Banksy. The Street is a Canvas Arte urbano en toda España

Una exposición no autorizada de Banksy llega a España en pleno auge del 'street art': de la niña con globo a un Miguel Bosé con bata de médico

Rocío Niebla

3 de diciembre de 2020 22:09 h

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No se sabe quién es, no autoriza exposiciones, no concede muchas entrevistas. Mensajes políticos, satíricos o filosóficos aparecen en las calles sin firmar, pero con una clara huella del artista de Inglaterra. Sus personajes estrellas son las ratas, los monos, la familia real inglesa, los bobbies o los niños. Sus intervenciones se hacen de la manera más rápida posible con la técnica del esténcil o plantillas, sin ser visto, como si fuera transparente. Una exposición no autorizada por el anónimo artista Banksy se inaugura ahora en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y en ella se podrán ver más de 50 obras originales cedidas por coleccionistas privados.

El comisario de Banksy. The Street is a Canvas, Alexander Nachkebiya, afirma: “Ha adquirido la categoría de fenómeno, es uno de los artistas más brillantes de nuestro tiempo. Su trabajo es un desafío para el sistema, una protesta, una marca extremadamente bien construida, un misterio, una desobediencia a la ley”. Rafa Giménez es el director de Sold Out, la empresa que produce la exposición: “Del artista se sabe poco, que nació en Bristol y que empezó sus obras a finales de los 90. Su estilo es tan sencillo y arrebatador que hasta un niño es capaz de entender la crítica y la sátira de cualquier obra social o política. He ahí una de sus grandes virtudes”. La exposición cuenta con una serigrafía original de la serie Niña con globo, parecida a la que se vendió por un millón de dólares en la casa de subastas Sotheby's y que, momentos después de la compra, se autodestruyó porque tenía una trituradora escondida dentro del marco. Una crítica al propio sistema que constantemente le mercantiliza. 

El anonimato tiene sus cosas buenas, como aparecer y desaparecer, crear en libertad, pintar mensajes punzantes en muros o espacios considerados como no permitidos. El anonimato permite saltarse la legalidad y, de este acto considerado vandálico, trabajar en arte, hacer llegar el mensaje sin intermediarios o hacer política, como financiando y pintando el barco Louise Michael para que en el Mediterráneo salvara las vidas de los migrantes que intentan llegar a Europa.

Pero en ese anonimato llega también su condena, la trampa y la otra cara de la moneda: Bansky ha perdido los derechos de autor de Lanzador de flores, que apareció en Cisjordania en 2003. La Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) ha considerado que no puede demostrar que es obra suya, así que la empresa de postales Full Color Black puede seguir haciendo negocio con la creación made in Bansky.

En España tenemos nuestros 'Banksy'

En nuestras calles también podemos ver murales, grafitis e intervenciones de artistas locales de reconocido prestigio con similitudes con Bansky. De aparecer en la prensa por sus murales que se hacen virales y de anonimato también sabe J. Warx, que en las calles de Valencia ha dibujado al Rey Juan Carlos huido, a Miguel Bosé con bata de médico o a Pedro Sánchez con un bigote hitleriano y con su tuit de 2012 “a casa que ya es hora”. No da su nombre, no muestra su cara y actúa lo más rápido posible.

J. Warx nos cuenta: “Como normalmente pinto sin permiso no quiero poner tan fácil que me multen. Aunque lo hiciera legal quiero exponer mi arte, no a mí mismo, pretendo que se juzgue lo que pinto, no al pintor. Bajo el anonimato me siento totalmente libre, y hago cosas que con mi nombre me cohibiría”. Sobre la técnica y el trabajo de preproducción: “Como pinto sin permiso necesito que parezca que lo que hago es legal, así que tardo mucho en encontrar muros o sitios donde no pase mucha gente o parezca que me han dado permiso. Tardé una hora en dibujar lo del Rey, así que ahora estoy experimentando con plantillas para pintar lo más rápido posible. Pintando en la calle me sube la adrenalina, lo importante para mí es pasármelo bien y que mis mensajes lleguen a mucha gente”. 

J. Warx es ingeniero y tiene trabajos fuera del arte, pero la que sí vive de ello es Nena wapa wapa que, además de cobrar por murales que le encargan las instituciones, participa en festivales como Miau Fanzara y vende sus creaciones. En España hay cada vez más artistas del Street Art que viven de ello y tienen prestigio y trabajo internacional, colectivos como Boa Mistura o escritores como Felipe Pantone, Escif, Aryz, Slim Safont o Kram. La Nena wapa wapa no da su nombre aunque en el mundillo artístico de Valencia es de sobras¡ conocida: “Lo importante no soy yo, es mi obra, es el discurso que tiene lo que hago, no lo que yo digo de manera personal”.

La Nena wapa wapa ha podido profesionalizarse y comparte el taller COCIN4S con otros artistas de street art como Freskales, Disneylexya y David de Limón. La nena wapa wapa también ha sido invitada al festival de Zaragoza Asalto. Los festivales de arte urbano hacen labor de difusión y apoyo a los artistas. Sergio Beltrán es miembro del festival Asalto, que lleva 15 ediciones: “Es importante remunerar a los artistas. Un artista es un trabajador, el arte y la cultura es importante para nuestra sociedad y hay que reconocérselo. Pintar en la calle no quiere decir que tenga que hacerse gratis. Los artistas tienen el derecho de vivir con lo que hacen. El arte y la cultura es un absoluto bien común”.

