El desafío de Nicole Muchnik que despenalizó el aborto en Francia

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Hace unos días, durante una visita a Nicole Muchnik en su piso en el madrileño Paseo de la Castellana, mi mirada se detuvo en un libro que reposaba en la mesa del comedor. La llamativa portada, de fondo rojo, mostraba el dibujo de una joven con el puño en alto y el título de la obra en grandes letras blancas: Le Manifeste des 343. L'histoire d’un combat.

–¿Te interesa? Llévatelo –dijo instintivamente Nicole, que anda estos días atareada desmontando la casa que compartiera con el editor Mario Muchnik, su compañero de más de seis décadas, fallecido recientemente en Madrid.

Tomé el libro y, al darle una rápida ojeada, advertí que la protagonista del cómic era una joven rubia, de cabello corto, llamada Nicole, y me encontré además con que la obra llevaba un posfacio firmado por mi anfitriona, bajo el siguiente epígrafe: “Par Nicole Muchnik, journaliste au Nouvel Observateur dans les années 70, dont le combat a inspirée ce récit” (Por Nicole Muchnik, periodista en el Nouvel Observateur en los años 70, cuyo combate ha inspirado esta historia).

–¿Qué significa esto? –dije estupefacto.

–Cosas del pasado –respondió Nicole con una sonrisa, intentando, como es habitual en ella, evitar hablar de sí misma.

Conozco a Nicole desde hace un cuarto de siglo, pero su carácter reservado me ha obligado a ir descubriéndola como quien retira las capas de una cebolla. Así, poco a poco, me enteré de que nació en Túnez, entonces protectorado francés, donde se habían establecido sus padres, y de que algún tiempo después de finalizar su colegio se marchó a París con la firme determinación de ser periodista. Sus colaboraciones en Túnez con la influyente revista Jeune Afrique y otros medios le abrieron la puerta del semanario progresista Le Nouvel Observateur, primero en el servicio de documentación y luego en la redacción, donde llegó a ocupar con el tiempo el cargo de jefa de información. También supe que es una pintora formidable, que pinta por necesidad –como lo hacen los artistas honestos– en su pequeño taller abarrotado de cuadros y bocetos, y aún hoy me sorprende que no haya recibido el reconocimiento que merece. Y ahora, cuando Nicole está a punto de volver a establecerse en Francia tras casi cinco décadas en España, me entero, por una afortunada causalidad, de que ella fue el origen de uno de los mayores hitos en la historia del feminismo francés, un acto supremo de desobediencia civil que estremeció los cimientos del país y condujo cuatro años más tarde a la despenalización del aborto.

Todo está ágilmente narrado por Adeline Laffite y Hélène Strag y maravillosamente ilustrado por Hervé Duphot en Le Manifeste des 343, que la editorial Marabulles sacó a la luz el año pasado con motivo del 50 aniversario de la publicación del histórico documento. Nicole, que en 1970 se desempeñaba como reportera en L’Obs, vivía indignada con el calvario de las mujeres que tomaban la decisión de interrumpir su embarazo y por las condiciones muchas veces peligrosas para la salud en que se realizaban las operaciones clandestinas. La píldora anticonceptiva, cuyo uso estaba ya extendido en EEUU, apenas había entrado en Francia. Nicole había vivido la experiencia personal del aborto y sentía que debía hacer algo para acabar con su prohibición, pero no sabía por dónde empezar. De pronto, se le ocurrió acudir al Movimiento de Liberación de las Mujeres (MLM), en ese momento la organización feminista más activa del país, y propuso a su coordinadora dar un golpe de opinión para cambiar la mentalidad de la sociedad. Su propuesta era bastante osada: convocar a mujeres dispuestas a reconocer públicamente que habían abortado y conseguir que hubiera entre ellas al menos un puñado de famosas para lograr un mayor impacto social. Dicha confesión podía acarrearles penas de cárcel, pero de eso se trataba: de lanzar un desafío abierto al andamiaje judicial, político y moral francés dominado históricamente por los hombres.

Anne Zelensky, destacada líder del movimiento feminista, se puso en contacto con la escritora Simone de Beauvoir, una de las intelectuales más respetadas de Europa, y esta se ofreció con entusiasmo a amadrinar la iniciativa, poniendo su agenda de contactos al servicio de la causa. Comenzó una serie de encuentros semanales con la autora de El segundo sexo en su estudio del barrio Montparnasse para definir la estrategia. “Simone hablaba poco. Me sorprendió y casi conmovió su forma de escucharnos a cada una de nosotras. Se creó un clima muy especial”, recuerda Nicole. Finalmente, tras haber congregado a 343 mujeres, entre ellas Marguerite Duras, Françoise Sagan, Agnès Varda, Catherine Deneuve o Jeanne Moreau, se tomó la decisión de concretar la rebelión bajo el formato de un manifiesto. De Beauvoir se ofreció para redactarlo e incluso para firmarlo, pese a que más tarde reveló que nunca había abortado. Tras su aprobación por el grupo, y por sugerencia de la escritora, el texto se envió en primer lugar a Le Monde, pero su director se negó a publicarlo por las consecuencias que pudiera acarrearle al diario. De Beauvoir no se dio por vencida e intentó que se insertara como un aviso publicitario, que ella sufragaría. Tampoco fue posible. Finalmente, el 5 de abril de 1971, Le Nouvel Observateur publicó a toda portada la exclusiva: “La lista de 343 francesas que han tenido el coraje de firmar el manifiesto 'Yo he abortado”. El documento comenzaba: “Un millón de mujeres abortan cada año en Francia. Lo hacen en condiciones peligrosas debido a la clandestinidad a la que son condenadas, cuando esta operación, practicada bajo control médico, es una de las más simples. Se sume en el silencio a estos millones de mujeres. Yo declaro que soy una de ellas. Declaro haber abortado. Al igual que reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre”.

Semejante provocación tuvo el efecto de una bomba atómica. La tirada del periódico alcanzó cifras desconocidas. Una semana después, el semanario satírico Charlie Hebdo se sumó a la insurrección con una portada corrosiva en que se burlaba de uno de los políticos antiabortistas más destacados: “¿Quién ha preñado a las 343 zorras del manifiesto sobre el aborto?”. Dos meses más tarde, el semanario alemán Stern publicaba una carta con el título ¡Nosotras hemos abortado!, firmado por 374 mujeres, entre ellas las actrices Romy Schneider y Senta Berger. Un par de años después, 331 médicos franceses difundieron un manifiesto en que revelaban que habían practicado abortos...

Pese a que se había logrado el objetivo de remover la conciencia de la sociedad, Nicole sufrió una gran decepción porque el director de su periódico, el mítico Jean Daniel, le había encomendado el manejo y la presentación del manifiesto al veterano jefe de documentación, quien en los pasillos del diario se arrogaba la autoría de la iniciativa. “Aquello me dolió mucho, no tanto porque se me apartó del manejo de la noticia, sino porque se pensaba que tenía más credibilidad que un hombre se ocupara del tema”, me dice Nicole.

Sin embargo, no consiguieron apartarla de la noticia: el nombre de Nicole Muchnik figura entre las 343 firmantes del manifiesto que cambió el curso de la historia del feminismo francés y, por qué no, de Francia. Y en lo que respecta al origen de la iniciativa, medio siglo después de aquel acontecimiento, el libro Le Manifeste des 343 –recomiendo vivamente editarlo en español– ha puesto definitivamente las cosas en su sitio.