Oliver Stone no ha tenido nunca problemas en decir lo que le ha dado la gana. Puede que incluso en algún momento esa sinceridad le haya perjudicado en un Hollywood donde hay que medir cada declaración. Stone siempre ha ido contracorriente. Con su aura de enfant terrible, llegó a una industria llena de niños buenos y la puso patas arriba. Él había estado en Vietnam y sabía lo que era sufrir de verdad. Todo aquel dolor y aquel trauma lo sacó de sus entrañas en forma de guiones salvajes como los de El expreso de medianoche y Scarface; y, sobre todo, como director en películas como Salvador o Platoon.
Su activismo político, sus documentales entrevistando a Hugo Chávez o Fidel Castro; le han colocado en esa lista de ‘rojos’ de Hollywood junto a Jane Fonda o Susan Sarandon. El macartismo ya no existe, pero la industria siempre acepta mejor a alguien que no se mete en problemas que a aquellos que aprovechan su posición para cambiar las cosas.
Un activismo que, en el caso de Stone, no llega de casa. Su padre trabajaba en Wall Street y él hasta votó a Reagan, como revela en unas memorias, En busca de la luz (Libros del Kultrum), en donde mira hacia sus primeros 40 años de vida. Lo que hay en sus páginas es un repaso a una vida marcada por dos sucesos: el divorcio de sus padres y la Guerra de Vietnam, cuyas heridas siguen latiendo en él y en Estados Unidos. Entre medias, una radiografía sin piedad de Hollywood, las drogas y una industria donde siempre fue un pez fuera del agua. Sobre todo ello conversa con elDiario.es por videollamada.
¿Por qué ha decidido publicar ahora sus memorias? No sé si es un deseo suyo o una oferta de una editorial.
No. Era mi deseo. Yo quería ser novelista cuando era joven. Escribí este libro [saca un ejemplar antiguo de su mesa], El sueño nocturno, cuando tenía 19 años, antes de convertirme en cineasta. Trataba de mi vida hasta esa edad. Yo era un egoísta en ese momento. Lo que quería saber era quién era yo y no lo sabía. Quería saber dónde estaba. Las preguntas básicas que creo que todos nos hacemos o deberíamos hacernos. Sócrates ya se preguntó: “¿Sabes quién soy yo?”. Pero yo con 19 años estaba muy confundido, muy deprimido en ese momento porque mis padres se habían divorciado y fue un divorcio doloroso porque yo era hijo único y la familia estaba realmente destrozada. Fue mucho más turbulento de lo que me habían dicho y eso fue bastante desilusionante.
Eso me alejó de EEUU por un tiempo. Dejé la Universidad de Yale abruptamente después de un año porque no era feliz y quería ver el mundo porque no sabía mucho sobre él. Me fui a Vietnam como profesor y trabajé allí durante dos períodos escolares. Luego me uní a la marina mercante y, finalmente, regresé a EEUU. Luego me volví a inscribir y después escribí un libro. Más tarde, me matriculé nuevamente en la Universidad de Yale, pero no pude continuar. No tenía ganas y terminé el libro. Fue rechazado, rechazado, rechazado… Y eso me dolió. Ya no quise ser escritor de novelas. Odiaba ese mundo. Todo llegó a un punto crítico y regresé a Vietnam como soldado, queriendo descubrir la verdad sobre quién era yo. Y si no, me matarían. Así es como yo lo vi. Fui muy fatalista, pero sobreviví, regresé y… bueno ya lo sabes porque imagino que has leído las memorias.
Sí, por supuesto. Luego acabó en la universidad, donde tuvo como profesor a Martin Scorsese.
Sí, acabé en la NYU. Tuve profesores maravillosos, incluido a Martin Scorsese. Me inspiraron muchísimo con su pasión y tuve claro que quería ser cineasta y no novelista. Pero nunca perdí mi deseo de escribir, así que como guionista traté de moldearlo. Escribí unos ocho, nueve o 10 guiones a lo largo de los años y traté de entrar en el negocio del cine de esa manera. Y finalmente lo hice.
