La escritora granadina Cristina Morales ha ganado hoy el XXXVI Premio Herralde de novela con su obra “Lectura fácil”, en la que reivindica el papel protagónico en la literatura de “los llamados administrativamente discapacitados intelectuales” o con diversidad funcional.
El jurado del premio estaba compuesto por Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos, Rafael Arias y la editora Silvia Sesé, que ha escogido la novela ganadora entre las siete novelas finalistas de las 445 presentadas al galardón, dotado con 18.000 euros y convocado por editorial Anagrama.
“Lectura fácil” narra la historia de cuatro mujeres, Marga, Nati, Patricia y Àngels, con vínculos familiares y origen común con diversos grados de discapacidad intelectual que comparten un piso tutelado en una Barcelona mestiza y opresiva con paro, desahucios, mentiras, okupas, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y los ateneos libertarios como telón de fondo.
En nombre del jurado, Silvia Sesé ha señalado que “tanto la ganadora como la finalista son novelas que provocan discusión y diálogo, y la literatura de Cristina Morales está para provocar conversación, para producir tensión, para estirar el lenguaje”.
La autora ha confesado que “Lectura fácil” es “una novela sobre la Barcelona que me ha tocado vivir desde que me vine hace seis años”.
Para Morales, es reconfortante pensar que “la visión que una tiene sobre las cosas puede ser trasladable a la sensibilidad de los demás”.
La ganadora del Herralde reivindica el tratamiento narrativo con personajes con lo que se considera administrativamente discapacidad intelectual: “La literatura ha dado poca cabida a voces protagónicas de este tipo y aunque existe tradición literaria en torno a la locura, no así a lo que los castellanos denominaban 'el idiota' o 'el tonto del pueblo'”.
El Benjy de “El ruido y la furia” de Faulkner o el Zacarías de “Los santos inocentes” han sido dos referentes presentes en la autora, que recuerda que “cuando han sido utilizados son vehículo para hacer crítica de clase”.
En opinión de Morales, “hay gran potencia en la posibilidad de acercarse literariamente a estos personajes, que en la vida real están en los márgenes de los márgenes”.
Las cuatro protagonistas, que proceden de un ambiente rural indeterminado, pasan “peripecias frente a una administración pública buenista y paternalista” y la novela quiere “confrontar la retórica de lo institucional frente a la retórica del analfabeto o de aquel al que se le acusa de hablar mal”.
A pesar de la “seriedad” con la que aborda el tema, Morales asegura que la novela “está hecha desde la gracia, la fiesta del lenguaje, desde el humor, porque una escribe para pasarlo bien”.
El título, continúa Morales, alude al movimiento de lectura fácil que nació en el centro y el norte de Europa en los años 70 en algunas bibliotecas pensando en la adaptación de clásicos para personas que tenían discapacidad intelectual, y desde entonces se ha ido ampliando el espectro de los depositarios de este tipo de literatura a “personas con dificultad lectora, como migrantes que no conocen la lengua, población reclusa que no ha tenido acceso a la lectura o personas con fracaso escolar”.
En Barcelona hay una Asociación de Lectura Fácil, hay manuales de lectura fácil, y todo este sistema tiene un reglamento: no se pueden utilizar frases subordinadas, debe haber un sujeto por oración y se tienen que evitar ironías o metáforas.
Como una de las protagonistas escribe su biografía en ese formato, la escritora granadina tuvo que adaptar esa parte de la novela a ese tipo de escritura.
Aparte de algún caso por cercanía familiar, Morales ha podido conocer personas con funcionalidad variable en el mundo de la danza que practica participando en “cursos de danza inclusiva”.
La Barcelona que le tocó vivir es más genérica que la que retrata en el libro: “Llegué sin un duro en el bolsillo, con pisos llenos de cucarachas y pudiendo comer solo mortadela, pero eso no es interesante”.
La Barcelona que retrata “Lectura fácil” es “aquella en la que se intenta mimetizar desde el discurso político cualquier alternativa, cualquier discurso que intente ser crítico con ella”.
El jurado ha destacado el formato de la novela en la que “se entrecruzan voces y textos como un fancine que denuncia el machismo, las actas de un juzgado que pretende incapacitar y esterilizar a una de las protagonistas y la novela autobiográfica que escribe una de ellas con el método de la lectura fácil.