Esta 75 ceremonia de los Globos de Oro será recordada como un hito en la historia de los premios. Por primera vez, el feminismo no quedaba relegado a un discurso sobre la brecha salarial o a una declaración encendida con dos copas durante la cena.
Por primera vez, el feminismo lo fue todo. Tiñó de negro la alfombra roja, nombró a los violadores que tantos años han sido innombrables, dio puntada tras puntada en el escenario y premió a los productos comprometidos en la era del me too.
Ese es el caso de Tres anuncios a las afueras y Lady Bird, ambas alzadas como Mejor película en drama y comedia respectivamente. La primera cuenta la historia de una madre coraje cuya hija ha sido violada y asesinada en un pueblo donde los policías están más ocupados torturando a afroamericanos que haciendo justicia. La segunda es el retrato más elocuente sobre la madurez femenina que hemos visto en años.
Las protagonistas, Frances McDormand y Saoirse Ronan, galardonadas como Mejor actriz en las dos categorías, se acordaron sobre el escenario de aquellas mujeres que “están provocando este cambio tectónico”, como dijo la veterana.
Sus homólogos, en cambio, dieron un cariz más cómico a su discurso. Gary Oldman, premiado como Mejor actor de drama por El instante más oscuro, bromeó con las veces que su mujer tuvo que dormir con su álter ego, Winston Churchill, y James Franco subió al escenario con el suyo para agradecerle el triunfo de The disaster artist en la categoría hermana (con momento de robo de micrófono incluido).
Pero la noche no había acabado para Tres anuncios en las afueras. La película de Martin McDonagh desbancó a Guillermo del Toro en Mejor guion, que tuvo que conformarse con Mejor dirección y banda sonora, y completó el cuarteto de globos dorados con el Mejor actor de reparto para Sam Rockwell. Le acompañó en esta categoría la llamada Meryl Streep de la televisión, Allison Janney, por representar a la madre de la patinadora Tonya Harding en Yo, Tonya.
En una gala trufada de categorías y con poco artificio, a diferencia de los Oscar, el tiempo es susceptible de pasar agónicamente despacio. Y así fue por momentos. Sin embargo, el presentador Seth Meyers y algunas de las mujeres premiadas jugaron con las manecillas del reloj para convertir una ceremonia de tres horas en una sucesión de grandes frases para la historia.
“Somos las líneas y nosotras las escribimos”
El gran acierto de esta edición de los Globos de Oro fue reconocer desde el primer minuto a las estrellas de la gala. No fue La forma del agua, líder en nominaciones, ni Kirk Douglas, que celebró sus 101 años en el Beverly Hilton de Los Angeles, o Harvey Weinstein, el hombre más odiado de Hollywood. Las protagonistas fueron aquellas que salieron a la luz hace tres meses y provocaron un tsunami de concienciación en una industria llena de dinosaurios, hombres y blancos.
Seth Meyers les cedió el foco en sus primeras líneas de discurso, que manejó con agilidad y fiereza al disparar contra los presuntos violadores. Tuvo dardos para Weinstein, por supuesto, pero también para Kevin Spacey y Woody Allen. “Es 2018, la marihuana por fin se ha autorizado y el acoso sexual por fin no. Empieza bien el año”, apuntaba el humorista.
Pero no fue él quien se llevó las grandes ovaciones, sino las actrices que utilizaron su minuto de gloria en nombre de todas. Empezó el elenco de Big Little Lies, la más premiada de la noche en las categorías interpretativas y en la de Mejor miniserie.
“El poder, para las mujeres”, así de contundente estrenó Nicole Kidman el atril de los agradecimientos. “Mi personaje representa la violencia sexual. Espero que haya un cambio a través de las historias que contamos y que mantengamos la conversación viva”, afirmó sobre Celeste, la mujer que llevó a la pantalla una historia de maltrato contradictoria y real. Su compañero en el drama, Alexander Skarsgard, se hizo con el de Mejor actor de reparto por representar al monstruo disfrazado de míster universo.
“Vamos a enseñar a nuestros hijos que hablar abiertamente sin miedo a represalias debe ser nuestra nueva guía”, pidió Laura Dern, también premiada por Big Little Lies. Por útlimo, Reese Witherspoon, una de las mentes más combativas de este año y cerebro del proyecto, tranquilizaba a las víctimas de violencia machista al recoger el premio a Mejor miniserie. “Siempre os vamos a escuchar”, aseguró la actriz.
Como no podía ser de otra forma, Elisabeth Moss, galardonada como Mejor actriz de serie dramática por El cuento de la criada (vencedora también en la categoría principal), recogía el testigo en uno de los mejores discursos de la noche.
“Esto es de Margaret Atwood: fuimos las que no salíamos en los periódicos, estábamos entre líneas, en el espacio en blanco entre las historias. Margaret Atwood, esto es por ti y por todas las mujeres, antes y después que tú, que han sido valientes y hablaron de la desigualdad y la injusticia. Ya no vivimos en esos huecos entre las historias, somos las historias, somos las líneas y las escribimos nosotras mismas”, dedicó Moss a la autora canadiense.
Pero, sin duda, el momento más emotivo, elocuente, feminista y ovacionado de la 75 edición de los Globos de Oro lo protagonizó la ganadora del premio Cecile B. DeMile. Oprah Winfrey subió como homenajeada y regaló un discurso largo y maravilloso que ni los impacientes de producción se atrevieron a cortar.
“Sé que habrá alguna niña viendo cómo me convierto en la primera mujer negra que recibe este premio. Es un honor y un privilegio compartir la noche con todas ellas”, dijo la presentadora haciendo gala de su don para comunicar. Siguió recordando el caso de Recy Taylor, una mujer negra violada en 1944 por seis hombres blancos que murió hace diez días sin haber conseguido justicia. Habló de las mujeres del mañana, que “ojalá no tengan que pronunciar me too nunca más”.
Y, sobre todo, habló de “un nuevo día, y cuando ese día amanezca, será gracias a muchas mujeres magníficas, algunas de las cuales están en esta sala”. Todas ellas, “han vivido demasiados años en una cultura destruida por hombres poderosos y brutales. Pero su momento ha llegado. Time's Up”, dijo en referencia a la iniciativa formada por 300 de las actrices más poderosas de Hollywood y que ha creado un fondo de defensa legal destinado a ayudar a mujeres con menos recursos.
Oprah Winfrey pasará a la historia dentro de unos Globos de Oro que también harán lo propio por su valentía. Pero, como recordó la periodista y actriz, “hoy somos las protagonistas” y hay que procurar que no se quede solo en un momento aislado de lucidez. El camino que ha abierto el me too acaba de empezar.
Barbra Streisand lo dejaba claro al anunciar el último premio: “¿soy la única mujer que ha ganado el Globo a mejor directora? Y eso fue en 1984, han paso 34 años de aquello. Time's Up”. Ha llegado el momento.