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'Una historia de perros viejos': 'western' en viñetas contra el maltrato animal

Cuando pensamos en animales que hablan, discuten, ríen y lloran como los seres humanos, suele venirnos a la cabeza una imagen recurrente y disneyificada del asunto. Tenemos muy asimilada la idea dulce que el cine de animación ha proyectado de un recurso narrativo tan antiguo como el de humanizar a otras especies.

Recordamos a Timón y Pumba bailando en El Rey León,  a Sebastian y sus ritmos caribeños en La sirenita, a Baloo buscando lo más vital en El libro de la selva o a Fagin haciendo de las suyas en Oliver y su pandilla. Pero difícilmente vamos a imaginar a dos perros matándose por un trozo de carne, o animales heridos y abandonados por los seres humanos. Esa historia no se nos suele contar.

Sin embargo, el documentalista y realizador Manuel H. Martín quería narrar un western crepuscular sobre dos perros que se ayudaban mutuamente para hacer frente a su destino en la calle. Tras dirigir proyectos tan distintos como La vida en llamasLa vida en llamas  y el impresionante documental animado 30 años de oscuridad, se aventura en el mundo del cómic con Una historia de perros viejos,  publicado por Dolmen Editorial. Y lo hace con la ayuda del ilustrador Juanma Espinosa, que aporta un trazo oscuro y ambientación propia del cine negro. El resultado es un tebeo que recuerda a propuestas revitalizantes del cómic noir contemporáneo como La escena del crimen, a la vez que alude al imaginario del oeste de Blueberry.

Western perruno sin medias tintas

Western“Cuando me enfrento a proyectos audiovisuales como director mi mayor preocupación es la narrativa. Es decir, que la historia funcione”, explica a eldiario.es Manuel H. Martín sobre su paso del cine al cómic. “De hecho, creo que un guion de cine puede llegar a estar más limitado que el de un cómic por diferentes elementos -presupuesto, rodaje…-. En un cómic, al tener menos elementos externos, puedes llevar a cabo casi todo lo que tienes plasmado por escrito”, describe.

La suya era una historia clásica con espíritu de western clásico. Un viejo perro abandonado, de nombre Munny, vaga por una ciudad sin nombre cuando encuentra a una cría de chihuahua -llamada Chica- a quien un robo ha dejado muy lejos de su familia. No sabe cómo volver  y la calle no perdona a los despistados. Así que Munny decide ayudarla a buscar su hogar, aunque eso le lleve a recordar fantasmas de un pasado que él creía olvidado.

Sólo con su sinopsis, Una historia de perros viejos  ya recuerda a determinados lugares comunes de las narrativas del western. “Es cierto que, en mi caso, al venir del audiovisual, no puedo dejar de pensar en cine y cómics al mismo tiempo a la hora de abordar la escritura”, explica Manuel. “Al final, los dos son artes secuenciales y tienen muchos elementos comunes. Y en cualquier caso,  el cómic tiene una capacidad de síntesis y elipsis brutal”. 

En ese sentido, el trabajo de Juanma Espinosa aporta una sobriedad formal muy acorde con lo narrado, que juega los recursos propios del noir - y por momentos pueden recordar al uso del blanco y negro de Richard Piers Rayner en Camino a la perdición-.

“Con su dibujo, Juanma no solo aportó estupendas líneas y sombras sino también textura”, explica H. Martín. “Creo que era necesario que Una historia de perros viejos tuviese cierta 'suciedad',  con la que intentamos hablar de los bajos fondos de las ciudades y del alma de los personajes… lo cual, sin duda, aporta un prisma de género negro a la trama western que le va muy bien al relato”, describe.

De Sin Perdón a Alan Moore

Sin PerdónEn este sentido, guion y dibujo parecen dialogar con distintos referentes, aportando una riqueza inesperada a las viñetas del tebeo. Sin estridencias y con influencias claras y variadas que no convierten el relato en un mero homenaje sin personalidad, ni entorpecen el desarrollo narrativo, pero que aportan contexto y definición.

