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El coro de la serie 'fantasma' de José Luis Moreno le denuncia: “Nos han tomado el pelo”

Quince coristas de Glow and Darkness, la superproducción 'fantasma' de José Luis Moreno sobre San Francisco de Asís, van a llevar a juicio al empresario y a la productora YouMore TV. Los cantantes trabajaron para la serie en verano de 2020, un periodo que describen como “caótico” y que acabó de forma súbita, dos meses después, con el despido de casi 80 personas.

Moreno les ofreció a todos los miembros del coro un contrato de un año y en régimen de exclusividad pero, al aparecer un brote de COVID entre músicos y cantantes, a los cuales se les exigía ensayar en ocasiones sin mascarilla, la productora se acogió al periodo de prueba para despedirlos de un día para otro. 15 de estos artistas han denunciado a la productora para que sus despidos sean considerados nulos.

La relación laboral que describen los cantantes se inserta en las noticias sobre el extravagante rodaje que saltó por los aires con la operación policial Titella, que acusa al ventrílocuo de encabezar supuestamente una enorme red de estafas financieras. La multimillonaria serie de televisión iba a tener 45 capítulos, pero se canceló antes de haber estrenado el piloto. Moreno fue detenido y puesto en libertad con una fianza de tres millones de euros.

Glow and Darkness, o Resplandor y tinieblas en España, fue anunciada como la producción más ambiciosa del director desde la serie La que se avecina, pero además con alcance internacional. Las cabezas de casting eran todas actrices reconocidas en Hollywood y el presupuesto millonario no tenía nada que envidiar al de la fábrica de los sueños: 280 millones de euros, mucho mayor que el de series como The Crown o House of Cards. Moreno quiso producir él mismo la banda sonora y reunió a un coro y una orquesta de 80 personas. Ese fue el comienzo de los problemas para el tenor Ramón Farto y sus compañeros.

Farto explica a elDiario.es que hasta ahora ha querido ser discreto respecto a las desavenencias con la productora de José Luis Moreno, pero el vaivén con las fechas del juicio y la indemnización propuesta por los abogados del empresario le han hecho cambiar de idea: la empresa les ofrece cobrar una indemnización en torno a los 12.000 euros a lo largo de 60 mensualidades, a razón de 200 euros al mes por persona. “Es irrisorio esperar cinco años para cobrar los 10 meses que habríamos estado trabajando con él”. En total, 180.000 euros en indemnizaciones dentro de una serie inacabada con un presupuesto de 280 millones de euros. elDiario.es ha intentado contactar con YouMore TV para recabar su versión sin obtener respuesta.

Antes de acudir a la residencia del empresario en Boadilla del Monte para una audición privada en el verano de 2020, Farto ya había trabajado con Moreno en un musical de 2018 también sobre la figura de San Francisco de Asís: Franciscus. La idea original era de Alejandro Roemmers, un magnate argentino dueño de una farmacéutica y apasionado del arte en todas sus formas.

Moreno le convenció para estrenarla en Europa, concretamente en Bilbao. Y, como se indica en el sumario, Moreno preparó una rueda de prensa falsa para su socio. Roemmers se dejó seducir y cedió los derechos de un proyecto que duró cuatro funciones y estuvo lejos de recaudar lo mismo que el original. A pesar de todo, Roemmers repitió con Moreno, y Farto también.

Entre el mundo lírico ya tenía fama de ser un estafador. Un montón de cantantes lo habían denunciado porque les debía pasta

El argentino y el español fundaron Dream Light, la productora que rodaría la gran serie sobre San Francisco de Asís. Tenían dinero, un buen reparto y, según decían, plataformas interesadas en emitirla. En verano de 2020 no había razón para desconfiar. Farto se presentó a la audición porque el director de la orquesta era amigo suyo. Describe la casa y la situación como una “locura”.

Moreno había montado un escenario rodeado de decenas de cámaras donde les hacían cantar dos arias de ópera o zarzuela. Ese mismo día seleccionaron a 40 personas. La productora del empresario y de su sobrina, YouMore TV, les avisó de que los contratos iban a durar un año e incluían una cláusula de exclusividad.

Cobraban unos 1.500 euros al mes, lo que a la mayoría le pareció razonable para renunciar a otros proyectos. “Para un cantante es muy difícil tener una estabilidad salarial durante un año y este trabajo lo compensaba”, reconoce Farto. “Se nos explicó con detenimiento que en caso de COVID nos harían un ERTE, lo que nos daba tranquilidad”, añade. Pero en cambio no conocían nada sobre la serie en la que trabajaban. Según el cantante “no había nada, solo un capítulo piloto y cosas sueltas”, aunque José Luis Moreno había anunciado que grabarían 45 del tirón.

Del ensayo sin mascarilla al despido nulo

En agosto de 2020 comenzaron a grabar las piezas compuestas para Glow and Darkness. A veces cantaban las originales y otras les pedían interpretar sinfonías “a capricho”. “Cantamos la novena de Beethoven para él sabiendo que no iba a salir entera en la serie”, recuerda Farto. Cada vez que José Luis Moreno visitaba el estudio exigía que tanto el coro como la orquesta practicaran sin mascarilla. Él tampoco la llevaba. Los quince denunciantes sostienen que durante esa época la productora “jugó” con su salud.

