A una de sus primeras actuaciones californianas asistió John Wayne, actor al que Frank Zappa saludó desde el escenario con las siguientes palabras: “Esperábamos a George Lincoln Rockwell, jefe del partido nazi, pero, por desgracia, no ha podido venir. No obstante, aquí tenemos a John Wayne”.
Su gamberrismo le acompañaría toda la vida, consiguiendo lo más difícil, ser aguantado como músico y como activista político por las instituciones más retrógradas. No pudieron con él, aunque lo intentaron. Su denuncia al sistema calaba tan hondo que los bien pensantes y bien comidos temblaban cada vez que Zappa anunciaba nuevo espectáculo. La crítica, siempre en clave de humor, alcanzaba al fútbol o al virus del SIDA; se refería a él como un ataque virulento organizado por las altas esferas del poder contra negros y homosexuales. No había personaje público que se salvase de su denuncia. Así alcanzó a Michael Jackson, al que criticó sus operaciones cosméticas de la misma manera que criticó la música country por su poso reaccionario.
Uno de sus mejores conciertos lo dio en Madrid, en el Rockódromo. Fue en el año 1988, por el mes de mayo, coincidiendo con los Sanisidros. Apareció en escena hablando en castellano “Nos lo vamos a pasar de puta madre” y así fue. Terminó su concierto con una versión inolvidable del “Bolero” de Ravel en clave de reggae. Las personas que asistimos aquella noche al espectáculo no olvidaremos el regalo. Se respiraba que Frank Zappa estaba a gusto. Cuando días después llegó a Barcelona, la cosa se complicó, pues los nacionalistas silbaron a Zappa mientras leía un discurso pidiendo la unidad de los trescientos millones de hispanohablantes.
Poco tiempo después, Zappa volvería a Madrid, esta vez para hablar con su alcalde de entonces, Juan Barranco, con el objetivo de poner en marcha una Bauhaus que aglutinase a científicos y artistas de distintas disciplinas, desde escultores a novelistas pasando por músicos. Un gran centro cultural en Madrid que sirviese de puente entre la creatividad latinoamericana y la europea.
Pensaba ponerlo en marcha en el año 92, con la Expo y las Olimpiadas de pantalla. Ese era el plan. Pero la moción de censura que se llevó a Juan Barranco de la alcaldía truncó el proyecto. Por eso mismo, entra la risa floja cuando los peperos dicen que la moción de censura de Sánchez en el 2018, que desalojó a Rajoy de Moncloa, fue un golpe de Estado.
De la misma forma que Rajoy terminó su carrera política, lo hizo Juan Barranco cuando fue destituido el 29 de junio de 1989, tras la moción de censura que proclamó Alcalde a Agustín Rodríguez Sahagún, el Pedro Sánchez de aquellos tiempos. Una de las primeras cosas que hace Rodríguez Sahagún cuando llega a la alcaldía es tumbar la iniciativa de Zappa de la nueva Bauhaus. Un golpe a la Cultura, con mayúsculas.
Frank Zappa mantuvo su compromiso político, y por lo tanto cultural, con los países que visitaba. En Praga sería recibido con todos los honores por el mítico Václav Havel. Estamos a primeros de enero de 1990. Con el ruido de fondo de la caída del Muro de Berlín, el presidente Havel nombra a Zappa representante de Comercio, Cultura y Turismo. El músico está muy ilusionado con el cargo, pues proyecta un programa de televisión para atraer inversores. Pero en la Casa Blanca no es bien recibida la noticia y el presidente Bush -padre- manda a un adjunto a Checoslovaquia con urgencia y Havel acepta el chantaje. De esta manera, Checoslovaquia se convirtió en socio comercial prioritario para Estados Unidos.
Hay artistas incómodos que, a cada movimiento que hacen, levantan el polvo de un sistema apolillado y enfermo. Cada vez se dan menos y Zappa fue uno de ellos. Ahora se estrena el documental que ha realizado Alex Winter sobre el icónico músico. Se trata de una película que se abre con imágenes de su concierto en Checoslovaquia y que lleva insertos de película rodada en super 8 por un joven Frank Zappa que tomó prestada la cámara a su padre para grabar escenas familiares.
El documental coincide en el tiempo con la biografía que acaba de sacar Alianza a cargo de Manuel de la Fuente, tal vez uno de los tipos que más saben de Zappa, no sólo en España, sino en el mundo. La biografía de Zappa es de esos libros que te dejan con ganas de escuchar la música del protagonista de una de las aventuras culturales más electrizantes del siglo pasado. Si tuviera que elegir un disco de su extensa discografía, el mío sería “The man from Utopía”, entre otras cosas por la portada, de Tanino Liberatore. ¿Cuál es el tuyo?