“Antes de comenzar, analizamos muchos cómics clásicos y también obras de autores que trabajan muy bien el género. Entre ellos, algunos títulos de Alan Moore y, especialmente, los trabajos conjuntos de Ed Brubaker y Sean Phillips. Para nosotros, la máxima es que guion y dibujo estén al servicio de la historia. Como en el cine clásico”. Aunque, confiesa, “también hay cierto espíritu nostálgico que puede recordar al maestro Will Eisner”.

Según el director de 30 años de oscuridad, “lo importante ha sido que Juanma ha buscado un estilo muy acorde a la historia que hemos querido contar, más allá de los referentes”. “Lo cierto es que han pasado casi 8 años desde la primera vez que anoté ideas para escribir Una historia de perros viejos. Han pasado muchas cosas en mi vida, buenas y malas, que han ido impregnando el relato hasta el más mínimo detalle. Pero hay dos conceptos que se han mantenido inamovibles: la esencia western y el protagonismo de los perros”, explica.

Hay, en el tebeo que nos ocupa, multitud de elementos reconocibles del imaginario del oeste: “el protagonista frente al mundo, la soledad, el peso del pasado, la redención, la venganza e incluso los duelos… Con todos estos elementos hemos intentado homenajear a uno de mis géneros favoritos del cine y muy especialmente a grandes del western moderno como Sam Peckinpah, Sergio Leone o Clint Eastwood”, describe Manuel H. Martín.

Aunque admite que la mezcla de ingredientes noir no fue idea suya- Todo “fue tomando oscuros tintes por el propio relato y, especialmente, por la gran ambientación de género negro de los dibujos de Juanma. El trasfondo de las peleas ilegales es una referencia directa a un gran filme como Amores perros. A mí me interesa mucho la mezcla de géneros. Además, no puedo quitarme de la cabeza las influencias del género negro patentes en las grandes películas que hemos citado”.

De maltrato animal y abandono

Una historia de perros viejos es un tebeo cuyas raíces no cuesta rastrear. Pero no se acomoda en su condición de obra de creadores marcados por el audiovisual. Se las arregla para ofrecer una fábula sobre los cuidados y los animales domésticos que apunta hacia el abandono y el maltrato animal como males sociales a desterrar.

“El protagonismo de los perros aporta un tono de fábula a la obra que pueden convertir a esta sencilla historia en un relato universal. Eso, al menos, hemos intentando”, explica Manuel H. Martín. “Hemos intentado acercarnos a la fábula protagonizada por animales que viven en un mundo 'realista' de humanos… como podría ser, marcando las distancias y diferencias con nuestra novela gráfica, Rebelión en la granja, uno de mis libros favoritos, o la estupenda nueva trilogía de El planeta de los simios. En dichas obras puedes identificarte con los animales y con el trato que reciben por parte de los humanos”.

“Y, por supuesto, es un homenaje a esos seres maravillosos. Los perros han formado parte de mi vida desde muy pequeño. Toda mi vida he estado acompañado por perros de diferente carácter pero con un común denominador: su amor incondicional. Nunca me han hecho sentirme dueño, como si se tratara de objetos, sino como unos compañeros de los más fieles”, describe.

En ese sentido, su relación personal con los canes ha terminado por impregnar la narración. Una que no tiene, directamente, un carácter de denuncia social pero que se revela eficazmente incisiva en una sociedad en la que un policía puede matar a tiros a un perro en plena calle. Según el autor de Una historia de perros viejos, en temas de maltrato animal a los españoles “nos queda mucho por avanzar”.

“El cuidado y el respeto a los animales también implica mucha responsabilidad. Lo primero que habría que evitar es el abandono, porque puede terminar afectándonos a todos”, explica. Para él, es esencial “tener animales de forma responsable. Son seres vivos con sentimientos y no se les puede tratar como juguetes. Ahora que llegan las Navidades, hay que recordarlo. Y a quien decida tener un perro, además, le recomiendo siempre que adopte”.