Es significativo que hayan tenido que pasar casi tres décadas para que un premio como el Goya a Mejor Dirección Novel tenga más directoras que directores nominadas. Y lo es porque la última vez que se dio este hecho, fue la primera ocasión en la que se entregaba. Desde entonces, el premio que reconoce a aquellos talentos de nuestro cine que estrenan su primer largometraje ha estado dominado por hombres, tanto en nominaciones como en ganadores.
En 1990, la cuarta edición de la gala, compitieron por el primer Goya de la historia a Dirección Novel Ana Díez con Ander y Yul, Isabel Coixet con Demasiado viejo para morir joven, Cristina Andreu con Brumal, Xavier Villaverde con Continental y los hermanos Ríos con Guarapo. Se lo llevó la primera y, desde entonces, solamente cuatro mujeres más han ganado el mismo premio frente a veinticuatro hombres.
La 33 Edición de los Premios Goya, que se celebrará el próximo sábado 2 de febrero en el Palacio de Congresos y Exposiciones Fibes de Sevilla, presenta circunstancias muy parecidas a las de entonces. Compiten por llevarse la estatuilla Andrea Jaurrieta, Arantxa Echevarría, Celia Rico y los hermanos Esteban Alenda. Hablamos con ellos y ellas sobre qué significa esta casualidad y sobre si, en todos estos años, se ha construido un cine español más feminista.
Una nueva generación, ¿con futuro?
“Quiero creer que significa que hay una nueva generación de mujeres que queremos contar historias y hacer cine”, afirma Arantxa Echevarría a eldiario.es. Para ella, que este año haya una mayoría de mujeres en la categoría que representa a los nuevos talentos de la industria audiovisual española es un signo de los tiempos que vivimos: “Me parece destacable que la Academia se haya fijado en nosotras. Al margen de que exista esa generación con más mujeres a los mandos, resulta que también hacemos cine de calidad”, opina la directora de Carmen y Lola.
Andrea Jaurrieta coincide con su compañera: “Creo que es síntoma de las nuevas generaciones”. Según ella, “las escuelas están llenas de chicas que quieren dirigir. Hay muchísimas directoras haciendo cortos. Pero faltaba que 'nos permitieran' llegar a los largometrajes de ficción”, explica la realizadora nominada por su película Ana de día. “En el terreno del documental sí encontramos mujeres dirigiendo pero en las ficciones, dónde hay que apoquinar dinero, de repente desaparecen”.
“A nosotros no nos resulta nada extraño que haya mujeres directoras en nuestro cine. Sobre todo mujeres directoras de nuestra generación”, opinan los hermanos César y José Esteban Alenda, nominados por drama romántico con toques de fantasía Sin Fin. “Nosotros, que venimos del mundo del cortometraje, hemos coincidido con grandes directoras muchas de las cuales han dado el salto al largometraje con mucho éxito”.
Para Celia Rico, que opta al galardón por Viaje al cuarto de una madre, “es un motivo de celebración que esta edición haya tres directoras en la candidatura”, aunque señala “que para que exista un cambio real las carreras de esas directoras deben poder desarrollarse y existir a largo plazo”. Y espera que lo de este año, “no se quede en visibilizar caras nuevas, sino en crear industria”.
Con ella coinciden tanto Echevarría como Jaurrieta. “Espero que dentro de cuatro años estemos nominadas a Mejor dirección o Mejor película”, explica la primera, “si conseguimos eso, significará que esta generación y la que viene tienen a más mujeres al mando”.
De hecho, Jaurrieta recalca que el acceso a presupuestos más holgados sigue estando en manos de hombres: “Es lo que se ve, lamentablemente. Yo he trabajado para productoras en las que para dirigir una película de acción, buscaban siempre a un hombre. Todavía tenemos ese lastre: parece que solo podemos hacer películas pequeñas o intimistas”, explica. “Si te fijas, este año las tres películas de directoras son súper independientes. No creo que sea casualidad”, opina.
Más representatividad en más campos
En este sentido -y siguiendo con la comparación histórica-, de las directoras que estuvieron nominadas en 1990, realmente solo continúa rodando Isabel Coixet. Cristina Andreu no hizo nada más después de Brumal. Ana Díez, quien se llevó el cabezón, ha hecho tres largometrajes de ficción en estas tres décadas, amén de dos documentales.
Una industria más igualitaria no pasa por nominar a mujeres para que las cámaras las enfoquen la noche de la gala. Pasa por que exista un tejido que les permita construir una carrera tras la nominación.
Sin embargo, según el último informe de CIMA -Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales-, la estructura laboral del cine español sigue estando profundamente masculinizada. En la distribución por profesionales del sector cinematográfico, refiriéndonos a cargos de liderazgo y responsabilidad, el 76% son hombres, mientras que las mujeres representan una minoría del 24%. Es más, en activo tenemos 88% de directores frente a un 12% de directoras.
