“Quiere traer un nuevo mundo de justicia, de amor y de poesía. Equilibra la fuerza y la dulzura y supera todas las fronteras de lo masculino y femenino. Vive en un mundo de colores alucinógenos y psicodelia, aunque yo no conozco ni siquiera el tabaco o el alcohol”. Así describe el autor de cómic Nicolás Martínez Cerezo a su personaje más célebre, La Gorda de las Galaxias.
“El personaje en los tebeos no podía decir mucho explícitamente, pero dice bastante por debajo. Es ecologista, muy anarquista y siempre ayuda a la gente marginal. Hay niños de los ochenta, que ahora tienen treinta o cuarenta y tantos, que me dicen que les ayudó mucho cuando sufrían acoso escolar, homofobia o problemas con sus padres. Mortadelo y Filemón, de mi amigo Ibáñez, puede divertir, pero nadie se identifica con ellos para liberarse o sentirse acompañados. La Gorda de las Galaxias vive con los lectores”, señala.
Esta atípica heroína tuvo vida en la revista Zipi y Zape durante los años 80. Es un eje transversal de la exposición que se inaugura el viernes en El Molar sobre el dibujante, pero no es la protagonista. La obra que se presenta, en palabras de José, uno de los organizadores, “nunca se ha visto, es algo mucho más desconocido, interesantísimo. Es mucho más libre y salvaje, cosas que Nicolás no hizo para que nadie las viese, sino que son parte de su mundo”.
Caleidoscopio de su mundo interior
Nicolás (firma con su nombre de pila) nació en 1958 en Madrid. Trabajó en publicaciones míticas de la transición como La Codorniz, hasta que en 1983 creó su tira más famosa para la editorial Bruguera. Fue cancelada cinco años después. Desde entonces ha vivido de los ahorros acumulados de toda una vida de trabajo, y se ha dedicado a una labor más underground y libre en fanzines y libros autoeditados (como Kubelik o Aventuras de un Niño Raro).
Tras todo este tiempo, Nicolás pasa por una etapa económica difícil, “estaba y estoy bastante desilusionado con todo”. Pero en los últimos tiempos le han ocurrido cosas que han devuelto la ilusión a su surrealista mundo. El grupo musical Paisana ha dedicado una canción a La Gordi, a partir de la cual ha surgido una especial amistad. El fotógrafo Javier Parra ha hecho una serie inspirada en él. Y ahora esta exposición, Los Mundos de Nicolás, cuyos beneficios se destinarán a paliar esa situación. Se están preparando proyectos similares en Barcelona y Valencia.
Esta de Madrid durará 15 días y constará, entre otras cosas, de láminas y diarios personales llenos de collages y dibujos en los que están presentes sus referentes personales y su trayectoria vital. También de canciones de los Beatles y John Lennon hechas cómic, llamado Mermelada y Dinamita. “Es un caleidoscopio de su mundo interior”, describe José, quien además de organizarlo, actuará en un concierto que se celebrará el mismo viernes con su grupo Atomizador (lo hará también Pablo Prisma). “Lo más impresionante es la colección de libros personales, los que más le gustan. Las portadas y los interiores los ha rediseñado él”, nos cuenta. Ese “tesoro” solo estará disponible el primer día, por ser un material muy delicado.
José deja claro que lo que ha hecho no es un comisariado. Hay implicados muchos amigos y admiradores del artista que se han reunido a través de las redes sociales para hacer algo “pequeño y más personal”. El propio Nicolás está muy vinculado a la exposición, y ha seleccionado el material que se va a mostrar. Mucho está sacado de su propia casa, que quienes la han visto definen casi como un museo.
Actitud contracultural
El universo de Nicolás y por tanto de la Gorda es “contracultural, pop. Viene de lo libertario, de mi madre, que era una activista libertaria y yo con ella”, define el historietista. “La estética de inocencia infantil lo hace aún más subversivo”, explica, como que fue esa actitud lo que le hizo estar inadaptado al “capitalismo salvaje”. Su memoria está repleta de anécdotas de entonces y de ahora. Cuenta que en talleres que imparte en colegios, “los niños y las niñas, pero sobre todo las niñas, me abrazan y me dicen 'solo tú nos comprendes'”. También recuerda a su amigo Terenci Moix o a Luis Alberto de Cuenca, y hasta a Buster Keaton, a quien dice que conoció de niño en el rodaje de Golfus de Roma.
Otra de las personas implicadas, Mireia, confiesa que no conocía la obra de Nicolás “hasta hace dos días”. Pero empieza a darse cuenta “de que su influencia está en muchas partes”. “Ha sido como descubrir el eslabón de la cadena. Muchos autores ni siquiera éramos conscientes de ello, pero estaba en muchos sitios. No sé si es influencia directa de autores como Mauro Entrialgo, Berto Fojo o Olaf Ladousse, que si son influencia para mí. Pero podría serlo y tendría todo el sentido”, cuenta.
A Nicolás, que estará presente el día 12 en El Molar, le encantaría que La Gorda tuviese una nueva vida en pleno siglo XXI. “Ahora incluso más, porque La Gorda estaba muy perdida, se adelantaba a su tiempo. Algunos la entendieron ya de mayores”, dice. De momento, durante unos días de febrero La Gorda de las Galaxias volverá a sobrevolar Madrid.