Leyendo sólo un periódico es imposible estar informado, leyéndolos todos la desinformación será absoluta. Algo así decía Thomas Jefferson: el hombre que no lee nada va a estar siempre mejor educado que el hombre que solo lee periódicos. Qué habría dicho de saber que un día la actualidad vendría en forma de tebeo.
Los que nos formamos con los tebeos nunca albergamos ninguna duda y, si alguien la tenía, se le disipó en el momento en que entró a escena Joe Sacco, un maltés del 60 afincado en Portland que lleva veinte años documentando las injusticias y las opresiones más intolerables de nuestro planeta. Lo hace sobre el terreno, lejos de los hoteles de lujo donde se congrega la prensa internacional, a menudo infiltrado, pateándose un campamento de refugiados chechenos, la ciudad de Hebrón en Cisjordania o un campamento de soldados israelíes en la frontera con Egipto.
Sacco, quien, como el repórter Tribulete, en todas partes se mete, pone el foco en el individuo, atiende la cotidianeidad de los desposeídos y fija las circunstancias y la luz del instante con un lenguaje mucho más incontestable que el de las palabras: dibujando.
Periodismo con talento
Con un trazo de grabador que nos habla de la reflexión, el esfuerzo y la templanza con que acomete su obra, ejerciendo un estilo heredado del underground norteamericano, Sacco trae a sus álbumes de historieta un crisol de voces y testimonios que van tomando naturaleza orgánica en el propio formato, en el hecho del cómic como vehículo de transmisión. Palestina: en la franja de Gaza y Gorazde: zona protegida son dos de sus títulos más celebrados, trabajos apabullantes que nos llevan a decidir que Reportajes (que los recopila todos) es el libro más adecuado para acercarse a su obra por primera vez.
Se trata de una antología de piezas cortas en las que viaja a Malta para mostrarnos la mayor puerta de entrada de la migración clandestina africana hacia Europa, se integra como reportero entre los soldados americanos e iraquíes en Irak, acude al Tribunal Penal de La Haya para documentar procesos por crímenes de guerra o se interna en la región india de Kuishinagar para hablarnos del último peldaño de nuestra civilización, la casta de los “intocables”, humanos que roban comida a las ratas.
Así explicada, la naturaleza del trabajo de Sacco puede sonar sospechosa de contener trazas de “hombre blanco” que pretende regular el mundo sin respetar los tiempos de las diferentes culturas. La envergadura de sus proyectos terminará por acallar nuestras reticencias y nos bastará una lectura para entenderlos no sólo como piezas clave del cómic contemporáneo, sino también como bombonas de oxígeno para el periodismo bélico, activista y de investigación. Un periodismo muy consciente de estar siendo relato. Un periodismo en el que caben los silencios.
Lo nuevo es lo viejo
Ahora Joe Sacco retoma ese periodismo atípico, singular, con Srebrenica, en cuyas páginas regresa a Bosnia 18 años después del genocidio balcánico para recorrer las heridas en las voces de sus damnificados, y lo hace ampliando el reto técnico con un cómic interactivo integrado en el proyecto Acuerdo, una publicación electrónica pensada para tabletas que en estos días recauda lectores activos para hacerse realidad.
Según declaraciones del propio autor, Srebrenica podría ser su última incursión en el cómic periodístico, un género que hoy también cultivan autores como Guy Deslile y que está cobrando cada vez más importancia aunque en España, donde todavía hay adultos que no saben comprender el lenguaje de la historieta, estemos muy lejos de asimilarlo. Entretanto, en Francia, la prestigiosa revista de periodismo narrativo XXI incluye regularmente reportajes en forma de cómic, y el interés por el formato es creciente según demuestran iniciativas como La Revue Dessinée, una publicación recién acuñada, en papel y con versión digital (financiada también mediante un crowdfunding que requería 5.000 euros y logró recaudar 36.000), que presenta las preocupaciones de “la actualidad” completamente secuenciadas.
El truco para ejercer con fortuna el periodismo en viñetas es, como bien sabe Sacco, asumir todas las responsabilidades del periodista, contemplar la precisión, cotejar afirmaciones e intentar aproximarse a la información pura; pero sus atribuciones son más amplias porque el periodista tiene aquí la humildad de saberse autor y la conciencia de que no debe renegar de su mirada.
Leyendo los dibujos de Sacco, tan intrínsecamente subjetivos como lo son las palabras, entenderemos por fin que la supuesta objetividad del periodismo ortodoxo es no sólo una quimera, sino una patraña monumental. Quién sabe si volver a los tebeos podría ser un primer paso para nuestra reeducación.