“Creo que lo más difícil es conseguir hacer la segunda película”, opina Arantxa Echevarría. “Cuando en la nominación a Mejor Dirección haya una mayoría de mujeres, entonces estaremos hablando de un cambio de verdad. Hasta entonces, esto no es más que un 'minicambio'”, afirma a este periódico.
“Es la historia de siempre”, opina Andrea Jaurrieta, “en proyectos más pequeños, donde hay gente más joven, encuentras más igualdad”. Sin embargo, puntualiza que esto tiene otra lectura también desalentadora: “Hay más mujeres en estos ambientes de la industria porque es gente que está empezando y les da igual cobrar menos. Pero cuando te vas a las grandes productoras te encuentras una vieja escuela que todavía es mayoritariamente masculina. Gente que dice comentarios como que 'las mujeres no pueden ser eléctricas porque no pueden cargar los focos'. Algo completamente absurdo. La escuelas de cine están llenas de chicas poniendo focos”, cuenta.
En este sentido, en 2017 y según datos de CIMA, la representatividad de la mujer en los diferentes cargos relacionados con el cine español sigue siendo desigual. Los cargos con menor representatividad de mujeres corresponden a Efectos Especiales (1%), Composición musical (4%), Sonido y Dirección de Fotografía (7%). ¿ Y los de mayor? Diseño de Vestuario, con un 86%, seguido de Maquillaje y Peluquería con un 77%.
“Es importante darle continuidad a la política del ICAA hasta que efectivamente lleguemos a una verdadera paridad”, opinan los hermanos Esteban Alenda. “Pero hace falta que se sostenga en el tiempo. Hay departamentos donde la presencia femenina sigue siendo residual. Es muy importante que se den estas situaciones para que las nuevas generaciones perciban el mundo del cine como un sector inclusivo para la mujer”.
“Creo que al final no deja de ser una problemática presente en toda la sociedad”, defiende Celia Rico. “Aunque haya políticas concretas que puedan ayudar a hacer entre todos una industria más igualitaria, creo que al final es un tema de educación en igualdad”, reflexiona la directora de Viaje al cuarto de una madre.
Una industria hecha a medida del hombre
Para conseguir un tejido empresarial más igualitario, las realizadoras de nuestro país tienen que poder desarrollar una carrera de la que puedan vivir. Parece una obviedad, pero para llegar hasta la nominación a Mejor Dirección Novel, todas han sacrificado mucho. A Arantxa Echevarría le costó seis años levantar Carmen y Lola, a Andrea Jaurrieta ocho conseguir la financiación, dirigir y estrenar Ana de día. Y a Celia Rico y los hermanos Esteban Alenda cuatro años rodar Viaje al cuarto de una madre y Sin Fin respectivamente, y eso que venían de realizar un cortometraje que les abrió las puertas del circuito. Es habitual, dadas las dificultades, que muchas realizadoras tiren la toalla antes de conseguir rodar su primera película.
“Nos hemos perdido muchas historias contadas por mujeres”, afirman los hermanos Esteban Alenda a eldiario.es. “También historias contadas por una generación de cineastas a los que nos ha costado mucho hacer nuestra primera película. Pero nos ha llegado el momento y tenemos que aprovecharlo”.
“No me creo que desde los noventa hasta ahora no haya habido proyectos pensados por mujeres en un cajón, ni tampoco que no hubiese talento para que se llevasen a cabo. Talento ha habido, lo que no ha habido es confianza en nosotras”, afirma Celia Rico. “Cuando hablamos de estos temas, lo mejor es remitirnos a los datos, que son los que mejor reflejan lo que pasa en nuestra profesión”, expresa la directora de Viaje al cuarto de una madre.
“Sinceramente, creo que he tenido más problemas por ser mujer de los que habría afrontado un hombre a la hora de dirigir su primera película”, cuenta Arantxa Echevarría. “Creo que nos hemos perdido muchas historias. Mira, el mundo del cine es muy complicado. Abunda el freelance y la inestabilidad. Y si encima eres mujer y quieres ser madre, más complicado aún”, dice. Para la directora de Carmen y Lola, “llegas a una edad en la que la mujer tiene que decidir, ya sea directora de cine o no, si quiere conciliar, si quiere dedicarse a lo suyo o no… es muy complejo”.
Para Andrea Jaurrieta, “muchas escuelas de cine y universidades tienen más mujeres que hombres matriculadas. ¿Por qué luego, a la hora de entrar en puestos importantes, se invierte esa pirámide? Hay una ruptura ahí con gente muy preparada que, de repente, no llega a los puestos de responsabilidad”, explica. En este sentido, apunta hacia la misma dirección que su compañera de candidatura: “No sé si es que la sociedad está montada de manera que una mujer a determinada edad tiene que tener otras prioridades, como el hecho de ser madre. Y que igual a los treinta, socialmente, un hombre puede tener más tiempo libre… no sé, intento buscarle explicaciones pero es complicado”, reflexiona la directora de Ana de día.