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Carlos Álvarez celebra sus veinte años cantando en la Ópera de Viena

EFE

Viena —

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El 6 de febrero de 1995, un joven barítono llamado Carlos Álvarez se sube por primera vez al escenario de la Ópera de Viena, casi sin poder creérselo. Más de 200 funciones después, el artista malagueño celebra mañana dos décadas cantando en un teatro que es ya como su propia casa.

“Venir a trabajar no es sólo el hecho de cumplir con el requisito laboral, sino tener la posibilidad de poder disfrutar de un ambiente de trabajo que me gusta mucho y realmente es como venir a casa”, cuenta Álvarez a Efe en Viena tras uno de los ensayos de “I Puritani”, de Vincenzo Bellini.

El barítono compara esa seguridad de sentirse en casa con el “shock” que supuso su primera subida al escenario vienés, interpretando nada menos que a Fígaro en el “El Barbero de Sevilla”.

“El primer recuerdo de mi debut en la Ópera de Viena es brutal, porque en aquel tiempo sólo tuve la posibilidad de ensayar dos días en sala, sin tener contacto alguno con la orquesta, ni con el escenario, ni con el público por supuesto”, rememora Álvarez.

Dos décadas después, el cantante hace balance y asegura que si cantar en este teatro es ya un sueño convertido en realidad, formar parte de su historia y haber recibido el “certificado de calidad” que otorga Viena es algo muy especial que trasciende lo profesional y llega a lo personal.

“Esta casa para mí significa más que un teatro. Es, con diferencia, el teatro donde más he trabajado, donde más papeles he realizado y cuando llego aquí, desde el portero hasta la dirección tienen un trato afable, se alegran de verme”, cuenta.

El propio director del escenario vienés, el francés Dominique Meyer, ha dejado claro cómo de bien se recibe a Álvarez en Viena

“Todos en la casa se alegra cuando Carlos está aquí. Todos le queremos”, reconoce Meyer en declaraciones a Efe.

Para el director de la Ópera de Viena, Álvarez es “la encarnación del caballero barítono”.

“Tiene un timbre muy hermoso y verdaderamente noble. Y realmente noble es también su personalidad”, valora.

En 2007, Álvarez recibió el título de “Kammersänger”, una de las mayores distinciones que otorga Austria a los cantantes.

Respecto a si este aniversario supone que ha llegado la hora de hacer balance de la carrera, el malagueño, que en agosto cumplirá 49 años, se alegra de estar en un momento en el que no sólo puede mirar hacia atrás sino también, por edad y ganas, hacia el futuro.

“En ese sentido yo me siento cómodo, porque soy un hombre experimentado pero lo suficientemente joven y ilusionado para poder seguir mirando hacia adelante”, valora.

Álvarez tiene ya compromisos de trabajo a tres años vista y 2015 va a ser un no parar, con, entre otras, actuaciones en Berlín, Valencia, Oviedo, Córdoba, Madrid, Verona y Perelada.

Eso sí, una agenda y una actividad que, recuerda, depende siempre del “beneplácito del público”, lo que obliga a estar constantemente preparado física e intelectualmente.

“En cierto modo, yo creo que es un privilegio poder hacer un trabajo artístico y, hoy en día, cuando las cosas son aún bastante más difíciles para los que empiezan, poderme mantener en una buena calidad de trabajo me parece que es un logro importante”, afirma.

Justo por la incertidumbre y la temporalidad laboral propia del mundo de la ópera, Álvarez destaca que para los cantantes es indispensable que se creen atmósferas de trabajo que permitan seguir adelante.

Sobre el debate entre financiación pública y patronazgo privado del arte, Álvarez se muestra partidario de que la ópera, como manifestación cultural que es, “debe ser soportada por los estamentos públicos”.

Al tiempo, valora que sería deseable llegar a un sistema de mecenazgo como el de Estados Unidos.

“Pero no sólo por el beneficio fiscal, sino también porque la gente que aporta dinero a la cultura se siente parte integrante y partícipe del desarrollo de la cultura”, opina.

Para Álvarez, es indispensable una base de inversión pública que incluya la aportación privada para asegurar que la música en España siga adelante en las mejores condiciones.

“Si no, nos vamos a ver abocados a que solo los músicos de renombre van a ser atraídos por los teatros, por los festivales, incluso por las compañías privadas que hacen sus conciertos, dejando en la estacada a un montón de músicos de enorme formación en nuestro país pero que no tendrían una primera oportunidad”, advierte.

Álvarez encarnará mañana, sábado, a Sir Riccardo Forth en la primera de las cuatro funciones de “I Puritani” que ha programado la Ópera de Viena para esta temporada.

Por Antonio Sánchez Solís