El Oscar a Joaquin Phoenix por su papel de Joker se convirtió, la madrugada del 10 de febrero, en uno de los pocos que sí cumplió todas las quinielas. El estadounidense se hizo con el Oscar al mejor actor por su trabajo en Joker, dejando sin estatuilla al también nominado Antonio Banderas por Dolor y gloria.
Phoenix aprovechó entonces para hacer un discurso lleno de reivindicaciones como, por otra parte, venía siendo habitual en su temporada de premios: en los Bafta atacó al “racismo sistémico” y afirmó que le daba “vergüenza ser parte del problema”, también visitó un matadero tras ganar en los SAG del sindicato de actores, y hasta fue arrestado en una manifestación por el clima.
Esta vez, el actor unió todas las reivindicaciones en una al afirmar que el cine le había dado la oportunidad de hablar por los que “no tienen voz” y equiparar todas las luchas, ya fueren por el medioambiente o por la igualdad de razas o géneros, con la lucha contra “la injusticia”.
“No me siento por encima de ningún compañero de profesión, ni de ninguno de los presentes. Compartimos el amor por el cine. Y creo que uno de los principales dones que nos da es la posibilidad de utilizar nuestra voz”, afirmaba. “He pensado mucho en las cuestiones tan incómodas con las que nos enfrentamos constantemente. A veces puede que pensemos que somos campeones de ciertas causas, pero yo veo aspectos comunes: si hablamos de desigualdad de género, de derechos LGTBI, de indígenas o de animales, estamos hablando de la lucha contra la injusticia”, dijo aprovechando el momento.
También aseguró que el ser humano está “desconectado” del mundo natural y que es “egocéntrico” por aprovechar sus recursos sin pensar en las consecuencias. Y tuvo tiempo para acordarse de su hermano River Phoenix, fallecido en 1993. Según él, una frase escrita por su hermano cuando tenia 17 años le sirvió de inspiración: “Acude al rescate con amor y entonces vendrá la paz”.
Phoenix figuraba como ganador en todos los pronósticos previos a los Oscar ya que había arrasado en la temporada de premios. Esta era su cuarta candidatura en los Oscar, pues también estuvo nominado por Gladiator (Ridley Scott 2000), En la cuerda floja (James Mangold, 2005) y The Master (Paul Thomas Anderson, 2012).
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