El periodista y escritor Miguel Barrero ha recurrido a la ficción para desentrañar las claves del crimen no resuelto de un homosexual, ocurrido en 1976, que se transformó en una leyenda que perdura hasta hoy, en el libro “La tinta del calamar”, con el que opta al premio Rodolfo Walsh.
La plaza del periodista Arturo Arias, en Gijón, recuerda en una placa a Alberto Alonso Blanco, conocido como Rambal, que fue hallado muerto la madrugada del 19 de abril de hace 40 años en circunstancias que nunca fueron esclarecidas y que dieron lugar a la creencia popular de un complot para ocultarlas.
Rambal era un personaje muy querido en el antiguo barrio de pescadores de Cimadevilla, donde durante el día solía ayudar a los vecinos y por las noches se travestía y actuaba en locales de escasa reputación.
Todo el mundo conocía y respetaba la doble vida y su condición de homosexual, que podía ser penada incluso con la cárcel en aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes, ha recordado hoy el autor.
Su crimen desató una ola de rumores y la convicción social de que las autoridades policiales no llevaron a fondo la investigación por haber sido cometido por alguien vinculado a altas esferas del poder del régimen franquista.
En una rueda de prensa celebrada en la Semana Negra de Gijón, que concede el premio Rodolfo Walsh a obras de ficción basadas en hechos reales, Barrero ha dicho que durante muchos años quiso novelar esta historia pero no encontraba las herramientas literarias para hacerlo.
Finalmente, recurrió a su oficio de periodista para narrar los hechos y a la literatura de ficción para intentar responder a las incógnitas del caso, especialmente los motivos por los cuales la leyenda del crimen de Rambal sigue vigente.
El autor (Oviedo 1980), Premio Asturias Joven de Narrativa por “Espejo” y Prix International de Littérature Foundation Antonio Machado por “Camposanto en Collioure”, ha asegurado que siempre le sorprendió el impacto de este crimen en la sociedad.
“Más que intentar responder desde la literatura a la pregunta de quién fue el asesino, busqué los motivos por los cuales cuatro décadas después la gente le sigue recordando y comentándolo”, ha destacado.
Barrero ha considerado que, entre otras, una de las claves es el momento en el que se produjo, que coincidió con la muerte de Franco y el inicio de los cambios en España, aunque todavía el franquismo estaba muy vivo.
También el hecho de que la víctima fuera un homosexual querido y respetado y que el caso nunca fuera resuelto contribuyeron a forjar la leyenda, ha añadido el autor.
Además, ha dicho que se decidió a narrar esta historia ocurrida en un pequeño pueblo “de pescadores y cigarreras”, convencido de la globalidad de lo aparentemente local.
La mayor parte de los votos que recibió “La tinta del calamar” para ser finalista al Rodolfo Walsh han sido de lectores de fuera de Asturias, ha destacado el director de contenidos de la Semana Negra de Gijón, Ángel de la Calle.
La obra de Barrero compite por el galardón con “Nos vemos en esta vida o en la otra”, sobre el primer condenado por los atentados del 11M, de Miguel Jabois, y “El libro rojo”, una antología de crónicas policiales, de Gerardo Villadelángel.