Cultura no compra obra de Sorolla al Museo de Bellas Artes de Valencia desde hace casi 40 años

Peio H. Riaño

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El 10 de agosto de 1923, a las seis de la tarde, el doctor certificó la muerte de Joaquín Sorolla, que pasaba los calores madrileños en su casa de Cercedilla, Villa Coliti. Al cumplirse en 2023 el siglo de su fallecimiento, se rendirá homenaje al pintor de la luz mediterránea. El Ministerio de Cultura se anticipó y en 2022 tomó la decisión de hacer un gasto extraordinario para adquirir seis cuadros que depositarían en el Museo Sorolla, en Madrid: casi 500.000 euros en seis pinturas de la etapa más joven de Sorolla. La acuarela Tocando la guitarra (1887) costó 73.000 euros; el óleo Niña (1882), 18.267 euros; Niña cantora (1883), 48.803 euros; En la posada (1883), 50.000 euros; El oferente (1883), 142.000 euros; y La esclava y la paloma. Desnudo (1883) fue la pintura por la que más se pagó, 160.000 euros. En 2021, Cultura adquirió para este museo un dibujo y una pintura, por 83.000 euros. En 2020 compró una pintura, Caballero con banda, por 80.000 euros. Y en 2019, ninguna.

Este ritmo de inversión en el museo madrileño contrasta con el compromiso que Cultura ha mostrado con el Museo de Bellas Artes de Valencia, donde Joaquín Sorolla es el pintor de cabecera del centro pero no recibe ayudas estatales para la adquisición de obra. El Ministerio no ayuda a incrementar la presencia del pintor local en las colecciones del centro valenciano desde 1984. Aquel año el Estado compró Paisaje de Oriamendi (San Sebastián), pintado en 1912, y lo depositó en Valencia. Desde entonces, casi cuatro décadas después, no han vuelto a realizar una adquisición para este museo, tal y como confirman desde la dirección del mismo.

Si Picasso es la referencia identitaria del Museo Reina Sofía, y Velázquez y Goya del Museo del Prado, Sorolla lo es de la institución valenciana. En estos momentos, como informan desde el museo, en el Bellas Artes de Valencia hay 48 pinturas del artista valenciano. Están a la espera del ingreso de otras siete obras más, incluidas en la colección de 73 obras de la familia Lladró, que la Generalitat Valenciana adquirió el pasado noviembre por 3,7 millones de euros. Ha sido un movimiento excepcional, porque el museo tuvo en 2022 una exigua cuenta de 100.000 euros para adquisiciones.

El año 2021 la Generalitat Valenciana adquirió dos piezas de Sorolla para el Bellas Artes de Valencia, el retrato de La tiple Isabel Bru (1904), en una subasta de Christie's de Nueva York, por un importe de 63.303 euros, y Estudio de bueyes para La vuelta de la pesca (1894), por 55.000 euros. Es decir, en dos años el museo ha incrementado su colección de sorollas un 16%.

El Prado es la tercera institución con una colección considerable de obra de Joaquín Sorolla, gracias a los 20 óleos del valenciano. Tanto el Prado como el Bellas Artes de Valencia están muy lejos del Museo Sorolla de Madrid, la institución estatal que conserva la mayor colección de obra del artista valenciano. En los sótanos de la antigua casa de la familia Sorolla, convertidos en almacenes con 55 peines, hay casi 1.500 pinturas. Este singular volumen de obra está limitado por las reducidas dimensiones del espacio expositivo. En las salas se muestran 114 pinturas, apenas un 7% del total de las que custodia. También descansan en los almacenes, a resguardo de la luz, más de 5.600 dibujos en planeros.

Ni un euro en cuatro décadas

¿A qué se debe esta desigualdad entre Valencia y Madrid? Desde el Ministerio de Cultura explican a elDiario.es que al ser “un museo de gestión transferida, las últimas adquisiciones han sido realizadas por la Generalitat Valenciana, administración gestora de la colección”. Sin embargo, en 2022 el Ministerio de Cultura adquirió un capitel medieval para el Museo de Palencia, de titularidad estatal y gestión transferida a la Junta de Castilla y León. Hay más casos en la misma situación jurídica que el Bellas Artes de Valencia: el Museo de Mallorca también es de titularidad estatal, con la gestión transferida al Govern de les Illes Balears, y Cultura adquirió por 250.000 euros una preciada cabeza de Augusto, del siglo I antes de Cristo.

