El actor Jean-Paul Belmondo, uno de los rostros más célebres del cine francés gracias a interpretaciones como las de Pierrot el loco o Al final de la escapada, de Godard, ha muerto a los 88 años, en su casa, según confirma su abogado a la Agencia France-Presse. “Llevaba tiempo cansado, ha muerto en paz”, ha detallado su representante legal. Su mirada azul, su nariz rota, su impronta de caradura, le harían trascender todos sus personajes, ser siempre Belmondo.
Nacido en el privilegiado Neuilly-sur-Seine, a las afueras de en 1933, creció en el seno de una familia de artistas. Jean-Paul, hijo de un reputado escultor, se convirtió en uno de los rostros más célebres de la nouvelle vague a sus 26 años, gracias a su papel como protagonista del primer largometraje de Jean-Luc Godard, Al final de la escapada (1959). Estudió teatro en el Conservatorio de París y actuó durante varios años en escenarios de provincias antes de lanzarse a la conquista del teatro parisino; también interpretó papeles secundarios en varias películas.
Su papel en Al final de la escapada le convirtió en una de las estrellas del cine francés y un icono, que reforzaría con el papel protagonista en Pierrot el loco (1965), un filme tras el cual la etiqueta de enfant terrible sería difícil de olvidar.
Su magnetismo en pantalla le brindó una gran popularidad en todo el mundo. Después de su consagración apareció en numerosas producciones, estrenando hasta cinco y seis películas al año a lo largo de la década de los sesenta. Llegó a aparecer, en diez años, en casi cincuenta cintas de producción internacional. De esta década destacan títulos como Dos mujeres (1960), de Vittorio de Sica; El confidente (1962); La estafadora (1963), que coprotagonizó con Jeanne Moreau; El ladrón de París (1967), de Louis Malle y el filme de François Truffaut La sirena del Mississippi (1969).
En 1964, Belmondo y Geraldine Chaplin cruzaron los Pirineos para rodar aquí Secuestro bajo el sol, en la que un grupo de criminales internacionales planean un golpe en España. Bébel, como le apodaban cariñosamente, actuó en total en más de 80 películas. En los ochenta fundó su propia compañía de producciones, Cerito Films. La película que protagonizó en 1973, Le Magnifique (en España, Cómo destruir al más famoso agente secreto del mundo), le proporcionó el sobrenombre por el que es conocido en Francia.
En 1987 volvió al teatro para interpretar el papel protagonista en la obra Kean, de Jean-Paul Sartre, con la que obtuvo un importante éxito; tres años después fue de nuevo aclamado por su actuación en Cyrano de Bergerac, la célebre comedia de Edmond Rostand. Desde los años 90 prefirió centrarse en la producción y en el teatro, con algunas incursiones como actor en la gran pantalla. Entre sus papeles más célebres destacan Borsalino (1970), con Alain Delon; El cuerpo de mi enemigo (1976); Simpático y caradura (1984); Uno de dos (1997), de nuevo junto a Delon; y Los actores (2000).
En el año 2001, a los 68 años, sufrió un accidente cerebro-vascular mientras estaba de vacaciones en Córcega. Como resultado del ictus, quedó aquejado de una parálisis del lado derecho del cuerpo, incluido el rostro. Este episodio le mantuvo alejado de los focos en los años siguientes y le dejó sin habla durante seis meses. Regresó en 2008 con la que sería su última película, Un hombre y su perro, basada en el film de Vittorio de Sica, Umberto D., que accedió a rodar para mostrarse tal y como era, a sus 75 años y con las secuelas de su ataque. “Soy yo, sin efectos especiales. Espero ser un ejemplo para muchos”, dijo en una entrevista en The New York Times en 2009, al respecto de su proceso de recuperación.