'Campeones' arrebata el trono a 'El reino' en unos Goya con mensaje
Los guionistas de la 33ª edición de los Goya prometieron que Silvia Abril y Andreu Buenafuente iban a destilar humor blanco. Por suerte para todos, no ha sido eso lo que ha ocurrido esta noche en el Palacio de Congresos de Sevilla. Igual que El reino, la ganadora al peso de la velada, los presentadores no han dudado en repartir a los políticos de todas las formaciones, de izquierda a derecha (incluso a la extrema).
El primero en recibir el dardo ha sido el presidente del Gobierno, que ha estrenado su mandato como el antecesor: dejando la butaca vacía. “Su excusa ha sido un mitin en Zaragoza, que ya habrá terminado a estas horas, digo yo”, ha dicho Buenafuente. Hasta su exministro más breve, Màxim Huerta, ha tenido la oportunidad de entregar un premio. Pero lo que siempre pide la Academia es que prevalezca lo importante en la fiesta del cine, y de esto último la gala ha ido sobrada.
Como decíamos, el thriller político de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña se ha alzado con siete de las trece nominaciones a las que aspiraba. “Ha sido fruto del azar”, ha dicho el director al recoger el último de sus cabezones. Antes, han ido muchos otros incluyendo el de actor de reparto para Luis Zahera, protagonista para Antonio de la Torre, el de guion original y mejor montaje.
Pero los de El reino no han sido los mejores discursos. Ese honor le corresponde al equipo de Campeones, cinta que ha dado un giro inesperado a la gala arrebatándole el gran premio a Sorogoyen. “Cuando empezamos a sumergirnos en este proyecto, se hablaba de discapacitados intelectuales, después de personas con discapacidad. Hoy, tengo la enorme felicidad de constatar se ha acuñado un nuevo término mucho más preciso: campeones”, ha dicho el director Javier Fesser invitando al equipo entero a subir al escenario.
También ha emocionado Jesús Vidal con un discurso que bien merecería una crónica aparte. Un ejemplo de elocuencia y sensibilidad, en el que el ganador a Mejor actor revelación ha hecho un llamamiento a la “inclusión, diversidad y visibilidad”.
En la categoría homóloga, Eva Llorach ha cumplido su sueño de marcarse un Frances McDormand en los Oscar y ha pedido que se pusieran en pie a todas las nominadas. “Sois muy pocas”, ha gritado con su premio por Quién te cantará en las manos, a la vez que reclamaba más historias para “mujeres a partir de los 40, 50 y 60, porque seguimos existiendo, no nos metemos en un agujero negro”.
El tercer puesto en el podio de los discursos lo ostenta Arantxa Echevarría, ganadora a mejor dirección novel por su romance entre dos gitanas lesbianas. La cineasta le ha dedicado la película Carmen y Lola a “aquellos que no permiten amar diferente, a los que no son capaces de ponerse en la piel de la minoría, a quienes no creen que sea necesaria una ley de violencia de género y a los que piensan que no corresponde a la sanidad pública el aborto y la reasignación de género”.
Una forma sutil de apelar sin dar promoción a un partido que no ha sido invitado a la gala y al que Pedro Almodóvar directamente ha negado “la existencia”.
La cinta de Echevarría también se ha alzado con el premio a mejor actriz revelación para Carolina Yuste, que ha mostrado su orgullo por participar en un proyecto donde “el 70% del equipo son mujeres en puestos de toma de decisión” y que hace del mundo “un lugar más sanito”.
Alto al fuego con las plataformas
La sensación general de estos Goya es que la Academia ha querido hacer justicia con muchas de las películas. De ahí el galardón a La noche de 12 años en guion adaptado, a Susi Sánchez por su papel protagonista en La enfermedad del domingo, o los que se ha llevado El hombre que mató a Don Quijote y La sombra de la ley en las categorías técnicas.
Mención aparte merece el premio a Roma como mejor película iberoamericana, que por muy esperado que fuese ha abierto un sano debate que ni se planteaba hace un año. “El cine no va a vencer a la televisión. La televisión no va ni debe vencer al cine. Esto tiene que ser una alianza entre ganadores. No podemos afrontar este momento con complejos”, ha dicho el presidente Mariano Barroso en un discurso dedicado a las nuevas plataformas. A su lado, un vacío doloroso que pertenecía a Yvonne Blake.
La anterior presidenta de la Academia ha despertado una de las más largas ovaciones de la gala durante el In Memoriam. Este año, además, la sección ha contado con el piano en directo de James Rhodes, una de las presencias más esperadas de la noche. Junto a él, Rosalía y su masiva interpretación de Me quedo contigo, de Los Chunguitos, que ha completado Amaia (y su clásico amaiazo) con un remix de todas las canciones nominadas junto a Rozalén y Judit Neddermann.
La 33ª edición de los Goya no será recordada como la más feminista, aunque los gags y discursos han sido más espontáneos que los de la pasada, ni como la más política, aunque los líderes asistentes (y ausentes) han recibido algún que otro varazo. Pero su sensibilidad musical y humana bien se merecerían pasar a los anales.
Silvia Abril ha recordado lo necesaria que es una presencia femenina dirigiendo una gala que desde hace años rezuma testosterona. Su contrapunto clown a Buenafuente y las referencias nada veladas a esta lacra demuestran que los Goya andan sobrados de lemas inclusivos y faltos de acciones representativas. Queda esperar que, el próximo año, la necesidad de ‘más mujeres’ se resuelva con algo mas que con diez letras estampadas en un abanico.