La Guerra Fría fue una invención para militarizar la sociedad. Para mantener el ejército, la Armada, la Fuerza Aérea… para gastar ahí el dinero. Su prosperidad económica es el resultado de la guerra
Leyendo sus memorias me pregunto si, de no haber ido a Vietnam, hubiera sido director de cine. No sé si hay una relación directa entre esos dos acontecimientos.
Escribo sobre eso en el libro. Si estás en la jungla y eres un hombre clave, siempre tienes que prestar atención y sientes las cosas de otra manera. Es intenso. Es en tres dimensiones. Tienes que saber lo que hay a tu alrededor. Y algo así es lo que siente un director cuando dirige. Cuando trabajaba en la Universidad de Nueva York, sentí que la cámara era como mis ojos y ese era el mundo que estaba describiendo. Hice dos cortometrajes y luego hice una película que consistía en tres cortometrajes, y uno de ellos fue elogiado por Marty [Scorsese].
Eso me inspiró a creer que podía ser cineasta, lo que me llevó a un viaje de nueve años para intentar dirigir pero sin renunciar a escribir. En aquella época no se veía la escritura de guiones como necesaria. Fue por la Nouvelle vague. Había una sensación de que los guiones podían improvisarse, cosa que yo no hice. Siempre respeté a los guionistas y creo que ese no era el caso en la Universidad de Nueva York, que era más bien una escuela de autores. Todos los jóvenes estudiantes querían ser directores.
Su vida ha estado marcada por el divorcio de sus padres y por la Guerra de Vietnam
Creo que el divorcio me afectó más cuando era más joven, porque pensaba que mis padres eran felices juntos, y no lo eran. Aprendí lo que son las mentiras. Vi que todo era mentira y las mentiras crecieron. A medida que creces, empiezas a darte cuenta de que las mentiras se dicen todo el tiempo. Fui a Vietnam y el Gobierno estadounidense nos dijo mentiras sobre esa guerra. Nos dijo que era una guerra que nos trajeron los comunistas, que nos provocaron y que éramos los buenos. Y viví toda esa mierda y esa propaganda. Toda mi vida he sufrido la propaganda.
Mi padre era conservador y estaba en contra de la Unión Soviética. Y yo también viví todo ese discurso de que la Unión Soviética está a punto de invadir EEUU, de que están por todos lados, en nuestras escuelas, nuestros sindicatos… Todo era una mierda. Todo fue una mierda. Pero nosotros seguimos adelante. La Guerra Fría fue una invención para militarizar la sociedad. Para mantener el ejército, la Armada, las Fuerzas Aéreas… para gastar ahí el dinero. Su prosperidad económica es el resultado de la guerra. Eso es todo. Algunas personas creen que no, pero eso fue un mito que nos vendieron. El principio organizador de la sociedad es la preparación para la guerra, es lo que dice Donald Sutherland en JFK y eso parece ser cierto en el caso de EEUU, pero no es así, no tiene por qué ser verdad. Pero así son las cosas. La situación empeoró cada vez más después de la Segunda Guerra Mundial. Creció y creció y creció y creció. Y ahora es un monstruo. Es un monstruo enorme.
¿Cree que las heridas de la Guerra de Vietnam siguen presente en EEUU y en el mundo actualmente?
Sí, porque EEUU nunca ha dicho la verdad. Creo que Platoon fue una de las primeras películas que realmente mostró algún tipo de realidad sobre Vietnam. Demostró que era una guerra mucho más fea de lo que la gente creía. Fue racista en muchos sentidos. Estábamos luchando contra personas que pensábamos que eran inferiores a nosotros. Teníamos tecnología mucho mejor. Matamos a muchos de ellos. Matamos a tres o cuatro millones de ellos. Muchos eran civiles. Muchos no teníamos ningún remordimiento por ello. Y ahora EEUU ha hecho algunos esfuerzos para ser aliado de Vietnam contra China, que es algo típico estadounidense, convertirse en tu amigo solo cuando te unes a él militarmente. Pero no funciona de esa manera. La vida no funciona de esa manera.
