El generoso despliegue por el Año Sorolla descubre a la persona detrás del pintor

El 17 de junio de 1920, al tiempo que retrataba a Mabel Rick en su jardín, Joaquín Sorolla sufrió un derrame cerebral que le impidió volver a hacer lo que más le gustaba: pintar. El artista falleció tres años después, en los que no volvió a usar sus pinceles. En 2023 se cumple el centenario de su muerte, motivo por el que ha sido apodado como Año Sorolla y se han organizado diversas exposiciones y publicaciones en torno a la figura del valenciano. Entre ellas, Cómo cambiar tu vida con Sorolla (Lumen), de César Suárez, un libro que combina biografía, ensayo y ficción para abrazar las facetas más inspiradoras de su protagonista, más allá del imponente talento que dejó patente en sus lienzos.

“Juego un poco con la moda de la autoayuda”, explica el autor a este periódico, “me hacía gracia hacerlo con alguien tan situado en la hornacina de la historia como Sorolla. ¿Por qué no puede ser él un referente?”. De su mano, recorre los salones de París y la emergente Nueva York de finales del siglo XIX y XX, periodo en el que se desarrolló la modernidad. También vivió la Belle Époque, el Madrid de las tertulias y zarzuelas y las tribulaciones de la generación del 98, que menospreció la “alegría de vivir” de sus cuadros.

“Era crítico con la realidad, no es que no se diera cuenta de lo que pasaba a su alrededor. En uno de los capítulos del libro, cito una entrevista que le hicieron en 1913 en la que decía que el pueblo no era lo que estaba mal; el problema eran las instituciones, las estructuras anticuadas y los políticos”, afirma Suárez.

El autor destaca de la “extraordinaria vida” que llevó Sorolla por “su lealtad, su don natural para pintar, la confianza en sí mismo y la manera de admirar su tierra sin caer en radicalismos ni fanatismos”. “Analizaba qué cuadros triunfaban en el Salón de París y por dónde iban las corrientes. Quería triunfar y ganar dinero”, añade el periodista, para el que la infancia es otra de las etapas más interesantes de la biografía del valenciano.

“Venía de una clase social humilde. Sus padres eran vendedores de tela y murieron cuando tenía dos años. A partir de ahí le adoptaron su tía y su tío, que era cerrajero e intentó enseñarle su oficio; pero pronto se dio cuenta de que su verdadera vocación era la pintura”, concreta Suárez. Por ello, decidieron enviarle a estudiar dibujo a la Escuela de Artesanos de Valencia, donde le ayudaron a desarrollar su talento y pasión.

El periodista no ha sido el único en centrar su trabajo en el artista. Federico García Serrano publicará el próximo mes de mayo Sorolla en 30 claves (Larousse), un ejemplar que, según avanzan desde la editorial, mostrará su “perfil humano” y reivindicará su “riqueza artística”; abordando para ello su estilo propio lleno de luz y movimiento, además de otros como el costumbrismo, el modernismo, la pintura social y su obra en tonalidades oscuras. Estas últimas ensalzadas recientemente en la exposición Sorolla en negro que pudo visitarse en el Museo Sorolla hasta el pasado mes de noviembre.

Tributo a los últimos años de su vida

El centro madrileño suma al tributo la exhibición ¡Sorolla ha muerto! ¡Viva Sorolla!, organizada junto a la Fundación Sorolla, que acaba de abrir sus puertas y podrá visitarse hasta el 25 de junio. La muestra traza un recorrido por los tres últimos años de la vida del artista a través de un valioso material de archivo que incluye recortes de prensa, correspondencia, su carta de defunción y fotografías.

Un período que Sorolla pasó rodeado de sus familiares, amigos y discípulos que constantemente preguntaron por su salud, deseando una mejoría que por desgracia nunca se llegó a producir. El pintor falleció el 10 de agosto en Cercedilla, donde varios artistas se personaron para obtener una máscara mortuoria y tomar imágenes que terminaron siendo usadas por la prensa de la época.

Tras la preparación del cadáver y la instalación de la capilla ardiente en su casa de Madrid, se puso en marcha una comitiva fúnebre que transitó las calles de la ciudad. A su llegada a Valencia, una inmensa multitud acompañó al féretro. Allí fue enterrado con honores de capitán general con mando en plaza. Entre las instantáneas exhibidas, son especialmente emotivas las que muestran a su pareja Clotilde junto a la tumba.

“Su muerte ocupó las portadas de los periódicos más importantes del país en los siguientes días”, relató Blanca de la Válgoma, miembro del comisariado de la exposición en su inauguración, sobre la conmoción que generó el fallecimiento de Sorolla.

