ENTREVISTA | Carmen y Laura Pacheco

'Troll Corporation', el lugar donde viven los monstruos de Internet

El escenario es el siguiente: una oficina en la que un grupo de empleados con sueldos paupérrimos lleva a cabo una labor poco gratificante dirigido por una jefa déspota y adicta al trabajo. Podría ser el día a día de un gran porcentaje de empresas pero es que encima en esta se dedican al troleo en internet de manera profesional. Las hermanas Carmen y Laura Pacheco llevaron esta idea al cómic, que empezó siendo una tira mensual en la revista Orgullo y Satisfacción y que ahora ¡Caramba! publica reunidas en un sólo volumen titulado Troll Corporation.

En el momento de su concepción parecía una distopía pero ahora no lo es tanto. “En 2015 parecía disparatada. Por supuesto que ya existía la noción conspiranoica de que había profesionales dedicados a manipular la opinión pública en las redes sociales, pero la idea de una empresa oficial de troles todavía parecía una parodia. En 2018, sin embargo, las 'granjas de troles' se mencionan en las noticias a diario. Como nos dijo un lector, Troll Corporation ha pasado a parecer una serie documental”, comenta Carmen Pacheco.

A través de los personajes, la autoras desgranan de manera muy hábil y divertida el tipo de troles que existen y el esfuerzo que tienen que hacer los trabajadores -que son gente normal y no odiadores natos- para llegar a los objetivos de la empresa.

También intercalan anuncios de los productos que ofrece la corporación como el “Máster en nutrición y consejología. Alimenta tu ego. Cómeles la moral” o el título de “Buenista”. Conceptos que se han creado, extendido y normalizado en las redes sociales. Tienen la capacidad de sacar de quicio a las personas que, generalmente, son más sensibles a alguno en concreto.

'Igualismo' es el que más crispa a Laura Pacheco: “Me da ganas de trolear a la gente” mientras que su hermana aclara que le molestan todos, pero: “Quizá el de 'dictadura de lo políticamente correcto' es el que más cínico y peligroso me parece. Debería usarse cuando te llevan a la cárcel por expresar una opinión. Eso es antidemocrático y propio de dictaduras. Sin embargo, la usan mucho los señores que ven peligrar su estatus cuando un montón de gente les empieza a echar en cara lo ofensivas que son sus opiniones”.

También añade un consejo: “Lo único que tendrían que hacer estos señores es reflexionar sobre su actitud y quizá cortarse un poco, pero se enfadan muchísimo y empiezan a hablar de libertades (recordemos que a ellos nadie les va a meter en la cárcel), de turbas medievales y de Franco. La verdad es que en cierto sentido es bastante gracioso”.

Dentro hilo (de troleo)

Twitter se postula como la red social en la que los troles se sienten más cómodos. Los usuarios y usuarias pueden escudarse tras el anonimato de un perfil inventado para contestar y atacar a cualquier otro tuitero hasta que les bloqueen. En Facebook es más habitual el conocer personalmente a los contactos e Instagram aún sigue en un limbo naif. También están los comentarios en los artículos de los medios digitales, claro.

Las referencias a la plataforma del pajarito azul son constantes en sus viñetas. Para Laura: “Twitter sin duda es la red social de hablar de los demás. En el resto la gente está más centrada en hablar de sí mismo”. Afirma que ellas no han tenido que soportar un acoso exagerado por su trabajo: “Ni una pequeña parte de lo que aguantan a diario otros autores con más repercusión que nosotras. Siempre aparece alguien a quien no le gusta tu trabajo, aunque suelen ser más bien ofendidos o 'haters'”.

Carmen matiza que el problema no está en el medio sino en las personas que lo utilizan. “Twitter también es mi red social preferida porque permite el máximo grado de interacción. Por supuesto, si opinas sobre un tema y te hacen muchos retuits, vendrá gente a llevarte la contraria. Habrá quien te falte al respeto o diga estupideces, pero también puedes leer argumentos perfectamente válidos que te hagan reflexionar. No todo aquel que no está de acuerdo contigo es un trol”.

La empresa ideada por las Pacheco tiene diferentes departamentos, según el tema en el que estén especializados sus trabajadores. Está el de misoginia, el de humor, el pasivo-agresivo, el de islamofobia o el de acoso sexual. Todos preparados para hacer la vida imposible al resto de los mortales… excepto a los influencers que son imbatibles pese a los vapuleos a los que les someten en sus perfiles. Ellos viven siempre en verano y son felices (pagados por las marcas).

El libro divertirá a muchos y muchas aunque es casi seguro que levante alguna ampolla en los ámbitos sobre los que trata ¿Han alimentado al trol con el retrato que le han hecho? Laura dice que: “Yo creo que no, pero igual les hemos dado ideas. Como CSI a los psicópatas”. Y Carmen añade: “Creo que le hemos dado un espejo donde mirarse y reconocerse. En nuestras viñetas hay crítica y autocrítica, porque todos somos a veces un poco haters y un poco trolls”.

Los guerreros de Internet

El año pasado, el periódico británico The Guardian publicó el documental The Internet Warriors, un trabajo con el que pretende descubrir qué tipo de personas se esconden detrás de los teclados enfurecidos. Producido en colaboración con la Fundación Bertha y dirigido por Kyrre Lien, un trabajador audiovisual de noruega, visita a personas que viven en diferentes partes del mundo para conocer sus motivaciones como trol y a la vez, cómo es su vida.

Los testimonios son hipnóticos: una vez empiezas, ya no puedes parar de verlos. No son nombres anónimos, sino que la imagen muestra a personas reales explicando cuáles son sus ideas y por qué las defienden de manera virulenta en Internet. Muchos de los entrevistados no se consideran trolls, solo “vehementes” y les da igual lo que piensen de ellos, porque tienen razón. Y punto.

Nick Hayes, por ejemplo, es un estadounidense que estaba listo para una guerra civil si Hillary Clinton hubiese ganado las elecciones. Alexandra Velichkevich es una rusa que lucha contra la influencia de los homosexuales europeos en su país: “Deberían dejar de presumir todo el tiempo, como lo hacen con la bandera del arco iris. Han arruinado esa bandera para mí. Me gustaba mucho el arco iris antes, pero ahora ya no”. O Roger A. Hicks, que piensa que los niños de diferentes razas no deberían de ir juntos a la misma escuela pero “no es racista”. Y estos son solo tres ejemplos.

Todos ellos podrían trabajar de jefes en Troll Corporation. Y también ser los protagonistas de la oportuna canción de Los Punsetes Tu opinión de mierda.