Incomprendido por la crítica y prohibido tanto en la República como en el Franquismo, Enrique Jardiel Poncela, uno de los humoristas literarios más relevantes del siglo XX, dejó de escribir novela, “que era lo que más le gustaba”, y se dedicó al teatro para poder publicar su obra.
“No gustó a unos y a otros”. La izquierda lo veía de derechas y la derecha de izquierdas, se prohibieron sus novelas, pero lo cierto es que Jardiel Poncela (1901-1952) era un individualista, que depende en qué asuntos “comulgaba más con lo tradicional o los progresistas”, explica a Efe su nieto, Enrique Gallud Jardiel, quien hoy presenta en Zaragoza una biografía del dramaturgo.
“Jardiel. La risa inteligente” es el título de la obra, que incluye además estudios sobre el autor y desvela material inédito.
Gallud (Valencia, 1958) no conoció a su abuelo, pero sí ha estudiado el material que dejó, además de contar con los numerosos testimonios de su madre.
Jardiel Poncela quería innovar el teatro cómico y escribir un tipo de literatura nueva, lo que hizo que la crítica no lo aceptara hasta “20, 30 y 40 años después”.
Fragmentos de cartas, versos inéditos, bocetos e incluso proyectos literarios que no llegó a escribir se incluyen en esta obra, que acaba de publicar la editorial aragonesa Doce Robles.
En ella aparecen manuscritos, como el de la novela “¿Pero...hubo alguna vez once mil vírgenes”, en el que se puede leer aquello de “la mujer harta de besar hombres va a buscar al hombre harto de besar mujeres”; viñetas que no se habían vuelto a editar desde los años veinte e incluso publicidad cómica para los entreactos diseñada por Jardiel.
Uno de los bocetos más llamativos que se editan corresponde a una escenografía móvil para el teatro que inventó Jardiel pero que no pudo llevar a cabo.
“A Jardiel Poncela le gustaba abarcar un poco toda la faceta del teatro. No se limitaba a escribir las obras, sino que se preocupaba del escenario, de la publicidad de entreactos, etc...Quería que la representación tuvieran el mismo estilo. Le gustaba el teatro, no solo ir a su casa a escribir”.
Muy sociable, divertido, poco convencional, que en ocasiones rompía con las normas de buen comportamiento y decoro, apasionado y con “muchas aventuras amorosas”, así era Jardiel Poncela, que vivió muy intensamente y lo pasó “muy bien” hasta que cayó enfermo y murió con un cáncer de laringe el 18 de febrero de 1952. En su tumba figura la inscripción “Si buscáis los máximos elogios moríos”.
Jardiel Poncela falleció sin escribir el ambicioso proyecto literario que tenía de crear una serie de sátiras sobre los distintos oficios que había.
En la biografía aparecen cartas generalmente familiares, de las que sus descendientes conservan entre “50 ó 60” y que son curiosas, ya que están escritas en tono de humor e incluso en verso.
Enrique Gallud Jardiel publicó una biografía sobre su abuelo en 2001, en tono de humor y con motivo del centenario de su nacimiento, y en este caso, lo más destacado no es la parte de semblanza de su vida, sino los más de cien escritos que estudia y que hacen que sirva de antología sobre el dramaturgo.