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Entrevista

La madurez de Patrick Criado, el actor que comenzó jugando y reivindica la importancia de “saber decir que no”

Patrick Criado en la redacción de elDiario.es

Javier Zurro

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A Patrick Criado se le ha visto crecer, de forma literal, en la pantalla. Tenía 13 años cuando los espectadores le vieron por primera vez –antes ya había salido en películas como Las 13 rosas dando vida al petulante y repelente Nuño en Águila Roja. La serie de aventuras de TVE que se convirtió en un fenómeno de masas y terminó seis años después. Aquel chaval rubio, de inmensos ojos azules y desparpajo incontrolable se había convertido en un joven, y su adolescencia había pasado ante los ojos de cinco millones de personas cada jueves.

No es fácil que actores que se exponen tanto desde tan pequeños consigan labrar una carrera sólida posteriormente. Es fácil encasillarse y acabar sepultado por una fama y un personaje que marcan demasiado. Pero de vez en cuando hay nombres que rompen esa maldición y, a base de trabajo, talento y paciencia consiguen demostrar que aquello que se veía siendo niños no era solo desparpajo, sino un talento que había que darle forma. 

Criado comenzó a demostrarlo pronto. En 2013, con apenas 18 años, se convirtió en uno de los protagonistas de La gran familia española y logró una nominación al Goya al Mejor actor revelación. Eran los primeros síntomas de que aquel niño iba a ser un gran actor, pero la confirmación ha llegado gracias a dos de las mejores series que se han hecho en España en los últimos años. La primera, Antidisturbios, donde Rodrigo Sorogoyen volvió a mostrar su talento para sacar lo mejor de sus actores y logró una interpretación de Patrick Criado que era puro fuego. Violencia y rabia contenida en un papel desagradable que le valió un premio Feroz al Mejor actor de reparto en televisión.

La segunda acaba de terminar su emisión en Atresplayer Premium. Se trata de Las noches de Tefía, primera ficción para televisión del dramaturgo Miguel del Arco que cuenta la historia de unos presos del campo de concentración franquista de Tefía. Lo hace con su particular estilo, creando un cabaret imaginado donde los presos sueñan con escapar y poder ser ellos. Criado es uno de los protagonistas con una transformación apabullante. Con un acento de Cádiz y una mezcla de fragilidad y arrojo deja sin palabras. Es la confirmación del actor. La madurez de aquel niño y el comienzo de lo que debería ser una lluvia de papeles.

Ha encadenado la promoción de la serie con un nuevo rodaje, el de Hildegart, con Paula Ortiz, y aunque cansado se encuentra contento por el recibimiento de la serie, pero sobre todo por “el momento en el que ha salido la serie”. “Es un momento crucial en el que se están replanteando ahora todos los derechos que habíamos conseguido. De repente parece que estamos volviendo atrás, y que justo la serie se haga en este momento es necesario, cuando hay una reacción y gente cuestionando estos derechos. Una parte de España que quiere violarlos y hubo mucho sufrimiento por alcanzar esos derechos”, dice con seguridad.

Una serie como 'Las noches de Tefía' te obliga a posicionarte políticamente, pero es que yo considero que hablamos de derechos humanos más que de política

Una serie que habla de “un hecho que no se conoce”. “Ni yo ni mis amigos ni mucha gente incluso más mayor sabíamos que existiera un campo de concentración entre los años 50 y 60 en el que metían a los homosexuales”, algo que le ha, de alguna forma, obligado a posicionarse políticamente en las jornadas promocionales. “Evidentemente te obliga a posicionarte políticamente, pero es que yo considero que hablamos de derechos humanos y tengo el convencimiento que esto es una cuestión que va más allá de la política. Hablamos de derechos humanos y si los queremos o si no los queremos, y creo que al final es relativamente sencillo posicionarme. No debería ser ni siquiera un debate”, zanja.

Un juego de niños 

Recuerda sus comienzos como “un juego”. Un juego divertido que para él era real. “Es muy fuerte porque no recuerdo la sensación de tener que ir a trabajar y recuerdo lo vivido como algo real. Hace poco le contaba a alguien que, cuando era pequeño, tuve un papel en Las 13 rosas. En un momento en la película en la que estaban entrando los fascistas en Madrid e iban cantando el Cara al Sol yo tenía que ir preguntándoles a los soldados si tenían leche merengada o algo así. Y yo eso lo recuerdo como algo real que yo he vivido de verdad”, dice con una sonrisa en la cara. Pronto vio que el juego era pasión, y que quería dedicarse a ello.

