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ENTREVISTA Cineasta

Cesc Gay: “Vivimos tan deprisa que acumulamos ropa sucia emocional sin tiempo de lavarla”

El realizador de Truman lleva más de veinte años firmando comedias agridulces y dramas con chispas de humor. Se inició con una introducción artesanal en el indie estadounidense, Hotel room, y fue fijando su posición como cineasta mediante Krámpack y En la ciudad, un retrato de frustraciones urbanas. Sus siguientes producciones, Ficció y V. O. S., tomaron más riesgos y cosecharon una menor repercusión comercial. Las historias corales de Una pistola en cada mano contribuyeron a resituarle en el mapa y Truman suposo su consagración como realizador maduro.

Su nueva película, Sentimental, parte de una obra de teatro propia: Los vecinos de arriba. Una pareja en crisis comienza a discutir porque ella ha invitado a cenar a la pareja que vive en el piso superior, aparentemente muy ruidosa en sus relaciones íntimas. Javier Cámara interpreta al marido ácido, más bien amargado, que no tiene muchas ganas de ejercer de anfitrión. Griselda Siciliani encarna a la esposa que quiere salvar la velada. Y los sorprendentes huéspedes, a los que ponen rostro y cuerpo Belén Cuesta y Alberto San Juan, llevan el conflicto mucho más allá de lo que podría esperarse.

Gay ha apostado por seguir el esquema general de los montajes teatrales del texto, que llevó a los escenarios de Barcelona y Madrid. Sentimental es una comedia breve, de espacio único y tiempo continuo, absolutamente basada en los diálogos y las interpretaciones a parte del cuarteto. Los desencajes en las maneras de vivir la vida y la sexualidad se convierten en el centro de una apuesta cómica que busca la incomodidad sostenida y puntuada por estallidos de carcajada perpleja. Detrás de todo ello traslucen, sin disimulo, heridas y frustraciones.

El estreno de la película rompe una larga racha del realizador, que llevaba casi toda su carrera estrenando un filme cada tres años. En esta ocasión, han transcurrido cinco. En medio de ellos, no hubo precisamente un parón creativo: tuvieron lugar las representaciones de Los vecinos de arriba y el rodaje de la serie televisiva Félix.

Se reencuentra con el cine pero lo hace a través de la adaptación de una obra de teatro, algo que ya ha sucedido varias veces en su filmografía, aunque nunca con material propio.

En este caso, debo decir que escribí el texto sin tener muy claro qué iba a hacer con él. Cuando el proyecto de Truman se fue armando y definiendo, pensé que era mejor llevar Los vecinos de arriba a la escena, porque llevaba tiempo con ganas de dirigir dramaturgia. A pesar de eso, me quedó el gusanillo de hacer una película, sobre todo porque era un texto muy inspirado en la comedia americana de Ernst Lubitsch, de Howard Hawks...

Menciona referentes del Hollywood clásico, pero Sentimental se está comparando más con filmes como ¿Quién teme a Virginia Woolf? o Un dios salvaje, que también parten del teatro, se emplazan en espacios reducidos y se basan en diálogos muy continuos.

Lo sé, lo sé. Yo escribí el texto inspirado por este tipo de comedias ácidas y rápidas de los años treinta. Pero sí, también hay propuestas como las que has citado, que han ido forjando una cierta tradición de películas de cámara, con pocos personajes conversando o discutiendo en un espacio cerrado. Álex de la Iglesia hizo algo parecido con Perfectos desconocidos. Es casi como un subgénero.

¿Cómo se plantea el rodaje de esta “película de cámara”? ¿Se sintió tentado en algún momento de incorporar algún elemento fuera de esa noche, de ese piso y su rellano?

La verdad es que siempre sentí que se transformaría en otra cosa si hiciese este tipo de cambios. Y podría haberlo hecho, es algo perfectamente lícito. En Krámpack hice una adaptación muy libre de la obra teatral de Jordi Sánchez, por ejemplo. En este caso, creía que la gracia era el tiempo continuo y rápido, el diálogo puro. Romperlo con secuencias ubicadas fuera del piso, con elipsis temporales, lo hubiese transformado en otra cosa. Un rodaje así no era muy complicado de llevar a cabo. Así que, una vez pudimos encontrar una fecha con Javier Cámara, nos decidimos a hacerla.

Sentimental trata la extraña noche de una pareja que recibe en su casa a unos vecinos que practican sexo ruidosamente. ¿De verdad se basó en una experiencia real?

Sí, el detonante de todo fue que mi vecina empezó a liarla y eso generó un pequeño debate en casa. Mis hijos eran más pequeños y surgieron debates curiosos sobre porqué ella gritaba de esa manera. De ahí surgió una escritura que no quise controlar mucho. Aunque no suelo escribir sin saber perfectamente qué estoy haciendo, esta vez me dejé llevar. Creo que tienes que permitir sorprenderte a ti mismo cuando escribes un tipo de diálogos y una comedia como esta. Arranqué a través de esa anécdota, y todo lo demás ya fue de mi cosecha.

Entre sus creaciones está Salva: todos tenemos algún amigo o conocido como él, que se enorgullece de ser directo y sincero, pero llega a generar bastante malestar. Alberto San Juan lo interpreta mezclando lo inocente y lo perverso...

Esa era la idea. Hay personas que son así, gente que te dice las cosas con una crueldad que te deja perplejo. Hablan desde un lugar que parece naïf e ingenuo, pero te hacen daño. Y Alberto tiene esa capacidad como comediante de que, con muy poquito, le saca la comedia a todo.

