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Misión imposible: salvar Pompeya

El profesor Massimo Osanna, de 50 años, tomó posesión de su cargo como nuevo superintendente arqueológico de Pompeya el pasado 5 de marzo. Después de un mes al frente del complejo arqueológico más importante del mundo, ya tiene la sensación de llevar años en el cargo.

No es de extrañar. La presión sociopolítica y mediática sobre Pompeya en estas últimas semanas ha sido extrema. Los contratiempos han sido variados y una cadena de acontecimientos ha generado la sensación de que la degradación de las 44 hectáreas que abarcan las excavaciones es ya irrefrenable.

El superintendente Osanna se queja de “la exagerada publicidad negativa” que se ha cernido sobre Pompeya, joya arqueológica universal declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Pero esta “sensación de alarma” no sólo ha venido de los medios de comunicación. El propio presidente de la comisión italiana de la UNESCO, Giovanni Puglisi, ha llegado a declarar: “O se actúa rápidamente, o Pompeya se derrumba”.

Así, el llamado Caso Pompeya se ha venido a interpretar como una metáfora de la crisis económica en Italia. Estaba cantado que la iconografía del lugar propiciaría interpretaciones de este tipo.

Turismo versus conservación

A pesar del deterioro, el flujo de turistas no se ha resentido. La reciente clasificación del Ministerio Italiano de Bienes Culturales sobre los lugares más visitados del país sigue colocando a la ciudad de Pompeya como el segundo complejo turístico más visitado de toda Italia, sólo por detrás del Coliseo. En el año 2013 casi dos millones y medio de turistas visitaron Pompeya, dejando en caja más de veinte millones de euros.

Massimo Osanna conoce la importancia socioeconómica de Pompeya, situada en la región de Campania, a 25 kilómetros de la conflictiva ciudad de Nápoles. Sabe que en este sentido hay dos fuerzas antagónicas que tienen que convivir: el necesario turismo masivo y la conservación de las excavaciones. “Tenemos que dosificar los flujos turísticos y para eso debemos diversificar los circuitos de Pompeya para que no sean siempre los mismos lugares los que están saturados de visitantes”, observa el superintendente.

En esta línea, el 17 de abril se inauguraron tres nuevas domus (antiguas casas romanas) y se han habilitado 9 nuevas rutas que serán incluso accesibles para personas con discapacidad. Además, está prevista la remodelación de los servicios y la instalación de nuevos paneles indicadores para que en 2015 el turista que visite Pompeya tenga una experiencia más completa. Lamentablemente, son planes a medio plazo en un momento de máxima urgencia y tensión.

La presión de los desprendimientos

Pese al enérgico impulso de la nueva dirección, la imagen de Pompeya ha sido fuertemente dañada. El mes de marzo fue significativamente complicado para las excavaciones con desprendimientos de gran repercusión que afectaron al Templo de Venus y a Porta Nocera, uno de los símbolos funerarios más representativos de Italia. El profesor Osanna asegura estar preocupado por los desprendimientos, pero los contextualiza dentro del encuadre de una ciudad en ruinas de más de 2.000 años con más de 44 hectáreas de extensión, “no podemos perder de vista que Pompeya es un centro arqueológico que funciona bien”.

Aunque los desprendimientos son una representación gráfica de los problemas a los que se enfrenta la excavación, lo que más preocupa al nuevo superintendente es “recuperar el tiempo perdido” con tres líneas de acción que mejoren y aseguren la imagen de la ciudad en ruinas.

Esto se traduce en un plan hidrológico que drene las zonas más sensibles del complejo para evitar nuevos desprendimientos; reforzar la seguridad de las zonas 5º, 6º y 7º de las excavaciones; y establecer una base documental informatizada usando tecnología satelital para tener una detallada información de toda Pompeya.

Todas estas líneas de acción se agrupan dentro del Gran Proyecto Pompeya, aprobado a principios de 2013 y para el que la UE ha aprobado un fondo de 105 millones de euros. El problema aquí está en cumplir los plazos de acción, ya que la UE no admite prórrogas y la tarea es ingente.

El propio Massimo Osanna, cuando tomó posesión del cargo, hizo un ademán de petición para que la presión del calendario se relajase, pero las críticas arreciaron en cuanto abrió la boca. “Tenemos preparado un cronograma para intervenir en el mayor número de acciones en el menor tiempo posible”, admite, consciente de que el tiempo y la presión precisamente no juegan a su favor en este enorme reto de que en 2015 la imagen y la seguridad del proyecto hayan sido renovadas.

En la actualidad hay cinco procesos de restauración en marcha, siendo el más importante los trabajos de drenaje. Además, este mismo mes el profesor Osanna asegura que diez domus más también comenzarán a ser reconstruidas.

Abanico de polémicas

El pasado 1 de abril el cuerpo de carabinieri denunció a ocho personas (cuatro prostitutas y cuatro clientes) de “actos obscenos en lugar público”. El “lugar público”, en este caso, son las inmediaciones de la Madonna de Pompeya. Y es que no se puede perder de vista que las excavaciones de Pompeya se asientan en una población con graves problemas socioeconómicos que son caldo de cultivo para que se agrave el índice de este tipo de situaciones.

Igualmente, se han denunciado robos de mosaicos en el interior de las excavaciones que han generado un vendaval de críticas en el panorama internacional y que, conjuntamente con la sucesión de desprendimientos, provocaron una reunión de urgencia convocada por el ministro de Cultura italiano, Dario Franceschini, para impulsar un urgente plan de acción que coordinase esfuerzos con la UE. Precisamente, en la UE la preocupación sobre este asunto es intensa, como demuestran las declaraciones de Johannes Hahn, comisario de Política Regional, que vino a decir que “cualquier desprendimiento en Pompeya es una derrota enorme”.

Clamor social

La sociedad civil también se ha movilizado para reclamar una mejor gestión arqueológica en Pompeya. Ayer mismo la asociación 'Sii turista della tua città' realizó un flashmob llamado 'Abbracciamo Pompei' (Abrazamos Pompeya). 1.000 personas entrelazaron sus manos para crear una cadena humana que rodeó la excavación para mostrar “una energía transversal de la fuerza de la ciudadanía” y para reclamar con urgencia acciones que recuperen el complejo.

El superintendente cree que este tipo de manifestaciones son positivas porque muestran que Pompeya es ante todo “un bien de la humanidad” del cual todos los ciudadanos deben sentirse “partícipes y responsables” al mismo tiempo. El objetivo es que la ciudad en ruinas más importante del planeta resista la segunda erupción que le ha tocado en suerte: el intenso turismo, la discutible gestión y el paso del tiempo.