Es así. Ha llegado el momento. Ha pasado el jiji jaja inicial tras descubrimiento del actor que encarna a Adam Sackler en Girls y toca hablar seriamente del que parece llamado a convertirse en la próxima estrella de su generación.
Y la principal razón es que Adam Driver ha dejado de ser el acompañante alto y desgarbado de Hannah Horvath para, según apuntan los rumores, entrar en lo que se conoce como las Ligas Mayores de Hollywood, con el contrato entre todos los contratos: La guerra de las galaxias. Adam Driver podría formar parte del próximo episodio de la gran saga del cine estadounidense. Y no sólo eso. Según informa Variety, podría encarnar a Darth Vader.
Pero ¿qué tiene Adam Driver? O más bien, ¿tiene aquello necesario para hacer de él una estrella?
Si analizamos la trayectoria del actor, comprobamos que hay razones suficientes para augurar el éxito.
Un inteligente ascenso meteórico. Hay carreras que se pautan, otras que son fruto del azar, y la mayoría son una combinación de ambas, como es el caso de Adam Driver. Tras una carrera como marine en el ejército estadounidense, estudió en la prestigiosa escuela de arte dramático Juilliard y protagonizó obras de teatro en el circuito de Broadway.
Después de algunas audiciones, logró el papel de Adam Sackler en Girls, que, como él mismo apuntó, “en el guión de Lena Dunham parecía llamado a ser simplemente un show artie”. De ahí, campañas de moda, editoriales y un par de películas del mejor cine independiente que le aportaron credibilidad y más tablas –destacan Frances Ha e Inside Llewyn Davis–, y ya está preparado para aterrizar en un blockbuster.
Un personaje televisivo que engancha. No nos engañemos, Adam Driver gusta por encarnar a Adam Sackler. El personaje que da la réplica a Hannah Horvath en Girls ha resultado ser la verdadera estrella de la serie.
A inicios de la primera temporada encarnaba al NNA, el No Novio Asqueroso que toda chica ha conocido, deseado y detestado a la vez (“me tratas fatal, como si fuera carne de mono”, le acusa Hannah); pero poco a poco sufrió una transformación hacia el clásico ENM, El Novio Maravilloso: afectuoso, sensible, pero con capacidad para las dobleces. Como comprobamos tras su relación con Natalia, potencialmente todavía sabe ser un cabronazo.
La contradicción ganadora. El adorable personaje Adam, con sus contradicciones –sobrio pero chalado, sucio en el sexo pero de alma limpia–, parece hacerse extensible en alguno de sus papeles en el cine –en Frances Ha es un follador en serie sin alma, pero no por eso deja de tener su encanto–, emulando a otro gran ídolo televisivo de los noventa, Doug Ross.
Si Driver juega bien sus cartas, debería fijarse en los papeles que encarnó George Clooney mientras dejaba atrás Urgencias. La combinación de roles en películas de acción y comedias románticas le mantuvo durante mucho tiempo bastante cerca del personaje que le encumbró: San Doctor Ross. Atractivo, mujeriego, contradictorio y de fondo noble. Oro televisivo por el que suspirar.
La tradición del feo-guapo. Porque Adam Driver no es George Clooney, por más que pueda haber paralelismos en su trayectoria. Una de las frases más oídas cuando alguien confiesa su atracción por Driver es: “Pero ¿por qué te gusta?”. La posible respuesta es un buen cuerpo, una cara rara, y un atractivo difícil de definir. Así es, forma parte de un grupo de actores cuyo físico no les destinaba, en un principio, a ser considerados galanes. Es el grupo al que pertenecen Steve Buscemi, Adam Sandler, Justin Long o Ben Stiller, entre otros.
La mayor parte de ellos triunfan en la comedia –Sandler y Stiller– o en el cine de corte menos comercial –Buscemi–, y muy pocos son considerados por un gran estudio para dar la réplica a una heroína romántica. Ese es el caso de John Cusack –que sí lo hace en Serendipity o Alta Fidelidad– y, en su estela, Shia LaBeouf, que ha sido comparado con Cusack en varias ocasiones. Teniendo en cuenta que últimamente LaBeouf está haciendo el artie por ahí, es posible que haya llegado el momento de Driver.
La voz. Para aquel que haya visto Girls, Frances Ha o Inside Llewyn Davis en sus versiones dobladas, seguramente seguirá con una versión de la pregunta del párrafo anterior (“¿qué le ves?”). Es la misma pregunta que se hace la gente que ve dobladas las películas de Russell Crowe o Philip Seymour Hoffman.
Pues bien, aquí va una revelación: Adam Driver tiene una gran voz. Grave, gutural e interesante. Más bien, Adam Driver tiene un vozarrón. Y nunca hay que subestimar el papel de la voz de un actor en sumar puntos para su éxito. Fijémonos, sin ir más lejos, en James Earl Jones. El Constantino Romero yanqui, en un alarde de ingenio, resumió el éxito de Sean Connery: “se trata su voz”. Algo sabría James Earl Jones al respecto, le dio a Darth Vader su timbre original.