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“Los actores hemos rodado muchas veces gratis porque somos unos románticos”

Lola Dueñas (Barcelona, 1971) y Anna Castillo (Barcelona, 1993) aseguran que son lo opuesto a los personajes de Viaje al cuarto de una madre. Desde luego lo parece. Las dos son mujeres con carácter, sentido del humor y un motor de torbellino que arrasa por el festival de San Sebastián. Pero a medida que la conversación avanza, salen a la luz ligeras similitudes con la madre y la hija de la película.

Aunque la primera a diferencia de Estrella no tiene hijos y la personalidad de la segunda está a años luz de la reservada Leonor, los sentimientos de la película dirigida por Celia Rico son universales. Va sobre dos mujeres que deben aprender a compartir su amor sin necesidad de compartir espacio. Va sobre las ansias juveniles de independencia y sobre la soledad impronunciable cuando un hijo se va y deja un santuario en forma de habitación vacía.

Viaje al cuarto de una madre fue uno de los cinco proyectos presentados por mujeres cineastas en el festival de Donosti, donde ganó el Premio de la Juventud, y este fin de semana ha llegado a las salas. Allí nos reunimos brevemente con sus protagonistas para hablar de uno de los debuts más prometedores del año de cara a los Goya -el de Rico- y de su viaje personal en un proyecto con sello íntegramente femenino.

Ambas sois ganadoras de un Goya, y tan pronto trabajáis con grandes figuras del cine como con debutantes. ¿Influyen los premios a la hora de escoger un proyecto?

Anna Castillo: No lo sé, yo creo que lo importante son los proyectos bonitos, de calidad y hechos con cariño.

Lola Dueñas: Además, el Goya es un momento puntual de tu vida como actriz.

A.C: Sí, es verdad. De hecho, solo cuando lo has dicho me he acordado (risas). Nada, hay que seguir currando.

¿Diferencia eso a España de otras industrias con star system y más pendientes de los galardones como Hollywood?star system

L. D: Yo creo que aquí no existe un star system. Pero sí que existe una industria que peleamos, que cuidamos, en la que rodamos como bestias y que apoyamos para que haya directores que rueden por primera vez. Aquí cada uno da lo que puede dar. Pero es evidente que no hay una industria potente como puede haber en Francia.

Quizá es un sistema más horizontal. ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene eso?

L.D: Eso es malo siempre. Aquí la historia es que tampoco tenemos apoyo de quien deberíamos tenerlo y es muy difícil salir adelante sin ayuda. Si el Estado no cuida su cine, es muy complicado que lo podamos hacer nosotras.

En España somos unos currantes y, por qué no decirlo, también unos románticos. Está muy bien que la gente lo sepa. La imagen que se da en los premios no es cierta. Hemos rodado millones de veces gratis y lo seguiremos haciendo porque somos unos románticos y nos gusta nuestro oficio.

El acierto de la película es que la relación madre e hija es minimalista y muy cercana. ¿Dónde habéis rebuscado para trabajar estos papeles?

A.C: En Celia. Celia nos regaló los personajes, porque el guion estaba escrito de una manera preciosa y contaba exactamente lo que tenía que contar. Leonor es una chica muy alejada de mí y tuve que confiar muchísimo en ella para dejarme llevar por la intimidad que suponía adaptarse a la mesa camilla y al amor por Lola (Dueñas).

L. D: Yo lo mismo. En el guion y en Celia, porque no soy madre y el personaje me pillaba lejísimos. Entonces lo vas construyendo con varias cosas, como el que hace un puzzle.

A.C: Yo sí que busqué un poco en mi infancia, cuando era más pequeña. Volví a esa niña que está cómoda en casa con su madre, que la necesita y que sabe que su madre también la necesita a ella. Regresé a esa vulnerabilidad.

No se suele tratar de forma tan cruda el síndrome del nido vacío en el cine, y aquí precisamente es lo que hila el relato.

A.C: Con esta película he aprendido lo poco explotadas que están las relaciones madre e hija, y me parecen interesantísimas. Todas las mujeres que conozco tienen un tema con su madre y está poco contado en el cine, en la ficción en general. Pero las historias de verdad y no el cliché de madre pesada. Viaje al cuarto de una madre se cuenta desde el amor absoluto.