“Un día vino con un periodista muy amigo suyo y el coro y la orquesta nos dedicamos a ser el deleite y el juguetito del señor Moreno”, cuenta el tenor. “Como el estudio era gigante y no se escuchaba bien en directo, nos obligaron a mezclarnos con los músicos, a pesar de que estábamos en burbujas distintas. Me pasé toda la mañana sin mascarilla y gritándole en la nuca a una pobre chica que tocaba la trompa”, recuerda. Aseguran que tampoco se respetaban las medidas de higiene en el resto de instalaciones, baños o comedor.

Un día vino con un periodista muy amigo suyo y el coro y la orquesta nos dedicamos a ser el deleite y el juguetito del señor Moreno

El tenor describe condiciones extremas en el estudio, más allá de la COVID. El segundo director del coro –contratado después de que el inicial dimitiera por empezar a trabajar sin contrato– estableció que cantasen durante siete horas sin parar. “Es inhumano”, describe el vocalista. “En el Teatro Real trabajas seis horas, que ya son bastantes porque el médico te dice que no debes estudiar más de cuatro al día. Es una barbaridad para la voz”.

Los contagios fueron acumulándose, pero José Luis Moreno seguía exigiendo que ensayaran sin mascarilla en su presencia. Al final, Farto y otros 14 compañeros se infectaron y se tomaron una baja de dos semanas. “Despidieron a toda la plantilla de orquesta y coro, de un día para otro, sin ningún tipo de indemnización”, cuenta. En su opinión, esto se hizo así para “evitar comunicar el brote de COVID entre actores, músicos y cantantes”.

La empresa se escudó en que no habían superado el periodo de prueba que constaba en el contrato. “Muchos ya habíamos trabajado con él, por eso el período de prueba es ilegal, porque solo lo pasas una vez”, alega el cantante. A la carta de despido le acompañaba otra en la que el propio José Luis Moreno se manifestaba “muy contento” con los músicos y cantantes, y su intención de retomar su contrato en cuanto pasase lo peor de la pandemia. Algo incongruente con las razones del despido: “De hecho, nos ofreció a posteriori una grabación más, pagada como un bolo suelto en vez de un contrato real, que evidentemente no aceptamos”.

El 25 de septiembre se efectuaron las bajas en la Seguridad Social y semanas más tarde les enviaron la parte de la nómina correspondiente a la baja por COVID, aunque cada trabajador recibió una cantidad diferente. “Entre el mundo lírico ya tenía fama de ser un estafador. Un montón de cantantes lo habían denunciado porque les debía dinero”, reconoce Farto. Por alguna razón pensaron que esta vez sería diferente: “Sabíamos que era un crápula, pero no tanto”. Evidentemente, “nos han tomado el pelo”, explica el tenor. El juicio está previsto para el 19 de marzo, después de haber sido retrasado tres veces.

Los otros 65 damnificados no han querido denunciar porque “tenían miedo de no volver a trabajar con él. Es un hombre muy poderoso”. Todo eso cambió el 29 de junio de 2021, cuando la policía detuvo a José Luis Moreno por la operación Titella. Pero Glow and Darkness había caído meses antes. “Ahora muchos se arrepienten de no haber querido denunciar a YouMore TV”, dice Farto.

Muchos no denunciaron porque tenían miedo de no volver a trabajar con él, es un hombre muy poderoso

¿Qué pasó con 'Glow and Darkness'?

Se desconoce por qué un empresario argentino, un peso pesado de los negocios farmacéuticos, accedió a financiar con millones de dólares una serie tan arriesgada como Glow and Darkness: 45 capítulos, sin plataforma ni distribuidora, y después del batacazo en España del musical de San Francisco de Asís. Pero lo cierto es que Alejandro Roemmers no fue el único en confiar en una producción de 280 millones de euros, “seis millones por capítulo”, 35 de los cuales pertenecían al argentino.

La producción contaba con José Luis Alcaine, octogenario director de fotografía, ganador de cinco premios Goya y muy respetado en el sector audiovisual español. El reparto incluía rostros internacionalmente conocidos como Joan Collins, Jane Seymour y Dennise Richards. Pero quizá el mayor delirio de grandeza lo representaba el propio Moreno, que se habría encargado de escribir y dirigir los 45 episodios sin experiencia en la realización de dramas históricos, y en inglés.

“Glow and Darkness presenta la vida y la época del que será el fundador de hasta tres órdenes religiosas: la Primera o de los franciscanos; la Segunda o de las clarisas; y la Orden Terciaria”, anunciaba la productora en su página web. La idea era estrenarla en 2021 con un pase especial en el Vaticano, en compañía del Papa Francisco. Nada de eso ocurrió.

El Confidencial desveló que la relación entre José Luis Moreno y Roemmers se resquebrajó a finales de 2020, cuando el primero no entregó los diez primeros episodios prometidos al segundo. De hecho, apenas existió un piloto y algunas escenas sueltas. El vídeo promocional de la serie es una sucesión de escenas inconexas, sin diálogo y una banda sonora sacada de un repositorio gratuito (el coro y la orquesta ya habían sido despedidos).

Después de la operación Titella, Alejandro Roemmers alegó que él mismo podría “estar siendo estafado mediante la emisión de facturas ficticias que no respondían a gasto alguno o eran infladas arbitrariamente para desviar los fondos entregados para la realización de la serie”. Se desconoce si la producción tenía una relación directa con la supuesta trama ilegal que investiga la Policía, pero tiene sus propias causas abiertas. “Yo soy muy incendiario y cuando las cosas son injustas, creo que hay que denunciar siempre”, concluye el representante del coro que nunca cantará en Resplandor y tinieblas.