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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Joan Brossa: poeta, guerrillero y prestidigitador

EFE

Valladolid —

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De no haber sido poeta hubiera oficiado como guerrillero y figurado como prestidigitador, dijo de sí mismo Joan Brossa (1919-1998), a quien el Museo Patio Herreriano ha dedicado una exposición inaugurada hoy en Valladolid como preámbulo de la antológica que abrirá este septiembre en Barcelona.

Las denuncias contra el franquismo, cuya época le tocó vivir durante su plenitud creativa, y las críticas a una Iglesia Católica al lado del poder centran buena parte de “Escuchad este silencio/ A escena. Personajes brossianos”, lema del muestrario que exhibirá Patio Herreriano hasta el 5 de noviembre.

Son veintisiete piezas de variada extracción -poemas, objetos, imágenes e instalaciones- pero con el mismo itinerario: la crítica de cuanto le provocaba un rechazo, incluida la censura impuesta por el régimen franquista y la política expansionista de los Estados Unidos a partir de la Segunda Guerra Mundial.

“Fue una persona muy incómoda para los políticos y las personas que tuvieron algo de poder”, tanto durante la dictadura como ya en democracia, ha explicado Gloria Bordons comisaria de esta exposición que ha presentado junto a la concejala de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Valladolid, Ana Redondo.

A lo largo del muestrario se puede apreciar la evolución de Brossa desde la estricta palabra poética, encajada en un poema durante sus primeros pasos, hasta la poesía visual a la que se abandonó ya en los años sesenta como estrategia para camuflar su desazón crítico y medio estético en el que se movía con soltura.

Es la faceta de mago, prestidigitador o transformista que la comisaria de la exposición, Gloria Bordons, ha glosado como una de las principales cualidades de quien fue, según sus palabras, “un personaje en sí mismo” que recurrió a la ironía artística para expresar sus quejas y reproches.

De esta estrategia forman parte un rosario del que pende un dólar de oro; un huevo frito sobre una hostia; la cabeza de una persona depositada sobre la alfombra que le tiende un rollo de papel higiénico; y el símbolo de la multinacional automovilística Mercedes que, con un breve trazo, Brossa transforma en la estrella del portal de Belén para simbolizar la mercantilización de la Navidad.

Joan Brossa, seducido por las vanguardias del primer tercio del siglo XX, “comparó al poema con un truco de magia ante el que las personas inteligentes se dejan engañar”, ha apuntado la comisaria.

“No tenía otro oficio que el de poeta, vivía con lo mínimo”, ha insistido Bordons acerca de quien por encima de todo siempre se consideró poeta, “el que dice las cosas de la vida y lo que le ocurre a las personas”, bien a través de la palabra que esgrimía ironía, convertía en sátira y empleaba con acidez, bien por medio de objetos e instalaciones.

En ocasiones, ha precisado, imprimía a sus textos una cierta teatralidad, convencido de que el teatro “no sólo se ve en los escenarios”.

Esta exposición es preludio de la “gran antológica” que Barcelona dedicará a Brossa el próximo septiembre, la segunda después de la celebrada en 2001, tres años después del fallecimiento de quien también fue dramaturgo, guionista y diseñador gráfico, cofundador en 1948 de la revista Dau al Set con Tàpies y Modest Cuixart, entre otros pintores.