Nena wapa wapa ha colaborado con Stool Streetart, y el propio Stool define lo que hace como “artivismo”: “He hecho campañas contra las casas de apuestas denunciando la distancia entre las casas y los colegios, por ejemplo. Se hizo muy viral el contador de feminicidios instalado en la fachada del Instituto Valenciano de Arte Moderno y que ahora, además, he convertido en una pirámide de violencias machistas. El arte es un comunicador potentísimo, cuando hago una reivindicación metida dentro de una obra de arte hace que multiplique su potencia. Eso es lo que pasa con Banksy”. 

El arte en la calle es múltiple, variado, variopinto y no solo lo forman los murales y grafitis. El carácter efímero de las piezas, así como la creatividad y la interacción con el mobiliario urbano es indiscutible. Hay propuestas originales como el trabajo de Arquicostura - Raquel Rodrigo: “En un proyecto de escaparatismo tuve la necesidad de traspasar esa barrera del cristal y saqué el escaparate a la fachada. De esa manera empecé a bordar fachadas, ya que se trataba de sacar a la calle lo que se respiraba dentro de la tienda decorada”. A Raquel Rodrigo del street art le interesa romper la barrera que hay en un museo.

“Hay mucha gente que nunca ha entrado en uno porque creen que no es para ellos, que no entienden de arte. El arte no se entiende, se siente. Hacer arte en la calle es una manera de compartir con más gente el poder que tiene de transformar la percepción de las ciudades, de modificar la manera de verlas”, cuenta Arquicostura. Otra propuesta muy original es lo que hace en Barcelona BL2A donde, a partir de cañerías o telefonillos, engancha su papel dibujado y los convierte en máquinas de café o focos de luz. El creador Ampparito también juega con los objetos urbanos y añade su toque: “en mis intervenciones propongo un cambio de enfoque. Antes atacaba la utilidad para abrir nuevos caminos desde un acercamiento poético. Ahora he evolucionado a simplemente romper el flujo de lo que se da por hecho. Crear situaciones que chirríen, que generen porqués dando pie a la reflexión, el placer estético o la indiferencia”.

Entre artistas se establecen sinergias, compadreo y trabajos compartidos, aunque es cierto que algunas veces puede haber pequeños conflictos por dibujar encima de lo ya pintado. Buscar paredes y lugares para trabajar es como calentar antes de salir a jugar. La aplicación Wallspot te facilita saber dónde poder ir a pintar en tu ciudad de manera legal. Marc García es uno de los miembros de la empresa que la creó, Rebobinart. Después de 10 años gestionando paredes, han puesto también en marcha un programa de aceleración de artistas gracias a la financiación pública del Ajuntament de Barcelona. Ellos remuneran a escritores y muralistas por actuar en sitios concretos permitidos en la ciudad. Ahora, van a estrenarse en Madrid gestionando dos muros en el barrio de Moratalaz y en Vallecas. 

Guillermo de la Madrid forma junto a Diana Prieto Madrid Street Art Project, donde desde el 2012 hacen safaris urbanos y visitan y explican sobre el arte urbano madrileño. Han hecho ardua labor divulgativa para desestigmatizar el arte en la calle. Además, gestionan proyectos como ¡Pinta Malasaña!, en el que grafiteros trabajan en persianas, o en el proyecto Circular, en el que los artistas recogen la materia prima de la calle y hacen sus propuestas a partir de ellas. A Guillermo no le gusta hablar de legal o ilegal, prefiere clasificarlo como “con permiso o sin” y la condición de fugaz o efímero considera que es el adn de este concepto artístico.

Gerson Ruiz es una de las personas que forman Digerible.com, el medio online especializado: “Nos interesa el arte contemporáneo en su total esplendor, pero destacamos el arte urbano por ser más directo con el público, ese mismo que por su naturaleza efímera en ocasiones dura solo horas. Hemos asumido como una responsabilidad intelectual contar con un espacio en internet donde todos puedan ver estos trabajos artísticos al igual que las obras expuestas en museos. Ya es hora de dejar los establecidos modelos del negocio del arte donde las galerías lo son todo”. Digerible.com es un catálogo de artistas y talento en todo el mundo. 

A Guillermo de la Madrid le interesa la obra de Banksy y considera que es un artista fundamental, que ha marcado el street art, que lo ha puesto en valor y lo ha popularizado. “Tiene un componente de activismo que me parece muy interesante y pionero. De él me gusta que hace llegar un mensaje de manera clara, un mensaje a menudo vinculado a algún aspecto de la actualidad y haciendo crítica del poder,  al capitalismo. Haciéndolo desde la ironía, el sarcasmo o con crudeza también, pero siempre dando un giro en su discurso y no de manera obvia. De sus proyectos el que más recuerdo es Dismaland, una especie de parque de atracciones lleno de intervenciones artísticas de más de 50 personas invitadas por él”. Guillermo de la Madrid no sabe si irá a la exposición del Círculo de Bellas Artes: “Me genera muchas dudas una exposición no autorizada por el artista, que son piezas de colecciones privadas. Su trabajo me interesa, pero hay ahí un espíritu comercial que no va en absoluto con él”.

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