Francia devuelve una quincena de obras de arte saqueadas por los nazis a las familias judías

Amado Herrero

París —
23 de marzo de 2022 22:31 h

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En el momento de la invasión alemana, Armand Dorville, abogado y coleccionista de arte, decidió refugiarse en su propiedad del Périgord, en el sur de Francia, donde murió en 1941. Un administrador provisional, nombrado por el Comisariado General para Asuntos Judíos, se ocupó de organizar rápidamente la liquidación de su patrimonio. En particular, de la colección de arte (cientos de obras que incluían piezas de Renoir, Manet, Signac, Caillebotte, Degas, Delacroix o Rodin). La parte principal se subastó en junio de 1942 en el Hotel Savoy de Niza. Como marcaban las leyes del régimen de Vichy, la venta fue “arianizada”, lo que significa que el dinero fue confiscado por el Estado. Dos años después, cinco miembros de la familia Dorville, incluidos tres de los herederos de Armand, fueron detenidos, deportados y asesinados.

El 15 de febrero de 2022 el parlamento francés aprobó la restitución o entrega de doce de esas obras de arte a la familia, ante los aplausos de herederos y representantes legales, presentes en la tribuna del Senado. Once dibujos y una escultura conservados en los museos del Louvre, de Orsay y de Compiègne les serán devueltos 80 años después de aquella subasta. La misma ley también estipula la entrega de otros tres cuadros a los herederos de sus legítimos propietarios: Rosales bajo los árboles, de Gustav Klimt; Cruce en Sannois, de Maurice Utrillo; y El padre ,de Marc Chagall.

Hace dos años, la familia Dorville ya había recibido tres piezas de la colección familiar: dos cuadros del pintor Jean-Louis Forain y uno de Constantin Guys, restituidos por el estado alemán. Y el año pasado un Pissarro (Una plaza en La Roche-Guyon) les fue entregado por la Alte Nationalgalerie de Berlín, que inmediatamente se ofreció a comprarlo de nuevo. “El reconocimiento de la persecución, del espolio y del sufrimiento que los miembros de mi familia soportaron y llevaron consigo durante el resto de sus vidas, especialmente tras el asesinato de cinco de ellos en Auschwitz, es una forma de rendirles homenaje”, afirma Raphaël Falk, uno de los jóvenes herederos de Armand Dorville. “Y una forma de honrar la memoria de aquellos que desaparecieron sin poder presenciar este desenlace”, apunta.

En Francia unas 100.000 obras de arte fueron incautadas durante la Segunda Guerra Mundial. Se estima que 60.000 piezas pudieron ser localizadas en Alemania tras la liberación y devueltas a territorio francés. De ellas, 45.000 fueron restituidas a sus propietarios entre 1945 y 1950, unas 2.200 fueron seleccionadas y guardadas en los Museos Nacionales y el resto (algo menos 13.000 objetos) fueron vendidas por la administración a principios de los 50. De esta forma, muchas obras confiscadas volvieron al mercado del arte, otras siguen perdidas desde la Guerra.

“La restitución de las obras no constituye la compensación de un perjuicio (los daños causados por la Alemania nazi son irreparables) sino la anulación de actos realizados en violación de la ley”, explica Cédric Fischer, abogado de la familia de Simon Bauer que consiguió en 2020 la restitución de La cosecha de guisantesde Camille Pissarro, a sus herederos. “Es importante tener en cuenta que el espolio realizado durante la Segunda Guerra Mundial no puede producir ningún efecto jurídico, aunque tenga la apariencia de un acto regular. Devolver una obra saqueada es reconocer que la barbarie no puede nada contra la ley”, dice.

El lento camino hacia el reconocimiento

El discurso del expresidente Jacques Chirac en 1995, durante la conmemoración de la Redada del Velódromo de Invierno, supuso un punto de inflexión en la posición del estado francés ante las injusticias de la ocupación. Supuso también el primer reconocimiento de la participación del gobierno de Vichy en el Holocausto. A este reconocimiento le siguió en 1998 la firma de un acuerdo internacional en Washington por el que 44 países se comprometían a reparar y restituir los bienes a las familias judías expoliadas. Un año después, Francia creaba la Comisión de Indemnización a las Víctimas del Expolio (CIVS) para identificar a las familias de los herederos.

