Barcelona, 15 mar (EFE).- El ensayista Jordi Gracia construye gracias al archivo de Anagrama y de la mano de su fundador, Jorge Herralde, “una biografía” de este sello independiente en “Los papeles de Herralde”, un editor que confiesa que no se habría sentido “cómodo” si hubiera formado parte de un gran grupo editorial.
En una entrevista con Efe, Herralde señala que si Anagrama hubiera estado en el seno de un gran grupo puede que su editorial hubiera sido igual, pero a continuación añade: “No me habría sentido cómodo, y lo digo por muchas anécdotas y cosas que he sabido”.
Recuerda el veterano editor que “ya hubo mucho interés por parte de Planeta con el viejo Lara, que me llegó a llamar alguna vez, pero nunca llegamos a encontrarnos”.
Posteriormente, mantuvo “una relación amistosa episódica” con su hijo, el heredero del imperio, José Manuel Lara Bosch, quien le aseguró que le iba “a tratar mejor”, pero nunca cuajó la codiciada incorporación al holding planetario, seguramente porque Herralde había visto las experiencias de Destino, Lumen y Tusquets.
Jordi Gracia es aún más contundente: “Anagrama no habría sido lo mismo bajo ningún grupo, porque como sello independiente ha tenido una libertad total, no habrían sido posibles apuestas atrevidas y los riesgos, ni una colección como 'Contraseñas”.
Herralde evoca que su editorial “empezó en unas condiciones difíciles en los primeros diez años y luego a partir de los 80 prosiguió sin problemas, pero el paisaje externo hacía los 1980-1990 se empezó a deteriorar con los grandes grupos y el resultado es que ahora hay una gran concentración”.
“Los papeles de Herralde” (Anagrama) analiza al Herralde editor “en la intimidad de su oficio”, como remarca Gracia y a partir del archivo de la editorial ofrece pistas sobre el ejercicio cotidiano de su profesión.
Desde la compra de una máquina de escribir, una mesa y una silla en 1968 hasta la decisión de contratar a Patricia Highsmith, a Tom Wolfe, a Carmen Martín Gaite, a Martin Amis o a Ryszard Kapuscinski, van aflorando a través de las cartas de Herralde a autores, agentes, críticos, periodistas y colegas.
Señala Herralde que siempre le había gustado la lectura e incluso hizo sus pinitos escribiendo “poemas y cuentos que por fortuna tiré”, y su primer sueño era escribir como Scott Fitzgerald, hasta que el protoeditor decidió fundar una editorial junto a un amigo para “publicar las obras completas de Sartre y Camus, en tapa dura”, pero no prosperó.
Tras otro intento fallido, nació finalmente Anagrama, que tuvo pasó dificultades durante diez años hasta que, como dice Herralde, “llegó la gloriosa década de los 80”. Josep Janés y Carlos Barral fueron sus editores más inspiradores.
En esta “biografía epistolar”, subraya Herralde, se ve “el ingenio inconmensurable” de Tom Wolfe, el “afecto” de Martin Gaite, del hispanista Gonzalo Sobejano, de Richard Ford, y la intensidad de la relación que mantuvo con Pitol, Bryce Echenique, Piglia, Roberto Bolaño o Jaime Bayly.
Herralde piensa que el catálogo es el bien más preciado que tiene un editor y la prueba de su “política de autor” es que tiene a 50 autores de los que ha editado al menos diez títulos, entre ellos Amis, Baudrillard, Bryce Echenique, Bukowski, Capote, Ford, Highsmith, Houellebecq, Magris, Mailer, Nothomb, Nabokov, Tom Sharpe, Tabucchi, Villoro o Pombo.
El libro no rehuye polémicas, como la salida de ese catálogo de ilustres autores como Javier Marías o Enrique Vila-Matas.
En el preámbulo Herralde admite que en un volumen de agradecimientos “incluiría, incluso, al Marías de 'Corazón tan blanco' o al Vila-Matas de 'El mal de Montano', los dos libros más celebrados de estos autores”.
En su bagaje, Anagrama cuenta con uno de los galardones de ensayo más veteranos o el Herralde de novela que ha sido “el disparadero de muchos autores españoles”.
De todos sus hallazgos hispánicos, Jorge Herralde menciona dos casos específicos, el de Álvaro Pombo y “la segunda vida literaria” de Martín Gaite, a los que se podría añadir Soledad Puértolas, Molina Foix, Bolaño, Marta Sanz o Sara Mesa.
Herralde es también el 'padre' español de la “armada británica” de Anagrama, formada por Ishiguro, Julian Barnes, Amis e Ian McEwan, “autores veinteañeros que en las dos primeras décadas -apunta- tuvieron unas ventas sosegadas”.
El libro recoge también, a través de las cartas, “las tensiones, fricciones y negociaciones” con agentes, de manera especial con Carmen Balcells o Andrew Wylie.
En síntesis, Herralde se confiesa “un yonqui de la edición”, siempre pendiente de todo, no sólo de los contratos, con “las antenas conectadas permanentemente”: “Me gusta todo del oficio, elegir portadas, editar fajas y contraportadas, la promoción, las ruedas de prensa y, naturalmente, leer y publicar”.
Jose Oliva