Las cicatrices de Vietnam están ahí. Nunca se curaron porque vamos a la guerra una y otra vez. E incluso cuando hice Platoon, atacamos Panamá ilegalmente y bombardeamos a la población civil para extraer a Noriega. Y luego fuimos a la guerra en Irak dos años después, en 1991. Así que mi vida se ha opuesto a esas políticas desde el principio. Ha ido de mal en peor; y de peor en peor, y todavía continúa. Pero mi posición no ha cambiado. Se justifican las guerras diciendo que son para defender nuestra libertad y nuestra democracia… y una mierda, eso es otra mentira. Yo lucho contra las mentiras, incluida la mentira que ocurrió cuando yo estaba allí, el asesinato de Kennedy, otra mentira. Pero de esto no me di cuenta hasta muchos años después. Toda esa mierda de la Comisión Warren sobre un francotirador, un hombre haciendo todo.
Me ha hecho mucha gracia cuando en el libro dice que cuando conoció a Jane Fonda pensó que usted a su lado era conservador.
Aquello fue en los 70, y yo por entonces estaba en transición, porque había regresado de Vietnam y estaba cambiando. Cuando regresé de Vietnam yo no estaba politizado, no era un activista para nada. Solo quería alejarme de aquello. Hubo una época en EEUU donde estábamos muy polarizados. Nixon fue el que lo hizo. Yo diría que con Fonda… en ese momento, ella era una heroína para mí. Ella estaba luchando contra la Guerra de Vietnam. Y la admiraba por ello, pero claro, no sé si has visto mi documental sobre la energía nuclear que estrené el año pasado…
Cuando regresé de Vietnam yo no estaba politizado, no era un activista para nada. Solo quería alejarme de aquello
Sí, lo vi en el Festival de Venecia.
Pues ella es completamente antinuclear. Creo que se equivoca y que está haciendo daño con eso a todo el mundo porque, si nos nuclearizáramos, no tendríamos un problema con el cambio climático. Es sorprendente cómo se puede tener razón en una cosa y equivocarse en otra, pero a Jane Fonda la admiro.
En el libro habla abiertamente de las drogas y de sus adicciones, es un tema que sigue siendo tabú.
Claro, porque hay mucha hipocresía sobre las drogas para la gente que las disfruta. No hablan de eso. Son inteligentes porque no quieren ir a la cárcel, y los países son conservadores en ese asunto. Yo tengo que ser honesto, porque la marihuana, el cannabis y el hachís me ayudaron en Vietnam. Me ayudaron a superar esa guerra. No las tomaba en el campo de batalla, sino después. Llegué a conocer muy bien a los soldados negros, ellos las usaban y a mí me ayudó a seguir siendo humano. Eso es muy importante en una guerra, porque te deprimes. Te vuelves más maleducado. Te hace más malo. Las drogas te ayudaban a aligerar la carga. Nos divertimos mucho en la retaguardia. Necesitábamos reírnos un poco. Necesitábamos sonreír y siempre estaré agradecido por ello. Nunca lo negué.
Pero luego me gustaron y tomé psicodélicos. Pensé que sería muy útil para elevar mi conciencia. Hongos, psicodélicos… todo eso. Pero luego llegué a la cocaína, en Hollywood, en 1978, y eso no fue bueno para mí. Me enganché, me volví adicto y no me gustaba porque era un esclavo de ello. Eso no ayudó en absoluto a mi carrera. Me hizo más estúpido. Mi cerebro era más estúpido. Irónicamente, luego me vengué de la cocaína cuando escribí Scarface sobrio. La investigación la hice completamente colocado, pero cuando la escribí, dejé la droga por completo. Bueno, no completamente. Pero nunca volví a ser un adicto.
Ha mencionado la hipocresía con el tema de las drogas. ¿Cree que esa hipocresía está también en Hollywood, donde consume todo el mundo, pero se tiene una doble moral hacia ellas?
Por supuesto. Pero no todo el mundo se droga, aunque algunos deberían hacerlo para levantar su culo (risas). Es algo que nadie querría admitir. Yo tuve problemas con la ley, pero me alegro de haber expresado lo que siento. Soy honesto al respecto.
