Mientras Carmen Cervera negocia con el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, el contrato de alquiler de su colección de arte por 20 años a cambio de 130 millones de euros, ha vendido una de las piezas capitales de la misma: Puente de Charing Cross, que Claude Monet (1840–1926) pintó en 1899. Se trata de uno de los cuadros que la vicepresidenta del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza sacó del centro en enero de 2020 para ponerlos a la venta, junto con Caballos de carreras en un paisaje (1894), de Edgar Degas, y El 'Martha Mckeen' en Wellfleet (1882), de Edward Hopper. Tal y como confirma el museo Louvre de Abu Dabi a elDiario.es el paisaje del maestro impresionista cuelga en sala, junto con otras dos pinturas del artista, desde el 21 de diciembre de 2020 y “pertenece a una colección privada de los Emiratos Árabes Unidos”, no a la de Carmen Cervera. Este periódico se ha puesto en contacto con Cervera, que después de ofrecer tres versiones distintas sobre los hechos prefiere no confirmar ni desmentir la venta.
El Museo Louvre de Abu Dabi anuncia en su web el “extraordinario préstamo” que ofrece a los visitantes del museo. En el Puente de Charing Cross, Monet explora las condiciones atmosféricas creadas por el movimiento, a pesar de la densidad de la niebla“, explican desde la franquicia del museo francés en el emirato. Junto al Charing Cross se pueden visitar otros dos cuadros de Monet, uno de los almiares de la campiña francesa (pintado en 1891) y En la barca (1887). ”Todos reflejan la precisión científica de Monet al capturar los efectos de luz sobre color y visibilidad“, señalan desde el museo. Su director, Manuel Rabaté, alaba la ”generosidad de los socios prestamistas“ de Francia y de los Emiratos Árabes Unidos, porque gracias a ellos los visitantes tienen la posibilidad de observar tres ”obras maestras rara vez vistas en esta región“.
Para Tomás Llorens, primer director artístico del museo durante 14 años y responsable del orden actual de las salas de la colección del barón y del de las de Cervera, el cuadro de Monet era “muy importante en la colección”. No tanto como Mata Mua, pero explica que esa pintura que ya está en manos de otra colección privada “consagra definitivamente su paso al simbolismo” y es “capital” en el camino de Monet hacia la abstracción, cuyo paradigma representa su serie de los nenúfares. Para Llorens es una pérdida importante, pero también advierte que nadie contaba con que esta y las otras dos pinturas –que salieron el 30 de enero de 2019 del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, rumbo al mercado internacional– volvieran a regresar a la colección privada de la viuda del barón Thyssen.
La venta de la pintura de Monet, que estaba valorada por la Garantía del Estado español –el seguro– en 15 millones de euros, habría sido privada, a través de su marchante en Abu Dabi, y no en subasta, tal y como ha podido saber este periódico. El precio podría haberse aproximado a los 23 millones de euros de otro Charing Cross vendido por Sotheby's Nueva York, un mes antes de que Cervera sacara el suyo del Thyssen. Claude Monet llegó a Londres en 1899 y se obsesionó con la niebla y la vista de este puente, de la que realizó una serie de 37 pinturas hasta 1905.
Alto voltaje político
Las obras de Monet, Degas y Hopper abandonaron las salas del museo madrileño gracias al acuerdo al que Cervera y sus abogados llegaron, en diciembre de 2019, con José Guirao, entonces ministro de Cultura. El pacto era que el Estado alquilaría la colección a razón de siete millones de euros anuales, durante los siguientes 15 años, prorrogables por cinco años más. La condición que puso Guirao fue que no se podía excluir del acuerdo Mata Mua, de Paul Gauguin. A cambio, en la decimoquinta renovación del préstamo, Cervera excluyó las tres pinturas mencionadas para su venta. Tanto el Degas como el Hopper podrían haber corrido la misma suerte. De hecho, Cervera anunció en 2017 su intención de vender el guache de Degas por 28 millones de euros.
