El Museo Histórico Alemán y el Museo Gay de Berlín presentan de forma conjunta desde el pasado fin de semana hasta diciembre la primera muestra dedicada a la historia, la política y la cultura de homosexualidad. Lleva por título Homosexualität_en (Homosexualidades). No es casualidad que sea la capital alemana, una de las metrópolis europeas en las que el movimiento gay cuenta con mayor arraigo, la que acoja esta exposición. La muestra está centrada en la vida y la cultura gay desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. Las pinacotecas responsables del evento ofrecen, a través de una amplia diversidad de materiales pictóricos y gráficos, un recorrido por la historia de la emancipación del colectivo homosexual. He aquí diez imágenes con las que narrar este caminar plagado de dificultades.
La exposición, que marca la entrada oficial en las pinacotecas de lo gay entendido como algo más que una mera cuestión de orientación sexual, tiene como imagen de presentación un retrato de la canadiense Heather Cassilis. El trabajo de esta artista afincada en Los Angeles acostumbrada a romper moldes, ha servido a los responsables de la muestra para no dejar indiferentes. Antes de poder protagonizar la sesión fotográfica de la que es producto esta imagen tomada en 2011, la artista tuvo que someterse a seis meses de trabajo intensivo de musculación. En ese medio año acabó ganando hasta diez kilos de músculo. El resultado de esta larga performance es este cuerpo que “resiste ser categorizado” en términos de género, según los términos de los responsables de la muestra.
Tampoco es evidente la orientación sexual de los fotografiados en una imagen como la que se ofrece en Homosexualität_en para representar la homosexualidad a principios del siglo pasado. Fotografías como las de estos dos soldados -si no fuera por el contacto de esas manos- sólo se entiende como algo gay por estar un contexto como el de la muestra berlinesa.
Esta imagen, de origen desconocido y fechada en 1913, da buena cuenta de que la homosexualidad también existió en los primeros años del siglo pasado. La homosexualidad, como el amor, no entiende de fechas ni edades. Es más, las relaciones entre personas del mismo sexo ha existido desde siempre. En los libros que entroncan la cultura occidental hay referencias a la homosexualidad. Eso sí, figura como un comportamiento punible. De ahí que Dios, según el Antiguo Testamento, castigara a los sodomitas con la destrucción de su ciudad con casi todos ellos dentro.
Mucho después de popularizarse ese relato, en el primer código penal secular, aprobado a mediados del siglo XVI en el Sacro Imperio Romano Germánico, el sexo entre hombres se consideraba un “crimen contra la castidad”, castigado con la muerte en la hoguera.
Contra esta visión criminal de la homosexualidad -que aún se perpetúa en algunos países- se alzó a finales del siglo XIX la voz del periodista alemán de familia judía Kurt Hiller. Este respetado ensayista homosexual, que trabajó en su día para el Instituto de la Investigación Sexual, firmó en 1922 un célebre alegato contra la penalización del sexo entre personas del mismo sexo. §175 era su título, que aludía al párrafo 175 del código penal. En ese fragmento se consideraban como delito los “actos homosexuales”. Hubo que esperar al final de los años sesenta para ver, al menos en las dos Alemanias (RDA y RFA), el final de este tipo de consideraciones.
La emancipación como homosexuales, y como mujeres, fue lo que buscaron a principios del siglo pasado las primeras intelectuales lesbianas organizadas. Entre ellas destacó en su día la berlinesa Claire Waldoff. En el Museo Histórico Alemán hay un retrato suyo firmado por el pintor checo Emil Orlik en 1930. Waldoff, quien además de haber sido una prominente cantante dirigió un salón político de lesbianas junto a su compañera Olga von Roeder, tenía muy clara su identidad de mujer especial. “Permíteme que te diga algo, esos días terminaron, ya no nos quedamos en la cocina y jugamos a las casitas”, dijo Waldoff a su retratista mientras posaba.
Casi un siglo después, la homosexualidad femenina sigue siendo una realidad difícil de asumir por cierto sector de las sociedades en las que se supone, ser lesbiana ha de poder pasar como algo desapercibido. La serie de fotos que lleva tomando desde 2011 la fotógrafa danesa y autora de cine porno Goodyn Green bajo el título Mujeres, muestra las caras de lesbianas que aún hoy se topan con comentarios homófobos o que, cuanto menos, denotan falta de empatía. Entre las fotografiadas hay una que cuenta: “Estaba llevando unos pantalones cortos y tenía un aspecto más bien femenino. Al menos, eso pensaba yo cuando una niña pequeña preguntó a su madre si yo era un chico o una chica; la madre respondió con bastante sorpresa: '¡Por supuesto que es un chico!'”.
El capítulo histórico del III Reich también supuso una era oscura para los homosexuales de toda Europa. Homosexualität_en tiene un espacio reservado en memoria de las 50.000 personas que fueron detenidas y hechas prisioneras en las cárceles y campos de concentración del nazismo. Se les acusaba de atentar contra el entonces vigente párrafo 175 del código penal. En aquellos centros donde se perpetró el Holocausto judío, los homosexuales eran identificados con el triángulo rosa que se observa en esta fotografía.
Pasada la Segunda Guerra Mundial y sus atrocidades, se buscaron otras “soluciones” no menos horrorosas a la homosexualidad. Prueba de ello es que se popularizaran las terapias electro-convulsivas con aparatos como el expuesto en el Museo Histórico Alemán de Berlín. Se trata de un Konvulsator III, fabricado por Siemens en 1951.
La revolución cultural y social que supuso el mayo del 68 también estuvo asociada a la liberación estética planteada por artistas como el genio estadounidense del Pop Art, Andy Warhol. Sus dos versiones de la película Mario Banana, interpretadas en 1964 por una de sus musas fílmicas, el puertorriqueño René Montez, forman parte del imaginario visual de la homosexualidad más excéntrica. En este cortometraje se ve a Montez vestido de drag queen comer una banana. No menos provocadora es la película Blow-Job, también filmada por Warhol en 1964. En ella sólo se puede ver la cara de un actor al que le están practicando, según el guión, una felación.
Ya en este siglo, el artista gráfico alemán Stephan Thiel plantea otras evocadoras imágenes sexuales protagonizadas por hombres. 100 Berlin Based Men o Cien hombres de Berlín es el título de la serie de obras de la que se extrae esta imagen. En ella se muestra a dos hombres sentados, en contacto por las planta de sus pies, haciéndose sendos selfies en poses eróticas.
No podía faltar en una exposición como Homosexualität_en uno de los momentos más clásicos de la cultura gay en Berlín. Se trata de la fiesta del Orgullo Gay, vista aquí por la fotógrafa Kristina Strauß. La fiesta del Orgullo Gay se celebra en la capital germana como el día de la Christopher Street, en honor a los sucesos de la calle neoyorquina donde se produjeron los disturbios de Stonewall. A raíz de aquella primera manifestación en favor de los derechos de los homosexuales en Estados Unidos, se celebra en la actualidad el Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). Ahora bien, Homosexualität_en deja claro que la reivindicación de los derechos para los homosexuales no es, en origen, algo puramente norteamericano.