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La otra revolución de Cuba: las fotos que retratan la lucha del movimiento LGTBI

William ( izq) y Luis ( dch) son gais. Acuden para descansar a la playa de Mi Cayito al este de la Habana, que desde los años 90 se ha convertido en un espacio de toleracia de LGTB y también en un foco de turismo sexual

José Antonio Luna

1 de julio de 2021 22:20 h

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“Soy lesbiana y religiosa y también quería ser una activista”, escribió María Caridad Jorge en su autobiografía. Era defensora de las ideas del Partido Comunista Cubano y además creía en la Iglesia católica, que protagonizaron una persecución contra el colectivo LGTBI que se ejerció tanto en Cuba como en muchos otros lugares del mundo. Muestra de ello fueron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, donde entre 1965 y 1968 fueron destinados alrededor de 30.000 jóvenes que no estaban “en condiciones” de cumplir el servicio militar. “No podemos llegar a creer que un homosexual pudiera reunir las condiciones y los requisitos de conducta que nos permitirían considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista”, dijo el propio Fidel Castro en una entrevista al reportero estadounidense Lee Lockwood en 1965.

En agosto de 2013, María Caridad pudo recibir el carnet del Partido Comunista Cubano, que por fin la declaraba como lo que siempre había deseado: activista. Su historia es la muestra de cómo, a pesar de que el pasado homófobo y machista aún pesa, la isla está viviendo otra pequeña revolución: la del movimiento LGTBI.

Es precisamente esto lo que pretende mostrar la exposición Revolución, que se puede visitar en el Centro Internacional de Fotografía y Cine (EFTI) de Madrid hasta el 23 de julio. Se trata de una mirada íntima del fotógrafo Álvaro Ybarra y de Silvina Heguy, periodista de elDiarioAR, documentando la realidad LGTBI del país poco después de que Obama restableciera las relaciones políticas con Cuba en un aperturismo que, años después con la llegada de Trump, volvió a dar marcha atrás.

“La idea era reflejar cómo había sido el movimiento a favor de la igualdad de los derechos LGTBI en Cuba, vulnerados especialmente con la Revolución cubana. Pero sabíamos que también había todo un movimiento a favor de esos derechos incluso dentro del actual Partido Comunista Cubano, y una de esas figuras era Mariela Castro, a cargo del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba”, explica Heguy a elDiario.es.

Finalmente, como en 2016 todos los ojos estaban puestos en el reaperturismo de Cuba y la llegada de Obama, eso permitió que pudieran viajar para documentar cómo se estaba luchando por la igualdad de derechos LGTBI. “Fotografiamos una serie de comunidades en zonas como Santa Clara o La Habana y otras regiones del país para meternos en esa nueva realidad que se estaba intentando consolidar”, apunta Ybarra. 

Esas comunidades encontraron un hogar en lugares como El Mejunje, un centro cultural en Santa Clara fundado por Ramón Silverio que sirvió de resguardo a toda la vanguardia cultural y al movimiento LGTBI. “Ellos sostuvieron la lucha, pero también fueron un lugar de refugio y de amor contra la homofobia y transfobia. Aquí surgió literatura, poesía, porque desde la cultura generaron un espacio para expresarse con cierta protección ya que muchos de ellos militaban políticamente para la revolución”, considera la periodista. 

Todavía hoy se sigue luchando desde el campo cultural. Por ejemplo, en 2020 la Televisión Cubana censuró un beso entre dos jóvenes homosexuales al final de la película Love Simon, lo cual provocó un aluvión de críticas por parte del colectivo LGTBI. Tampoco se debe olvidar que actualmente en Cuba no existe reconocimiento legal para la adopción homoparental ni para el matrimonio de personas del mismo sexo, ni que las únicas salidas para muchas de las personas trans u homosexuales, aún considerados disidentes, sea la prostitución. 

“Todas las personas con las que tuvimos la oportunidad de convivir fueron expulsadas de sus hogares porque no eran aceptadas, sino marginadas y repudiadas. En algunos casos no por la familia, pero sí por el entorno. Y si las necesidades en Cuba ya son muchas si eres socialmente admitido, imagina si además eres discriminado por tu orientación sexual”, lamenta el fotógrafo. Por eso, como añade, para el reportaje quisieron abandonar “ese cliché de cómo en ocasiones se fotografía el movimiento LGTBI y a Cuba”. Optaron más por una mirada cercana que sirviera de vehículo para empatizar con esas realidades.

Son historias como las de Deinna, una mujer trans que tras una noche muy dura en la calle al tratar con un cliente italiano volvió a su casa, donde convivía con unas 15 personas en apenas 30 metros cuadrados, para sentarse en el regazo de Gendris, su pareja. “Y se quedaron allí, en una mecedora. El lenguaje corporal hablaba por sí mismo: era un abrazo que significaba la tranquilidad de llegar a casa ante toda la incomprensión y violencia de la calle, donde tiene que vender su cuerpo porque no tiene otra alternativa”, recuerda Ybarra sobre una imagen que, según reconoce, marcó su vida como fotógrafo.

“Son historias de amor y cuidado en un contexto de mucha adversidad. Como una persona transformista, de las más conocidas de Cuba, que salía a vestirse con la ayuda de su madre”, señala Heguy. Todavía queda que el gobierno cubano dé respuesta a las demandas del colectivo, pero en ciertos lugares ya se puede comprobar cómo han nacido grandes redes de protección y denuncia que buscan allanar el camino hasta el reconocimiento de esos derechos básicos. 

“Terminar con un sistema de valores tan fuerte y enquistado, como el machismo o el patriarcado, cuesta muchísimo. Y en Cuba mucho más, porque el patriarcado funciona por parte del partido gobernante incluso cuando algunos de sus miembros dan batalla”, apunta la periodista. Añade que “es difícil”, pero tampoco imposible. Y las primeras señales de la revolución LGTBI en Cuba son el ejemplo.

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