Madrid 14 sep (EFE).- La nueva colección permanente del Museo Reina Sofía examina el origen de las vanguardias artísticas con un nuevo relato centrado en la ciudad, las revistas y las exposiciones de las nuevas corrientes y una sala dedicada al flamenco que se ubicará junto al “Guernica”.
El director del centro de arte, Manuel Borja-Villel, ha levantado hoy el telón de una docena de salas nuevas de la colección permanente que rastrea el nacimiento de las vanguardias, desde finales del siglo XX hasta los años 30.
El centro de arte se encuentra inmerso en un proceso de transformación que cambiará radicalmente su colección. El nuevo recorrido estará completado a finales de noviembre.
TERRITORIOS DE LA VANGUARDIA
El nuevo apartado dedicado a las vanguardias, del que hoy se ha desvelado la primera parte, rastrea los orígenes de la modernidad, con más de 400 obras de Picasso, Buñuel, Dalí, Gris, Paul Klee, María Blanchard, Maruja Mallo, Picabia o Julio Romero de Torres.
La nueva propuesta, con mucha presencia de foto y cine, opta por un cambio de relato fundamental: en vez de narrar una sucesión de movimientos y sus artistas más importantes, pone el foco sobre los territorios donde se desarrollan: la ciudad, las revistas y las exposiciones.
“La historia del arte moderno se hace como una sucesión de movimientos, como si estuviera en el aire, como si fuera algo abstracto”, argumenta Borja-Villel.
Barcelona tiene un peso fundamental en su propuesta. La Ciudad Condal fue escenario de algunos hitos artísticos de primer nivel.
“La excepcionalidad española de la que se habla no es real”, explica Charo Peiró, jefa de colecciones del museo.
En la ciudad condal se celebró el primer happening de la historia del arte (1916): un combate de boxeo entre el artista dadá Arthur Cravan y el campeón Jack Johnson, del que se puede ver un cartel; también una de las primeras exposiciones cubistas del mundo en las famosas Galerías Dalmau, que ocupa una sala.
Las revistas, principal vehículos de promoción de las nuevas corrientes artísticas, están presentes a lo largo de todo recorrido.
“Tienen una grandísima importancia como vía de comunicación de nuevas ideas”, en palabras de Borja-Villel. La “Documents” de Georges Bataille, por ejemplo, congregó en sus páginas obras de Miró, Picasso o André Masson, que acompañan numerosos ejemplares.
Menos conocida, es la “Gaceta del Arte”, editada en Tenerife por el pintor y crítico canario Eduardo Westerdahl, que se expone junto a una obra “Antro de Fósiles” de Maruja Mallo, una de las artistas que promovió.
Entre las obras más destacadas del recorrido, se pueden ver, por primera vez en conjunto, tres obras de Dalí de gran formato -“Cuatro mujeres de pescadores en Cadaqués”, “Composición abstracta” y “Sin Título”- que reflejan la atracción del catalán por lo deforme.
Frente a ellas, el guiño de “Comiendo erizos”, de Buñuel, que muestra a la familia del artista de Cadaqués. El cineasta está presente también con “Un perro andaluz” y “La edad de oro”.
La expansión del surrealismo en el mundo de la fotografía se puede ver en un grupo de instantáneas de Man Ray, Dora Maar, Brassai y otros autores sobre el cuerpo de la mujer que ocupan toda una sala.
Tampoco faltan algunas de las mejores obras de los fondos del museo, como “Rostro del Gran Masturbador” de Dalí, “La nadadora” de Picasso o “Graffiti” de Brassai.
LA NOCHE ESPAÑOLA
La conexión entre vanguardia y lo popular se encuentra a lo largo de todo el recorrido, especialmente en apartados dedicados a las Misiones Pedagógicas, La Barraca o la Residencia de Estudiantes, pero es especialmente destacable en la sala dedicada al flamenco, ubicada en un lugar de honor: en la sala contigua al “Guernica”.
“El cante jondo es el enigma, eso que solo se puede expresar por la voz. El flamenco permite a los artistas reconectar con la gente, pero no a través del arte ilustrado, sino del movimiento del cuerpo”, ha resumido Borja-Villel.
Símbolos inequívocos del universo del flamenco aparecen una y otra vez en la obra de autores fundamentales de la historia del arte como “Bailarina española” de Miró, “La Guitarra” de Juan Gris, “El gitano” de Robert Delanunay o “Mujer con abanico” de María Blanchard y otras muchas más congregadas en la sala.
Pero no solo en pintura: el museo ha desempolvado para esta nueva sala un traje de baturro y una parte del decorado -de enormes dimensiones- que el pintor y escultor Alberto Sánchez hizo para “La romería de los cornudos” (1933) de Lorca.
La conexión entre vanguardias y flamenco se alejó siempre de lo folclórico. Una de las piezas más evocadoras de la sala es “Bailes primitivos flamencos”, una idea del bailaor Vicente Escudero filmada por Herbert Matter y en el que el bailarín, que defendió la conexión entre danza, cubismo y surrealismo, se mueve al compás de un sonido de motor y que ahora baila a escasos metros del “Guernica”.
Por Celia Sierra