En sus libros, en sus entrevistas, no tiene pelos en la lengua, ¿le ha perjudicado esa sinceridad en Hollywood?
Sí. Si hablas demasiado, estás cometiendo un error en esta ciudad. En la vida en general. Mi padre siempre me advirtió sobre eso, pero yo trato de ser honesto conmigo mismo. Por eso escribí los libros. Escribí este libro y voy a escribir un último libro, porque este solo llega hasta los 40 años. Voy a contar de los 40 años hasta ahora. Eso es todo lo que puedo hacer. Solo tenemos una vida, y es breve, y si puedes permitírtelo es mejor ser honesto, porque no todo el mundo puede.
En el libro menciona Avatar, y en su lista de las 10 mejores películas de la historia en Sight & Sound la incluyó también…
Es que la primera es maravillosa, muy visionaria.
Yo creo que usted dice que es mucho más política que lo que dice James Cameron.
¿Él qué dice?
Pues que es ecológica, sobre el cambio climático, pero que tampoco es tan política.
Pues no lo puedo entender, porque claramente es una metáfora de EEUU, y si dice eso es porque no quiere cabrear a nadie. Quiere hacer cuanto más dinero posible. No vas a decir que es sobre el imperio americano a la gente de América, ¿no crees?
En España ocurre también, que muchos directores dicen eso de ‘mi película no es política’.
Ya, muchos dicen eso de ‘solo es una película’. Menuda gilipollez, eres responsable de tu película.
En el libro dice que su cine lucha contra el capitalismo.
No, no digo eso.
No le puedo decir la página exacta, pero juraría que dice que sus primeras películas lo intentaban.
Mi padre trabajó en Wall Street. Soy capitalista. Creo en el afán de lucro.
¿Sus primeros guiones no eran contra el capitalismo?
No. Creo que exageras. Creo que Gordon Gekko [el protagonista de Wall Street] era una forma extrema de capitalismo y que se volvió malo porque también ganaba dinero destruyendo empresas. Ellos lo llaman destrucción creativa y fortalece a las empresas. Pero también es una jungla. Perro come perro, y a veces eso es muy cruel. El capitalismo puede funcionar si tiene regulaciones. Si hay un equilibrio, hay moderación. Pero cuando las cosas se salen de control, cuando se vuelven excesivas y la gente vive como Gordon Gekko… eso no es bueno. La codicia no es buena.
Bueno, pues voy a intentar citar otra vez una frase del libro, espero acertar. Dice que “nadie dice la verdad” en esta sociedad.
Ahí hay algo de verdad, pero tampoco podemos decir que nadie diga la verdad, porque la verdad se dice, la dicen algunas personas, pero creo que sé a qué parte te refieres. La mentira en nuestra cultura tiene sus raíces en nuestro fracaso en Vietnam. Dame un segundo [coge su edición del libro, busca el pasaje exacto sobre las barbaridades que se cometieron en Vietnam y lo lee palabra por palabra]. No tenía ni idea de que había tanta muerte. Camboya fue borrada del mapa parcialmente por culpa de nuestras bombas. Realmente hicimos un Holocausto. En aquella época hubo un Holocausto en Asia. Hablamos de los judíos en la Segunda Guerra Mundial, pero no hablamos del Holocausto que causamos en el Sudeste Asiático.
Habla en el libro de varios guiones que no se rodaron, ¿cuál es el guion que ha escrito y no rodado que le gustaría hacer?
Uy, soy bastante mayor, eso quita mucha energía.
No es tan mayor.
No sé si podría salir y hacer ese esfuerzo físico. Escribí un guion, y de hecho iba a dirigir la película, sobre la masacre de My Lai en Vietnam. También iba a hacer un guion sobre Martin Luther King. Trabajé bastante en él. De hecho, trabajé en muchos guiones. Hay alrededor de 10 en los que trabajé durante más de seis meses. Hay más fracasos que éxitos en el negocio del cine.