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Alemania estrena un documental sobre la mafia de los bebés robados en el franquismo

“Es uno de los mayores escándalos de la historia moderna europea: durante la dictadura de Franco incontables bebés de los adversarios políticos fueron adoptados por la fuerza”. Así de claro y directo se anuncia el documental producido por Soilfilms en cooperación con la televisión pública de Baviera (Bayerischer Rundfunk) y el canal franco-alemán ARTE.

El viernes 7 de abril se estrena en los cines alemanes, con el título La herencia de Franco: los bebés robados en España (Francos Erbe - Spaniens geraubte Kinder, en alemán). “Lo que comenzó como una acción de limpieza política se convirtió en un lucrativo negocio”, afirma la sinopsis de la película.

La directora alemana Inga Bremer recoge los testimonios de dos afectadas por la mafia robabebés que actuó hasta bien entrados los 90. Bebés que las asociaciones de afectados calculan en más de 300.000, que habrían sido secuestrados, apartados de sus padres al nacer, a quienes aseguraban que había muerto para venderlos a continuación.

“Los maquinadores fueron médicos, monjas, curas, trabajadores sociales y notarios”. La descripción del documental ofrece la oportunidad de apreciar cómo se ven desde fuera, desde Alemania en este caso, una serie de violaciones de los derechos humanos más básicos, que en el centro mismo de la sociedad española parecen en ocasiones no tener la importancia debida, casi comparables a otros vestigios de la dictadura sobre los que hay que pasar página sin plantearse mayores preguntas.

La película introduce un tema casi desconocido para la sociedad alemana a través de dos protagonistas que narran su calvario y con las que el espectador puede llegar a sentirse identificado con facilidad.

Clara Alfonsa tuvo una hija con 14 años. Le dijeron que estaba muerta y, 27 años después, se reencuentra con ella. Alicia, por su parte, busca a sus padres biológicos después de descubrir, tras el fallecimiento del que creía su padre, que él y su madre adoptiva habían pagado una buena suma por comprarla. El tercer protagonista es el abogado Enrique Vila Torres, que se ha especializado en filiaciones familiares después de que a los 23 años descubriese que él también era adoptado. Hasta hoy, sigue buscando a sus padres.

“Todos los que trabajaban en el hospital sabían lo que allí pasaba”, explica una antigua enfermera de una clínica que relata a cara tapada cómo se llevaban a cabo los robos. Su imagen, sentada a contraluz frente a una ventana, es la que aparece en el cartel y uno de los momentos de mayor tensión del documental.

“Fue muy complicado realizar esa entrevista”, explica a eldiario.es la directora Inga Bremer, sobre esta conversación, el momento en el que la película recuerda más a un documental de investigación sobre un tema que sigue estando de máxima actualidad.

Lo que el documental no cuenta

Habría sido un reto indagar en las historias de algunos de los secuestrados que fueron vendidos en el exterior, ya que el espectador alemán no llega a saber que se dio el caso. “Pero ello habría excedido nuestro proyecto”, explica Bremer, “eran demasiadas historias y no habría podido hacerles honor como hubiese querido”.

También, en especial para el público de Alemania, habría sido de gran interés contar los comienzos de dicha práctica, que hunde sus raíces en la eugenesia teutona, con el médico franquista Vallejo Nájera como máximo exponente de la idea del “gen rojo” que hay que extirpar.

“Podría haber utilizado mucho material de archivo, de Franco y Hitler, contando todas las implicaciones políticas, pero entonces habría hecho otra película”, explica la directora. “Me he querido concentrar en destino personal de dos mujeres, en mostrar cómo una madre que ha encontrado a su hija y una hija que busca a sus padres biológicos se enfrentan a esa situación, y lo que esa búsqueda provoca en ellas”.

En la película no aparece la Iglesia, que tal como denuncian las asociaciones de víctimas, se niega a abrir archivos necesarios para las investigaciones. Inga Bremer asegura que trató por todos los medios de que declarasen, pero se dio de frente contra un muro. “Noté muy rápido que es un tema que está muy reciente y que es casi tabú en la sociedad”. Tampoco se apunta a responsables concretos algunos, ni siquiera se habla del famoso juicio en el que se comenzó a juzgar a la monja Sor María Valbuena, que no llegó a ser juzgada porque falleció antes. Ni se habla del auto del juez Garzón y de cómo éste fue apartado de sus funciones.

“Los alemanes no conocen a casi ningún político español, por eso hemos tratado simplemente de dejarlo abierto, y de mostrar, que de alguna forma, son las mismas personas las que siguen mandando y podrían tener relaciones con la mafia del robo de bebés”, explica Bremer cuando le preguntamos por qué no habla con periodistas especializados como por ejemplo Maria José Esteso Poves, que hizo una serie de reportajes de investigación, que luego publicó en un libro y que apuntaba directamente a varios políticos del Partido Popular con relación familiar en la trama.

La película llega ahora a los cines alemanes y podrá verse en televisión después en el canal francoalemán ARTE y a finales de año en la televisión pública alemana BR. Vale la pena pararse a verla porque muestra dos historias concretas de una forma muy delicada. Incluso para el espectador español resultaría interesante el visionado, ya que algunas de las víctimas en España han pasado de plató de televisión en plató y se les ha dado un tratamiento amarillista, pero esta obra devuelve a los afectados una parte de su dignidad robada.