de gente para poder preparar su papel y entender su jerarquía y sus normas internas.

La pobreza abosulta de los EEUU

Junto a LaBeouf, actores jóvenes con poca experiencia en el escenario pero sí un pasado de vida nómada que retrata la película. Destaca especialmente Sasha Lane en el papel de Star, un personaje “inocente que se lanza a la aventura tratando de encontrarse a sí misma”. Lane explicó que cada día del rodaje hacían lo que sentían y trabajaban con mucha libertad. Esto le gustó mucho porque “soy alguien que floto, solo me interesa lo que siento, siento vibraciones y energía”, explicó.

Por suparte, la realizadora buscó mucho tiempo hasta que dio con un grupo de gente que viajaba por todo Estados Unidos vendiendo revistas o cualquier otra cosa y lo siguió lo suficiente para entender que es “una especie de subcultura”. “Los equipos de vendedores pasan mucho tiempo en los autobuses mientras el paisaje cambia, un paisaje que influye en el carácter de estas personas”. El equipo viajó por todo el Medio Oeste, desde Oklahoma a Dakota del Norte.

En ese recorrido y en recientes viajes a Estados Unidos, la directora ha descubierto aspectos de la realidad americana que no conocía, como la absoluta pobreza porque allí quien no tiene dinero no puede ir ni al médico, lo que lleva a mucha gente a caer en las drogas. Una historia que, como es habitual en su cine, está inspirada en la realidad porque “la vida real de las personas es realmente inspiradora”.