Acceder a la sala de exposiciones de CentroCentro Cibeles es entrar en un museo de museos compuesto por una selección de “joyas” de la colección privada de Juan Abelló y Anna Gamazo, que permite hacer un recorrido por cinco siglos de la historia del arte.
En un recorrido por lo mejor del arte del siglo XV hasta mediados del XX, la mayor dificultad que ha tenido su comisario, Felipe Garín, ha sido tener que elegir 164 obras entre las 500 que forman la Colección Abelló, cedida gratuitamente por sus propietarios que destinarán los posibles beneficios a Cáritas Madrid.
“El listón que hemos puesto es muy alto”, afirmación del comisario que se comprueba fácilmente ya que en el recorrido no solo figuran algunos de los autores más destacados de los últimos cinco siglos, sino que están con obras muy importantes.
La colección, una de las privadas más importantes del mundo, refleja coherencia y características propias desde su origen. “No se limita a periodos históricos, escuelas o géneros concretos sino que, aún siendo los testimonios españoles los más abundantes, son significativos los ejemplos de talleres flamencos, italianos, franceses o germánicos”.
Otro carácter específico es que no marca un límite temporal y así artistas como Juan de Flandes, Lucas Cranach o Yáñez de la Almedina dialogan con obras de Ribera, Zurbarán, Murillo, Canaletto, Goya, Sorolla, Modigliani, Picasso o Bacon.
El comisario valoró especialmente la importancia que tiene el dibujo como género artístico propio en la colección, sobre todo si se tiene en cuenta el desinterés que ha existido entre los coleccionistas privados. Así, se pueden contemplar dibujos de Francisco Pacheco, Pedro de Campaña, Bartolomé Murillo o un importante conjunto de Picasso, Van Gogh, Schiele o Bacon.
Dentro de la labor del matrimonio Abelló como coleccionistas, Felipe Garín quiso destacar también su esfuerzo por recuperar obras artísticas singulares del patrimonio histórico artístico español. Como ejemplo el “Salvator Mundi entre san Pedro y san Juan”, de Fernando Yáñez de la Almedina, o “El joven gallero”, de Murillo.
Antes de acceder a la primera sala, y en homenaje a El Greco en el cuarto centenario de su muerte, se exhibe la obra “Estigmatización de San Francisco”.
Aquí se produce uno de los “guiños” propuestos por el comisario al contemplarse a la espalda de esta obra, “y en un juego entre dos maneras de representar al hombre”, el gran tríptico de Francis Bacon con el que finaliza el recorrido.
Con obras fechadas entre el siglo XVII y el XIX, la primera sala la protagoniza el “Madrid capitalino y acogedor”, ciudad de la que muestra su valor histórico a través de la mano de pintores de la escuela madrileña, de Giuseppe Canella o de David Roberts, con un dibujo de la Cibeles dispuesta de forma diferente a la actual.
Antes de acceder a la siguiente sala se observa otro de los guiños del comisario. El “Retrato de Felipe II, de Jorge de la Rúa, ”mira“ a ”Mujer sentada“ de Juan Gris.
En “Del Gótico al humanismo” se contemplan joyas de la colección como “Bautismo de Cristo”, de Juan de Flandes, o la “Virgen de la leche” de Lucas Cranach, junto al retablo de Bernardo Serra “Virgen de la Misericordia con san Juan Bautista y san Miguel”, de mediados del cuatrocientos.
Del Renacimiento español destaca “Salvator Mundi entre san Pedro y san Juan”, de Yáñez de la Almedina, y obras de Diego de Siloé, Pedro de Campaña o Luis de Vargas.
Una de las “especialidades” de la exposición es la sala dedicada a los bodegones y las flores, con José de Ribera, Murillo, Francisco Pacheco, Zurbarán, Arellano, Camprobín, Juan van der Hamen o Luis Meléndez. “Aquí la selección ha sido dura ya que la colección supera los cincuenta bodegones”.
Junto a “vedutes” de Canaletto, Guardi o Joli, los retratos que Goya hizo de sus consuegros dan paso al naturalismo europeo. En una auténtica galería del arte del XIX figuran nombres como Mariano Fortuny, Ramón Casas, Anglada Camarasa, Beruete, Rusiñol o Joaquín Sorolla.
Estos comparten espacio con Pierre Bonnard, Toulouse-Lautrec, Van Gogh, Degas o Amedeo Modigliani, del que se muestra una espectacular cabeza de piedra.
Catorce obras de Picasso dialogan con Braque, Léger, Gris, Matisse o Dalí, con el “excepcional dibujo”, según Garín, “Retrato del padre del artista y su hermana”; mientras que artistas del norte europeo -Munch, Klimt, Kandinsky o Klee- lo hacen con la abstracción española de Tàpies, Palazuelo, Millares, y en medio de ellos Rothko.
Como cierre espectacular, “cuatro obras maestras” de Bacon. “Es la única colección española que puede permitirse esta reunión”.