A las dos semanas del acuerdo entre Cervera y el ministro, Pedro Sánchez cesa a Guirao de su cargo y nombra en su lugar a Rodríguez Uribes. La vicepresidenta del museo nacional aprovecha la situación para romper el acuerdo y reclamar el permiso de exportación de Mata Mua también. El 30 de marzo el nuevo equipo al frente de Cultura le concede el permiso de exportación al cuadro, a pesar de que los plazos administrativos estaban suspendidos desde la declaración del estado de Alarma, según la disposición adicional tercera.
El ocho de junio de 2020, el cuadro de Gauguin abandona la institución madrileña, camino de una cámara acorazada en Andorra. A finales de enero de 2021, con Mata Mua fuera del museo, Carmen Cervera logra pactar con Uribes el alquiler por 20 años que reclamaba desde 2017. El contrato debería haberse firmado hace un mes, pero la residencia de las pinturas en paraísos fiscales ha retrasado la operación. Este periódico informó de que la propietaria los ha regularizado sus sociedades en Andorra para poder alquilar las obras al Estado español. Para el ministro Uribes, “era necesario que volviera Mata Mua, que es el buque insignia de la colección”. De los otros tres cuadros el ministro no dijo nada. Además, con el cuadro de Gauguin fuera, el museo sufrió una fuerte sacudida en su Patronato con la dimisión de Miguel Satrústegui y la llegada de Borja Thyssen, que ya adelantó el deseo de que su hijo herede su cargo vitalicio en la vicepresidencia.
Venta, dimisiones y herencias
Cervera ha hecho un movimiento idéntico al de julio de 2012, cuando vendió la otra joya de su colección depositada en el Thyssen, La esclusa (1819-1825), de John Constable (1776-1837), por 28 millones de euros, en una subasta en Christie's de Londres. El barón lo había adquirido en 1990, por 13 millones de euros en otra subasta. Para los especialistas La esclusa era mucho más importante que Mata Mua. Entonces fue Norman Rosenthal, exdirector de la Royal Academy de Londres y contrario a la venta del cuadro, el que dimitió como patrono del museo. Cervera aseguró que se deshizo de la preciada pieza por “problemas de liquidez”, razón que se repite como leitmotiv desde entonces.
El barón Thyssen y Cervera fundaron la colección común a mediados de los ochenta y continuaron durante los años noventa. Adquirieron cerca de mil cuadros, la mayoría en subastas internacionales y compartieron la propiedad. De esta manera se aclaraban el reparto de la herencia con el resto de la familia Thyssen. Es decir, el núcleo más sobresaliente del fondo Cervera es una escisión de la colección Thyssen, que compró el Estado en 1993. La parte restante, 125 pinturas alojadas en sociedades inscritas en el paraíso fiscal de las Islas Cook y Caimán, son las que el barón entregó en herencia a su esposa (además de muebles, tapices, alfombras y esculturas). La parte más sobresaliente de los fondos de Cervera la componen el impresionismo y el postimpresionismo.
En la visita virtual al museo madrileño, Charing Cross todavía cuelga en la sala K1 de Pintura europea, del Siglo XIX. Impresionismo y postimpresionismo, y en la tienda online se puede comprar un póster de la vista por 9,70 euros, a pesar de residir desde hace cuatro meses en el Museo del Louvre de Abu Dabi. El Monet se exponía en el Thyssen desde 2004, en los dos palacios adyacentes a la sede del Museo Nacional Thyssen–Bornemisza que el Estado compró y reformó por 38 millones de euros, para albergar y conservar la colección privada de Cervera, compuesta ahora por 425 cuadros. La parte importante del museo es la colección de 775 cuadros que el Estado español compró a su difunto marido, en 1993, por 350 millones de dólares (288 millones de euros). Hasta el momento ambas se han expuesto segregadas en espacios diferentes: la de ella en 16 salas y la de él, en 48. Sin embargo, tras la firma del contrato el museo sufrirá una reforma narrativa para integrar ambas y que Mata Mua sea el nuevo icono, desplazando al Retrato de Giovanna Tornabuoni (1480), de Ghirlandaio.