La exhibición cuenta con el libro de firmas que, según señaló la experta, fue colocado “en la capilla ardiente para que todos los que fueran a presentar sus respetos firmaran y dejaran constancia de su aprecio por el pintor”. La última parte de la muestra está dedicada a “la memoria que en los años siguientes siguió haciéndose cada vez más grande gracias a los homenajes que se siguieron celebrando”.

Entre ellos, el realizado por la Real Academia de Bellas Artes. “Fue nombrado académico en 1914 pero no pudo tomar posesión porque viajó mucho en la etapa final de su vida. Al año siguiente de su muerte se hizo una especie de nombramiento póstumo en el que se leyó el borrador del discurso que el propio Sorolla había llegado a escribir”, compartió la experta.

También está el Retrato de Mabel Rick, Señora de Pérez de Ayala, su última obra que dejó inacabada tras sufrir mientras lo pintaba la hemiplejía que le apartó definitivamente del trabajo. A ella se suman dos esculturas, una de ellas inédita: la máscara funeraria que su amigo escultor Mariano Benlliure realizó en su lecho de muerte y la mano del artista esculpida por Ricardo Causarás.

Más exposiciones por el Año Sorolla

El Museo Sorolla ha visto incrementada su colección con seis nuevas piezas del artista: la acuarela Tocando la guitarra y las pinturas Niña, Niña Cantora, La esclava y la paloma, El oferente y En la posada. En total, el Ministerio de Cultura y Deporte —del que depende el Museo Sorolla — ha destinado 492.138 euros a la adquisición de obras del valenciano.

Las tres últimas forman parte de la muestra Sorolla. Orígenes, centrada en los primeros años del pintor en su Valencia natal. Fueron ejecutadas en 1883, cuando el artista contaba con tan solo veinte años de edad. La muestra recoge su formación en la Escuela de Artesanos y en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, hablando del joven que compaginaba sus clases de dibujo con el trabajo en el taller de cerrajería de su tío, al tiempo que se abría camino hacia el éxito con trabajo y mucho esfuerzo.

Organizada en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Valencia, podrá visitarse hasta el próximo 19 de marzo. Del día 30 del mismo es al 11 de junio, la exposición viajará a la pinacoteca valenciana. También en ella, Colección Masaveu. Sorolla (del 29 de junio al 1 de octubre), exhibirá la totalidad de sus obras pertenecientes a la Colección Masaveu: 46 pinturas de extraordinaria calidad realizadas entre 1882, por un Sorolla de 19 años en plena etapa de formación; y 1917, tres años antes del final de su carrera como pintor.

La exhibición estará conformada por piezas de temáticas y procedencia diversas, que pretenden hacer comprender su evolución pictórica, las claves y aportaciones de su arte a través de los distintos géneros que practicó. El protagonista, eso sí, será el interés del valenciano por el trabajo en el mar y las escenas de baño, tan frecuentes en su producción.

El Museo Sorolla de Madrid, por su parte, inaugurará el 17 de abril Sorolla frente al mar, que propondrá un acercamiento a la pintura del artista a través de la mirada de su escritor paisano Manuel Vicent. El pintor será igualmente protagonista de la nueva temporada del Museo del Prado, que se suma al centenario de su muerte con Retratos de Joaquín Sorolla (1863-1923). Un homenaje congregado desde el pasado 12 de diciembre en la sala 60 del edificio Villanueva, y que mantendrá sus puertas abiertas hasta el 18 de junio. Se trata de una selección de los retratos del artista que conserva la pinacoteca.

La completan con obras que forman parte de la colección permanente de otras dos salas, que aúnan los retratos de artistas del siglo XIX, siendo cuatro de ellos obra del artista. Su dedicación al retrato fue muy destacada tanto por el número de lienzos que materializó como por su calidad. Su trabajo en su primera juventud con el fotógrafo Antonio García le familiarizó con la captación atenta del natural, aspecto que estuvo así presente en su pintura desde sus años de formación.

El Palacio Real de Madrid acogerá la exposición inmersiva Sorolla a través de la luz, que combinará las creaciones de Sorolla con recreaciones digitales. Por el momento se desconoce la fecha exacta en la que abrirá sus puertas. Consuelo Luca de Tena, exdirectora del Museo Sorolla, y Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del pintor y especialista en su obra; están a cargo de su comisariado.

Creación de una Comisión Nacional para la celebración

El 'Año Sorolla' ha arrancado además con la creación de una Comisión Nacional para la celebración del centenario del pintor, que fue aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 17 de enero. Su objetivo es “contribuir a destacar” la figura del pintor. El órgano, por lo tanto, impulsará los eventos ya programados, y los que todavía quedan por anunciar, para 2023 y 2024. Además, tendrá como misión “certificar la adecuación de los gastos realizados a los objetivos y planes del programa de apoyo”. Todo ello para seguir ampliando el legado del laureado artista.