Es un Berlín que ya no existe, un Berlín recién reunificado plagado de ruinas del comunismo y de grandes espacios abandonados. Poco o nada queda ya de esos lugares fotografiados entre 1993 y 1994 en formato panorámico y en blanco y negro por el fotógrafo André Kirchner en su serie titulada Stadtrand Berlin, o Los límites de Berlín.
Parte de esa serie se ha expuesto recientemente en la Berlinische Galerie, museo dedicado al arte contemporáneo la fotografía y la arquitectura de la ciudad-estado que es la capital alemana. La muestra presentaba 60 de las 150 fotografías panorámicas que Kirchner hizo para su serie sobre los límites de Berlín. En ella, según los responsables del centro de exposiciones, “no solo se ven vestigios de civilización de 150 años sino también los síntomas de la transición social” que implicó la caída del comunismo y la reunificación alemana.
Las fotografías dan cuenta de esa “transición” hacia la Alemania reunificada tras la caída del Telón de Acero, un proceso de cuyo inicio se cumplen tres décadas este año. Las imágenes causan especial impacto, entre otras cosas, porque muestran un Berlín que dejó de existir no hace tanto. “Ningún lugar de los que Kirchner fotografió entonces se podría reconocer si se fotografiaran hoy. Por eso es tan bonito verlos”, ha escrito a cuenta de la exposición la periodista Susanne Messmer en el diario berlinés Die Tageszeitung.
Kirchner recorrió, dándole una vuelta completa, la Berlín reunificada que daba sus primeros pasos estando liberada de la Guerra Fría. El fotógrafo, instalado desde principios de los años ochenta en el Berlín occidental, llegaba a esos espacios con una curiosidad que sólo podían experimentar los ciudadanos de esa parte de la ciudad partida por el muro.
El Berlín de la República Federal de Alemania (RFA) fue durante décadas un enclave del mundo capitalista en el corazón de la República Democrática de Alemania (RDA). Ver los grandes espacios que dominaban entre la ciudad-estado y el Land de Brandenburgo –el que envuelve Berlín– generaba al fotógrafo “un sentimiento liberador”, según ha contado él mismo.
Entre marzo de 1993 y febrero de 1994, Kirchner recorrió un total de 234 kilómetros por zonas que otrora limitaron la capital alemana con lo que en tiempos de la RDA se llamaban regiones de Fráncfort y Potsdam. Eran, en realidad, las zonas del “Gran Berlín” tal y como se definieron en 1920. Por lo general se trataba de áreas desocupadas.
Si la civilización llegó hasta allí fue para poner, por ejemplo, los puestos de control y fronteras que fotografió Kirchner cuando éstos estaban ya abandonados. A principios de los noventa ya presentaban un aspecto desolador. Eran ruinas de la administración comunista que empezó a deshacerse a finales de 1989 tras la caída del muro de Berlín. Esta infraestructura que partió a la ciudad también aparece en las imágenes de Kirchner como un larga barrera sin sentido al estar atravesada por una carretera a orillas del río Havel, al noroeste de la ciudad. En esa misma zona, el muro también aparece en cuatro grandes fragmentos abandonados en una granja en desuso.
Al oeste, Kirchner fotografió una de las numerosas bases militares que la Unión Soviética tuvo en suelo de la RDA. Se estima que en 1991 todavía quedaban en suelo del este alemán no menos de 330.000 soldados soviéticos. La base inmortalizada por Kirchner en Döberitzer Heider, situada a escasos 20 minutos en coche del centro de espionaje estadounidense del Teufelsberg –la “Montaña del diablo”– está prácticamente destruida. La fotografía sólo muestra en pie algunas estructuras, sin puertas ni cristales en las ventanas. Tampoco se aprecia una carretera que lleve hasta ese lugar. La naturaleza no ha tardado en campar a sus anchas.
Espacios donde las plantas son “elementos esculturales”
Kirchner “muestra situaciones urbanas y rurales de un modo clínico” donde “las plantas aparecen como elementos esculturales”, ha explicado a cuenta de la reciente exposición Thomas Khöler, uno de los responsables de la Berlinische Galerie. Las imágenes de Kirchner, uno de los grandes maestros del arte fotográficos alemanes de la actualidad, da cuenta con sus panorámicas de cómo Berlín fue una excepción. Entre otras cosas, por su condición de enclave, que obligaba la presencia de puestos de controles y fronteras.
De hecho, en su serie sobre Los límites de Berlín, Kirchner comenzó a trabajar el 22 de marzo de 1993, cuando leyó en el diario de la capital Der Tagesspiegel que los puestos de control fronterizos de la RDA iban a ser derruidos.
En sus fotografías también quedan inmortalizadas fábricas o centros de cría de animales para consumo humano que, en las imágenes, dejaron hace tiempo de estar en actividad. Son estas imágenes las que mejor evocan las grandes dificultades socioeconómicas que atravesó el este alemán tras la reunificación. En muchos aspectos, la economía del este alemán todavía tiene pendiente alcanzar el nivel de la economía del oeste. Casi toda la logística que mantenía a Berlín encapsulada tardó poco en quedar ruinosa. Pero en Alemania aún quedan muros por derribar.