L.D: Es lo más bonito de la película y lo más interesante, porque a su vez es lo más complejo de contar.

La emigración de la hija también es un reflejo de la crisis, de lo duro que es a veces irte a trabajar de cualquier cosa. ¿Romantiza el cine la fuga de cerebros?

A.C: Yo pienso que la fuga de cerebros en la vida real es lo mismo. Al final es gente muy válida que no se puede quedar en su país y se va a trabajar de au-pair, de camarera o de lo que pille. Igual sí está un poco romantizado, pero no les quito valor.

L.D: Si te vas allí por lo menos tienes algo con lo que ganarte la vida. La historia es que la gente que se va es porque aquí no puede ni trabajar.

Lola, has desarrollado gran parte de tu carrera en Francia. ¿Te identificas con el sentimiento de desarraigo de la película?

L.D: Yo creo que cuando estás fuera no eres la misma que cuando te marchaste, porque evidentemente has emprendido un viaje vital que te cambia un montón de cosas. No es fácil volver, para nada. Tú puedes volver a tu tierra y estás rara, distinta, no eres la misma que cuando te fuiste.

El director de San Sebastián dijo que era “demencial” que le felicitasen por llevar a cinco directoras. Celia es una de ellas. ¿Pensáis como él que no es para estar orgullosos?

L.D: Yo creo que es el principio de algo.

A.C: Sí se están haciendo cosas. También se ha movilizado el colectivo de mujeres directoras de fotografía, se han juntado para hacer fuerza porque hay ocho. Yo sí que creo que estamos viendo directoras con mucha potencia, mucho movimiento, y yo sí tengo esperanza.

Veo repartos femeninos, veo personajes femeninos interesantes que hace diez años o incluso cinco no veía. Queda mucho camino por recorrer, pero veo luz. Por lo menos a mi alrededor sí hay movimiento.

La actriz catalana Julia Barceló dijo que el cine español no está preparado para un me too porque sería poner nombre a compañeros. ¿Pensáis igual?no está preparado para un me too

L.D: A mí no me ha pasado jamás nada desde que empecé a ser actriz.

A.C: Bueno, es que veces tenemos la sensación que no nos ha pasado nada porque lo hemos normalizado, y no hablo de acoso. Yo tampoco he vivido situaciones de acoso por suerte, pero sí tengo la sensación de que a veces, cuando he estado rodeada por un elenco masculino o trabajando con hombres, tenía que demostrar el doble para que se me hiciera el mismo caso. Pero estoy de acuerdo con ella en que es muy difícil poner a la gente en el paredón porque entonces se reduce bastante el tema.

Entonces, ¿os sentís más cómodas en proyectos dirigidos por mujeres como este?

L.D: La primera mujer directora con la que he rodado en España ha sido Celia, y ya con eso digo todo. Llevo veintimuchos años de profesión y nunca había rodado con una mujer en España. La experiencia me ha encantado, pero me ha encantado por Celia.

A.C: Yo sí he trabajado con más mujeres. Con Icíar [Bollaín] y con Los Javis, donde el reparto era íntegramente femenino. Estoy más acostumbrada a trabajar con mujeres y la verdad es que me encanta. Creo que las chicas creamos un compañerismo muy guay, por lo menos desde mi experiencia. Me hacen sentir relajada y armada. Luego también he trabajado con chicos y me he sentido feliz, pero me gusta más trabajar con mujeres y ver que salen cosas tan maravillosas.

Lola, has tenido la suerte de ser una chica Almodóvar. ¿Estamos avanzando a una época donde no haya que estar al lado de un hombre para destacar?

L.D: Pero eso es fantástico. Yo creo que tampoco nos podemos ir por ahí porque ser chica Almodóvar es una maravilla. No pasa nada. Yo creo que precisamente fue tan importante porque un hombre escribía papeles para mujeres y entendía el universo femenino. En ese caso era todo lo contrario.

A.C: Ahora vamos a estrenar Arde Madrid, dirigida por Paco León y escrita por Ana Costa, su mujer. Y te juro que el personaje de Inma Cuesta y el de Ava Gardner, que lo hace Debi Mazar, son odas al feminismo contado desde el franquismo, en una época muy opresora. Yo he tenido la suerte de currar con los Javis, que también son odas al feminismo. Entonces yo sí veo cosas guays hechas también por hombres.