El espectador puede encomendarse a este personaje porque es un troll que tensa la situación hasta que caen las máscaras de lo socialmente correcto. ¿Quería estimular algo cruel del espectador, que desease que todo reventase para reír con el resultado?

Sí, quería trabajar ese tipo de comedia que se basa en la sorpresa y la perplejidad, pero también en el estallido de conflicto… y en la incomodidad de tener que disimular. Para eso, los vecinos son un vínculo ideal: en un primer momento, dejas pasar cosas para evitar conflictos... Con un amigo es diferente, porque si hace algo que te molesta se lo puedes decir a la primera o a la segunda vez. Casi toda la obra trabaja este clima incómodo.

Desde En la ciudad le persigue cierta etiqueta de 'retratista de una generación'. En Una pistola en cada mano criticaba las masculinidades de esa generación. En sus obras, ¿se centra en personajes y situaciones concretas o piensa más en proyectar una visión del mundo?

Un poco de todo. A veces puedes observar muy de cerca un personaje y un conflicto, pero después tiene que haber una visión general, un poco más desde arriba, de pensar qué estás dibujando y qué estás proyectando. Por mi parte, siempre retrato un tipo de personajes con los que el protagonista puede empatizar y puede identificarse, porque está más o menos cerca de ellos, porque no son zombis ni asesinos en serie. Mis películas están pobladas de eso que sería la gente normal.

El personaje de Javier Cámara podría tener su componente generacional: parece que ahora abundan las frustraciones mal llevadas, resentidas, muy visibles porque las diseminan las redes sociales.

Nos ha tocado vivir esta época y no sabría compararla con otras, pero me parece que vivimos tan deprisa que acumulamos ropa sucia emocional sin tiempo de lavarla. De vez en cuando, abrimos el baúl y vemos que toda está sucia. Creo que hay un ritmo diario que no te permite ni tener tiempo de sentir las cosas que sientes. Y se acumulan, sean reproches u otra cosa. Creo que esta celeridad que se va incrementando tiene algo que ver con las redes sociales, donde parece que cada día se acabe el mundo.

Todos los personajes del filme tienen alguna faceta muy criticable, como todo el mundo, pero parece que quiera poner el foco en estas pequeñas miserias. ¿El fondo de Sentimental es ácido?

Si, bastante. En el festival de San Sebastián, alguien me dijo irónicamente: “¿Cómo que has hecho una comedia? ¡No te lo crees ni tu!”. Sí que hay una parte de conflicto que es áspera y es amarga. A mí me salen las cosas así, mezclando los géneros. Truman no era del todo un drama, porque no pude evitar que el humor la empapara. Y esta no es una comedia amable y ligera, sino que tiene mala hostia.

En todo caso, no convierte al personaje de Cámara en una diana parlante. Llega a ser desagradable, pero permite que trasluzcan heridas e incluso que se escenifique la posibilidad de un cambio...

Sí, porque después de la batalla, después del conflicto, surge algo. Y ese algo no tiene porqué ser negativo. De los conflictos también pueden surgir cosas positivas, cosas que regeneran. No diré que el final incluye esperanza, porque esta palabra no me gusta mucho, pero sí que planteo esta idea de intentar luchar un poco por las relaciones. Cada día cambiamos de teléfono móvil, de coche, de todo. Parece que las parejas se desmontan con una gran facilidad. E incluyo ese gesto de intentar perseverar un poco con los vínculos.

¿Si se detiene e intenta mirar en perspectiva su vida a esa edad parecida a la del dolido anfitrión de Sentimental, cómo valora su trayectoria? ¿Alguna frustración en particular?

Muchas, como todo el mundo. Pero comencé a estudiar cine como podía con veinte años y nunca me imaginé que podría hacer las películas que he hecho. En este aspecto, me siento contento. Creo que es un privilegio seguir trabajando en una profesión tan complicada. No me puedo quejar.

Ha comentado que tienes otro filme en perspectiva. ¿Cómo se presenta este periodo tan incierto?

Pues no lo sé. En el cine y en cualquier otro ámbito, todos estamos igual: no sabemos si parar o no parar. Pero sí que hay una película a la que llevaba tiempo dándole vueltas, Historias para no contar. Episódica, como Una pistola en cada mano, pero un poco distinta. La idea es rodarla a partir de febrero o marzo. Veremos.

En una entrevista dijo: “Cuanto menos se hable con los vecinos, mejor”. Aunque la obra de teatro y la película le traigan alegrías, ¿seguirá manteniendo esa posición?

Bueno, esta entrevista la contesté en el supermercado mientras compraba con mi hija, y este comentario que iba medio en broma me persigue por Internet. Lo que quería decir es que con los vecinos hay que manejarse con respeto y consideración, pero que quizá es recomendable mantener una cierta distancia. Si hablas mucho, como sucede en la película, te puedes encontrar con alguna sorpresa.

El hecho de que no use redes sociales puede entenderse también en esta linea de no exponerse demasiado.

Sí, pero no es algo que nazca de una gran reflexión. Sencillamente, me gusta el anonimato. Y no sé qué placer hay en contarse a uno mismo en los medios.

¿Y en contarse a través de tus personajes? ¿Alguno de los protagonistas de Sentimental tienen que ver usted?

El bombero, el bombero. Los lectores ya lo entenderán cuando vean la película.