La pareja creativa formada por Javier Olivares (Madrid, 1964) y Jorge Carrión (Tarragona, 1976) funciona a estas alturas como una sola mente perfectamente engrasada. Han encontrado en su interés por el mundo de la literatura y la creación una sintonía casi total, que se ha plasmado ya en obras como Shakespeare & Cervantes (Nórdica, 2018) y Warburg & Beach (Salamandra Graphic, 2021). En aquel cómic con formato de acordeón, un díptico que abordaba las figuras de Sylvia Beach y Aby Warburg, se encontraba ya, de algún modo, la semilla del siguiente libro: Samuel & Beckett (Salamandra Graphic, 2024), una exploración de la figura del dramaturgo irlandés Samuel Beckett, conocido sobre todo por Esperando a Godot (1952) pero de una obra mucho más amplia, dominada por el minimalismo y un pesimismo vital no exento de humor.
En conversación con este diario, dibujante y guionista explican su interés en una figura que hoy les sigue pareciendo relevante. “Me parece un ejemplo, como los de James Joyce, Paul Celan, Juan Ramón Jiménez o Clarice Lispector, de lo lejos que se puede llevar el lenguaje, la literatura, a través del riesgo”, explica Carrión. “Es un modelo de vanguardia, es decir, de trabajar en la primera línea del frente, bajo la lluvia de balas del ejército enemigo, en la intemperie, entre trincheras. No entiendo el arte y la narrativa sin la idea de laboratorio y de juego, pero un juego en que te la juegas de verdad”.
Javier Olivares, por su parte, reconoce la influencia de Beckett en su trayectoria. “A finales de los 80 me fascinaba el personaje de Beckett. Leí Pavesas, Primer amor, Eleutheria… siete u ocho libros”, afirma. “Dejó un cierto poso en mí, de alguna forma comparto su búsqueda de lo esencial y de lo mínimo. No lo había vuelto a leer desde entonces, y volver a él ha sido como hacer una autopsia de mi trabajo”, confiesa el ilustrador. Carrión es consciente de que es un escritor “más conocido que leído”, pero su obra sobrevive en la de otros autores, como “J. M. Coetzee, uno de sus discípulos”. “Esperando a Godot se sigue representando en teatros de todo el mundo, porque nos sigue interpelando, nos sigue hablando del absurdo de nuestras vidas, de nuestra propia intemperie”, añade.
En la obra de Beckett, además, el humor es muy importante, como subraya Olivares, quien matiza su supuesto pesimismo: “Es un optimismo cuántico. Hablaba siempre de ese milímetro que hay justo antes de caer por el precipicio, ese espacio en el que todavía puedes avanzar”. Y destaca su frase más conocida —y malinterpretada por coachs—:“Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.
Tras sus dos anteriores colaboraciones, este cierre oficioso de la trilogía necesitaba un giro, en opinión de Carrión. “Se me ocurrió la idea de hacer, en paralelo, una biografía y una retrospectiva artística. De ese concepto nació la estructura del proyecto”, detalla el autor de Contra Amazon (2019). “Por un lado —continúa—, un relato documental que cuenta la vida del ser humano (su familia, sus amores, sus crisis, sus logros, sus encuentros con Joyce o Jung o Buster Keaton); y, por el otro, la interpretación visual de sus obras más representativas. El título era obvio, si se sabía escuchar el concepto y los materiales”.
Complicándose la vida
A partir de esa idea, Carrión desarrolla un guion sui generis, “más artístico que técnico”. Sobre él, Olivares hace un storyboard que luego discuten ambos, hasta que tienen algo más cerrado, a partir de lo que el dibujante puede trabajar. “Él decide los recursos, la paleta de colores, siempre acierta —afirma Carrión— y yo cambio diálogos y textos en la versión final. Él aporta muchas ideas de guion y yo intento también aportar ideas gráficas. Es una conversación, en la que los egos no importan, importa el resultado, que sea lo mejor posible. Y que sea algo que no había sido hecho todavía”. Olivares, explica que han intentado que muchas cosas se cuenten solo con la imagen. “Es un libro muy beckettiano, muy escueto y esencial. Hemos tomado la idea de Beckett de ir limando las cosas hasta dejar lo mínimo, un territorio en el que a mí siempre me ha gustado trabajar: ese lugar en el que, si pones algo de más, sobra, y si lo quitas, no se entiende”, desarrolla el dibujante.
Como suele ser habitual en el madrileño, en este nuevo cómic ha intentado hacer algo que nunca antes hubiera hecho. “Lo de complicarme la vida es un sello que vengo arrastrando desde los 80”, reconoce. “Siempre me he movido como un francotirador. Me gusta escuchar a cada libro e ir a donde me quiera llevar”, relata. Sin embargo, Warburg & Beach y Samuel & Beckett tienen muchos puntos en común, no solo por la presencia de personajes como Sylvia Beach o James Joyce, sino porque Olivares encontró en él soluciones cercanas al collage que luego ha seguido explorando en el cómic sobre Beckett.
La compañía estable gráfica
Samuel & Beckett está dividida en dos partes que se van intercalando; Samuel se ocupa de la persona y recurre a sus propias palabras y las de gente que lo conoció, “prácticamente todo es dialogado”, afirman los autores. Beckett se ocupa de las obras, de su universo creativo único. Para ello, Olivares tenía claro que no podía intentar resumir cada obra: “habría sido un atrevimiento”, asegura. “Eran muy diferentes entre sí, desde teatro a piezas sonoras, pasando por cartas y relatos”, describe el dibujante de La cólera (2020). “Jorge me dio unas claves de cada una, para que yo las interpretara. Mi primera idea fue tratar cada una con una técnica distinta, pero lo descarté porque habría hecho el conjunto muy complejo”, explica.
Así, el ilustrador llegó a una original solución, consistente en crear el equivalente a una compañía de teatro, con dos actores, dos actrices y unos pocos elementos de escenografía, piezas que le servirían para componer cada imagen a modo de collage. “Al principio de mi carrera, pensaba en mí mismo como un director de cine, y hablaba en términos de planos y cámaras. Pero, con el paso de los años, tiendo a verme más bien como un director de teatro con muy poco dinero. Y esa fue la clave de la idea de armar una compañía de teatro con recursos limitados, que tienen que representar todas las obras de Beckett. A la manera de Peter Brook, que también limitaba la parafernalia teatral y buscaba esa especie de desnudez primordial”, desarrolla Olivares.
Las dobles páginas protagonizadas por lo que los autores bautizan como “Compañía estable gráfica” serían perfectos carteles conceptuales de las obras de Samuel Beckett: “las imágenes son simbólicas, significan exactamente lo que se ve. Son una puerta de entrada a las obras, una invitación a leerlas”. Ciertamente, el trabajo de Olivares y Carrión invita a sumergirse en la vida y la obra de unos creadores más originales del siglo XX, pero, alejado de las típicas biografías descriptivas, el libro es, además, un cómic enteramente personal, con una visión propia y un acercamiento original: aunque Carrión apenas si pone palabras propias en las páginas, en sus elecciones está su tesis. El dibujo de un Olivares en el mejor momento de su carrera hace el resto.