Sin embargo, hubo que esperar a 2018 para que el entonces primer ministro francés, Édouard Philippe, decidiera dar un verdadero impulso a la cuestión: ese año se creó una misión de investigación y restitución de bienes culturales saqueados para acelerar la investigación, identificar la procedencia de las obras robadas y facilitar su devolución. Desde entonces no es necesario que los herederos hagan una petición, sino que los museos pueden comenzar el proceso de oficio. “Aplaudo que Francia por fin esté adoptando un enfoque introspectivo, pero parece que le cuesta asumir todas las consecuencias de su pasado”, se lamenta Raphaël Falk. “Para seguir el ejemplo de Alemania, todavía tiene que mirar a su historia con más honestidad y convertir las palabras en hechos, de manera que los descendientes de las familias expoliadas no tengamos que luchar para que se nos reconozca y obtener así, más allá de cualquier reparación, la justicia necesaria”, dice.

Klimt y Chagall

“Los museos en Francia, como en otras muchas otras partes de Europa, no se han preocupado de investigar sobre la procedencia de los cuadros que compraban”, señala Michel Jeannoutot, presidente de la CIVS. “Es el caso del Utrillo de Samois, que fue subastado en Londres de manera regular, pero sin investigaciones suficientemente serias”. Pesquisas que ahora revelan las extrañas trayectorias de algunas obras. Es el caso de El Padre, que Marc Chagal pintó en París en 1911 o 1912. El artista se desprendió de él al comenzar la Primera Guerra Mundial y el cuadro no reaparece hasta 1940 en Lodz (Polonia), propiedad de David Cender, un músico y fabricante de violines polaco de origen judío.

Él y su familia se vieron forzados a trasladarse al gueto de Lodz, abandonando todas sus posesiones, incluido el cuadro. Cender sobrevivió a la invasión y la guerra, pero perdió a su mujer y su hija. En 1958 emigró a Francia, donde vivía su hermana. Nunca supo que, tras la contienda, el cuadro había vuelto al mercado y que fue el propio Chagall el que -sin conocer su procedencia- lo había recuperado. Tras su muerte, los herederos del pintor donaron al Estado francés 46 cuadros, incluido el retrato, que fue expuesto en el Museo del Judaísmo de París.

En cuanto a Rosales bajo los árboles, de Gustav Klimt, fue adquirido en 1911 por el industrial y coleccionista austriaco Viktor Zuckerkandl. A su muerte, su sobrina Eléonore Stiasny heredó el cuadro, que tuvo que vender en una subasta forzada en Viena en 1938, justo después del Anschluss. Cuatro años después, Stiasny fue deportada y murió en un campo de concentración. El estado francés adquirió el cuadro en 1980, durante la preparación de la apertura del Museo de Orsay, a través de una galería que, a su vez, lo había conseguido mediante un intermediario. Gracias al trabajo de los investigadores, se ha descubierto que ese intermediario era en realidad un simpatizante nazi que había comprado el cuadro a Nora Stiasny.

La dificultad de una ley marco

La ley que acaba de votar el parlamento francés es la primera desde la postguerra que habilita la restitución o entrega de obras de arte de colecciones públicas. Una disposición así ha sido necesaria porque las piezas entraron legalmente en las colecciones, de manera que forman parte del Patrimonio Nacional protegido por el principio de imprescriptibilidad e inalienabilidad. “La voluntad política está ahí y eso es muy importante”, dice Antoine Delabre, genealogista en ADD Associés y representante de los herederos de Armand Dorville. “No obstante la ley que se ha aprobado utiliza el término ‘entrega’ y no ‘restitución’; mientras que la familia pedía al Estado y a los museos que se reconozca la situación de espolio de la venta de junio de 1942”, indica.

Por otro lado, al igual que en el caso de la restitución de obras de arte procedentes de África, la elaboración de una ley marco que facilite todas las restituciones es compleja debido a los múltiples de criterios sobre la procedencia, su ámbito geográfico o el periodo en cuestión (entre 1933 y 1945). La actual ministra, Roselyne Bachelot se ha comprometido a conseguirlo, en caso de reelección de Emmanuel Macron. “Francia tiene una deuda moral particular con las víctimas de la Segunda Guerra Mundial”, resume Michel Jeannoutot, “porque las leyes antisemitas fueron adoptadas por el Gobierno de la época, designado de manera constitucional. Esos cuadros forman parte de las historias familiares, no es sólo su valor lo que importa, sino también las trayectorias que reconstruyen”.