Cuando Francis Ford Coppola presentó Apocalypse Now en Cannes dijo: “Esta no es una película sobre la Guerra de Vietnam, esto es Vietnam”. El director no se refería al trabajo de campo, a la exactitud histórica o al realismo. Ni siquiera hablaba de ese rodaje que se convirtió en un verdadero infierno para todos los que participaron. Lo que Coppola quería dejar claro era que probablemente el cine nunca volvería a convertirse en una experiencia tan cercana al caos, a la muerte y a la demencia de una guerra.
Un director alemán llamado Sebastian Schipper que ya ha dejado en shock a medio mundo con su película, Victoria, ha usado ese mismo tono para definir su obra. “Este film no es una película; no va sobre el robo a un banco. Es el robo a un banco”. Y obviamente no significa que en su película se robara de verdad un banco. Lo que quiere decir con esta frase que la distribuidora ha utilizado para adornar el material promocional para la prensa es que su única intención es conseguir que los espectadores sientan en su sistema nervioso la experiencia de robar un banco.
Victoria se filmó en una sola toma. Un plano secuencia de dos horas y 14 minutos que agota, deja sin aliento y convierte la película en una auténtica proeza técnica. No hay ningún truco. Solo es una toma.
¡Acción! Todo comienza a las 4.30 en una discoteca de Berlin, una chica española que se llama Victoria (Laia Costa) está muy sola buscándose la vida en una ciudad desconocida. A la salida del club conoce a Sonne, Boxer, Fub y Blinker y se enrola con ellos en una noche que acabará para siempre con su inocencia. Con la de todos.
Primero conocemos sus historias, sus problemas, esperanzas, desilusiones. Después tendrán que hacer algo, recurrir a lo más salvaje y oscuro de ellos parar entrar en el banco y exigirlo todo. Y después las consecuencias. 140 minutos en los que el cámara pasea, corre, sube escaleras, escala, atraviesa un tiroteo, se va de fiesta, roba, se monta en coche, esquiva a la policía y nunca se separa de los actores. El sol sale y son las 6.54. ¡Corten!
“Fue un rodaje muy punki, un proceso abierto lleno de improvisación, pero el caos está muy trabajado. Todos sabíamos lo que iba a pasar, cuál era el objetivo de la escena, que me pasaba a mí, a ti, a todos, sabíamos que no nos podíamos ir a la siguiente localización sin que todos tuviéramos que pasar por donde teníamos que pasar. Fue como hacer jazz, estos músicos que improvisan en conjunto, que no hacen lo que cada uno quiere sin más… Hay un montón de normas para que suene bien”, esto es lo que nos contó Laia Costa en su paso por Madrid, la actriz que pasó de ser ‘la chica’ de la película a la gran protagonista.
Mientras ensayaban algunas secuencias su personaje fue tomando relevancia, y al final se convirtió en los ojos del espectador, en el eje central de la cámara. En Alemania han alucinado con ella, hasta la han entregado el Lola, la primera actriz española en recibirlo, y es toda una sensación en el resto de Europa y en EEUU. Y todo en una sola toma.
Una pistola que te apunta a la cabeza
“Pírate Birdman, hay un nuevo plano secuencia en la ciudad”, así abre un artículo de Variety que dio la vuelta al mundo. Es inevitable comparar Victoria con la película de Alejandro González Iñárritu o con el Arca rusa de Alexandr Sokurov. Tres planos secuencia que con y sin trampas revolucionaron en cierta forma el lenguaje cinematográfico. “El arca rusa es un plano secuencia de verdad, pero comparado con Victoria no tiene nada que ver. Esto es una cosa de acción. Y Birdman está falseado. Sin embargo, en las tres veo algo nuevo y diferente respecto a películas que se ruedan de forma más convencional. Además creo que estas comparaciones juegan a nuestro favor, que comparen nuestra película con la última ganadora del Oscar”, reconoce Costa.
Victoria tiene pequeñas trampas de rodaje, atajos, trucos llevados a cabo por ese brillante director de fotografía que ganó el Oso de Plata y cuyo nombre habría que grabarse a fuego desde ya, Sturla Brandth. “Hizo el trabajo de un cámara de guerra, nunca adelantaba nada, no es como en esos planos de True Detective que están muy planificados y donde la cámara anticipa los acontecimientos”, a Costa se le cae la baba cuando habla de Sturla. De hecho, en un momento de la entrevista nos susurra como si fuera a decir algo un poco prohibido: “Yo creo que ganará el Oscar, es muy fuerte lo que hace él, ¿eh?”.
Y no, no es como hacer teatro. Laia repite lo que le decía Sebastian, el director, “esto es como si te apuntaran con una pistola y te dijeran: ‘No me mientas porque no me lo voy a creer’”.
El viaje de Victoria es también el nuestro
Esa sensación de vértigo que fue el rodaje se plasma en la película. Inevitablemente funciona como un tiro. La forma en la que los actores se entregaron a los personajes y las dificultades que se encontraron durante las dos horas que duró la toma -como el único momento en el que Laia desaparece de plano y lo que ocurre en realidad es que está meando en un cubo porque ya no aguantaba más- enriquecen la cinta. Porque a pesar de toda la acción, no es la película de un robo sin cortes. Es la historia sobre un grupo de jóvenes perdidos, como casi toda su generación, con ganas de probarse, de dirigirse hacia el pecado o hacia la violencia sin ningún motivo aparente. También es una película sobre amistad y lealtad.
Y por supuesto es un viaje. Como deberían ser todas las películas. Y en este viaje destaca Laia Costa, una joven actriz española que busca justificar su carrera con un papel de esos en los que no te imaginas a nadie más que al actor o actriz que lo interpreta. Como la Isabelle Huppert de La pianista, la Holly Hunter de El piano, la Emily Watson de Rompiendo las olas o la Gena Rowlands de Una mujer bajo la influencia. Sus cuatro interpretaciones favoritas.
El tiempo dirá si lo ha conseguido con Victoria. De momento, ella aconseja al público ver la película descansado. “La he visto tres veces y siempre acabo agotada. Cuando los actores la vimos en la Berlinale, entre el shock de ver el trabajo hecho y lo cansado que te deja la peli, nos fuimos a dormir… Y yo te aseguro que estos tres chicos son muy fiesteros”.