Empezar tan pronto y en una serie de tanto éxito le hizo también enfrentarse a una fama que como adolescente no es fácil. “En mi caso la fama ha ido como por picos. Hubo un momento en el que entendí que era algo irreal, que era algo que ocurría cuando había rodado algo y se emitía, pero que luego no perduraba en el tiempo. Luego volvías a hacer otra cosa, se emitía y volvía otra vez. Pero sí es verdad que cuando era más pequeño sí recuerdo ciertos momentos de estrés en el que por primera vez empezaban a invadir espacios míos personales. En una discoteca, en un parque... Pero siempre me ha preocupado más el cómo le afectaba a la gente con la que estaba. Luego aprendes también a gestionarlo, y también tus amigos, y no le dan más importancia que la que la que tiene. Pero sí que sufría bastante por la gente que había a mi alrededor. Mi familia, mi hermano, mis amigos... esa invasión que había de repente en momentos”.

Los malos días de rodaje son como “haber perdido una final de Champions”, pero al día siguiente vuelve con la misma energía. “La verdad que me gusta mucho esto, me apasiona, me encanta lo que hago y yo quiero dedicarme toda la vida a esto, porque es que es tan cambiante. Es que cada vez que empiezas un rodaje o un proyecto no sabes nada, es alucinante. Toda la seguridad que has podido tener con un proyecto, con un personaje, con los compañeros, de repente llegas a otro y no tienes ni idea de cómo se habla, de cómo mueve, de cómo mira, de cómo siente. Las personas que tienes al lado del equipo tampoco les conoces. Todo es tan nuevo siempre que es algo que yo necesito, ir cambiando, y esta profesión me ofrece esa posibilidad de empezar de cero constantemente”.

No es fácil empezar de cero después de un guion como el de Las noches de Tefía, que marca tanto a nivel personal y profesional. “Cuando uno está en un proyecto que le llena el alma y que cuenta una historia que cree necesaria y que encima está contada con amor… eso es algo que que supera tus expectativas y es inevitable pensar que el siguiente quieres que sea mejor. Y ahí es donde hay que tener cuidado porque desde mi punto de vista, mi experiencia me dice que siempre que estás en un proyecto así, lo siguiente no va a ser así, y hay que seguir trabajando para seguir aprendiendo”, analiza sobre los vaivenes de una carrera.

Selecciona con mimo los proyectos, y por eso sabe que a veces es “complicado encajar” que no todos lo son. Por eso para él es “súper importante” saber decir que no. “Siempre se ha dicho que la carrera de los actores se forja con el no. Y yo soy muy de decir que no”, dice y suelta una carcajada antes de puntualizarlo: “A veces pienso que igual me estoy pasando, pero bueno, de momento sigo mi intuición. Tengo a unas personas, unos representantes maravillosos a los que escucho y me escuchan y estamos en sintonía, pero es muy importante saber decir que no, pero luego también hay muchos factores en este trabajo. Está el factor económico, y puedes necesitar el trabajo”. 

Siempre se ha dicho que la carrera de los actores se forja con el no. Y yo soy muy de decir que no

Para eso él tiene mentalidad de cigarra, como la de la fábula. “Yo creo que es importante también en este curro ir ahorrando, ir teniendo un colchoncito económico para poder permitirte en determinados momentos decir que no, porque así cuando digas que sí, es porque sí. Pero claro, esto es un trabajo, hay compañeros míos que tienen una familia, que tienen que cuidar de sus padres, que tienen hijos y entonces a veces tienes que aceptar”.

A su nuevo proyecto, Hildegart, le dio el sí claro. Le gustaba el guion y la directora, Paula Ortiz. Pero Patrick Criado tiene un lema: “Un sí claro no es nada”. Y lo explica: “Esto me lo decía a mí mi padre, que también hablo mucho con ellos. Decir un no es quitarte de encima una movida muy gorda. Pero decir un sí supone involucrarte personalmente en una experiencia que no sabes cómo va a ir, quién va a estar ahí, quién me va a arropar. Es una incertidumbre brutal porque no sabes dónde te metes y siempre hay mucho miedo”.

El rodaje lo está disfrutando, y lo une a Las noches de Tefía, porque se encuentra entre otro proyecto “bastante necesario y habla de un momento que se parece demasiado a lo que está pasando ahora en España, con una reacción y unas corrientes fascistas que amenazaban con la integridad, con la democracia y con el ansia de libertad que se vivía en aquel momento”. Para el recuerdo se lleva un momento que nunca pensó que viviría: “Es muy fuerte que hemos estado en la película rodando una película de Amazon cantando la Internacional”. 2023 ha sido su año, el de la confirmación de aquel chaval que jugando encontró su pasión.

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