A pesar de ello todas las obras de Sorolla que Cultura ha adquirido en estas cuatro décadas han ido a parar a las colecciones madrileñas. Además, aunque el Estado no haya comprado ninguna pintura de Joaquín Sorolla en estos años sí ha seguido adquiriendo obra para las colecciones del Museo de Bellas Artes de Valencia. La última vez que lo hizo fue en 2016, como indica el propio museo. Entonces compraron la Flagelación de Cristo, pintada por Vicente Castelló (1585-1636).

Competencia desleal

El director del Museo de Bellas Artes de Valencia es el valenciano de 46 años y profesor titular en la Universitat Jaume I de Castelló, Pablo González Tornel, y nos explica que le resulta “triste” que Sorolla se quede en Madrid. Si bien vivió en Madrid la mayor parte de su vida profesional, el pintor más apreciado en su tierra hizo de los horizontes mediterráneos la parte más popular de su pintura. Sin embargo, como nos recuerda el profesor Carlos Reyero, Sorolla tomó la decisión de que el museo que llevara su nombre y conservara su legado estuviera en Madrid.

Es la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico la que aconseja las adquisiciones, con cargo a los presupuestos de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes. Como explican desde el Ministerio de Cultura, se realizan en función de las solicitudes que realizan los distintos museos estatales y, también, en función de las oportunidades que surgen en el mercado cada año. En el año 2022, con una inversión de 6,6 millones de euros, el 90% del dinero invertido se quedó en museos madrileños.

“No creo que sea culpa de nadie, pero es una tendencia que el dinero para Sorolla se queda en Madrid”, apunta conciliador el director, que cree que esta política “perjudica a la vertebración del Estado plural” y beneficia a la capital. “Sorolla es un elemento identitario en Valencia. No tenemos vocación de ser un museo local, queremos potenciar nuestras señas de identidad y Sorolla es la nuestra. Pero, de momento, es un esfuerzo autonómico exclusivamente y el Estado entra en competencia”, asegura el director que en 2020 sustituyó a Carlos Reyero en el cargo. Reyero indica que durante su mandato no recuerda pinturas buenas y baratas disponibles para la adquisición.

Tensión centralista

“Es ridículo entrar en competencia. Al final, cada uno va por su lado: el Ministerio de Cultura anuncia un martes su comisión para celebrar el año Sorolla y dos días después, la Generalitat. Dos logos diferentes, dos esfuerzos....”, añade Pablo González Tornel. González Tornel recuerda con satisfacción la compra de la obra en Christie's, a pesar de las trabas de la Administración, porque nadie pujó por ella.

Javier Pérez Rojas es el comisario de la exposición Sorolla y la pintura valenciana de su tiempo. Diálogos y contrastes, que puede visitarse en el MUBAG de Alicante, con casi 120 cuadros sobre el artista y sus coetáneos. Para el experto en pintura del siglo XIX es importante “completar la colección” de Sorolla en el Bellas Artes de Valencia. “El Ministerio de Cultura debería invertir en la compra para Valencia y no parecer un rival. Otro problema es la dispersión de piezas que hay en la Administración valenciana y que deberían reunirse en el museo”, sostiene Pérez Rojas.

El investigador no cree que el Museo Sorolla necesite adquirir más volumen, porque apenas puede enseñar una pequeña parte. Además, el Museo Sorolla es una de las instituciones estatales más afectadas por la falta de personal y los cierres de las salas son constantes desde hace años. El museo está en pleno proceso de expansión sobre unos locales colindantes, comprados en 2009 y que asumirán en mayor medida el espacio de almacenaje de los miles de bienes que conserva, como joyería, textil, escultura o mobiliario, además de la pintura.

Como el propio Ministerio de Miquel Iceta informa, “el Museo Sorolla no cuenta con espacios adecuados para taller de restauración, almacén de bienes culturales, talleres didácticos, sala de exposiciones temporales, salón de actos, área de acogida de grupos, cafetería, etc.”. Miquel Iceta anunció a finales de diciembre que “planea concretar la renovación” del local este año, tal y como figura en el informe “Cumpliendo”.