¿Cuántas lenguas diréis que se hablan en España? No, no me refiero a las oficiales âcastellano, catalán, gallego, euskera, aranésâ ni al resto de las vernáculas. Me refiero a todos aquellos idiomas que tienen una comunidad permanente de hablantes suficiente como para aparecer en nuestro paisaje lingüístico o como para que se las tenga en cuenta en las políticas públicas.
Lo del paisaje lingüístico quizás os suene a algo nuevo. ¿Y eso qué es?
“El paisaje lingüístico es la suma de todos los signos verbales que vemos en lugares públicos, desde un grafiti de rivalidad deportiva a un cartel electoral, tanto un rótulo comercial como una señalización toponímica, se incluye el papel que efímeramente avisa de algo y la letrería parietal de un monumento significativo”, escribía Lola Pons, catedrática de la Universidad de Sevilla, en una separata sobre el paisaje lingüístico andaluz que publicamos hace ahora un año en la revista Archiletras.
Hasta hace pocas décadas, al paisaje lingüístico apenas se le había prestado atención por parte de los estudiosos de la lengua. Ahora es uno de los observatorios imprescindibles no solo para los sociolingüistas, sino también para expertos de muchas otras disciplinas ajenas a las ciencias del lenguaje. Nos ayuda a conocer mucho mejor la sociedad en la que vivimos, su pluralidad y diversidad, su complejidad incluso.
Pues bien: en aquel trabajo, expertos de nueve diferentes universidades liderados por Lola Pons detectaron, fotografiaron y analizaron casi dos docenas de lenguas diferentes en las calles andaluzas.
Hace unos días, encontré otra pista sobre la diversidad lingüística de España. Fue en un tuit (lo siento, aún no tengo incorporado a mi software lingüístico un sustantivo equivalente en la rebautizada red X). Era un tuit de @desdelamoncloa, la cuenta oficial del Gobierno. “El teléfono de atención a la violencia contra las mujeres está disponible 24h, 365 días, en 53 idiomas”, decía el tuit, en referencia al número 016.
¡Servicio permanente en 53 idiomas! Me hice con la lista, ahí va: “castellano, catalán, euskera, gallego, inglés, francés, alemán, portugués, chino mandarín, ruso, árabe, rumano, búlgaro, tamazight y otros 39 idiomas a través de un servicio de tele-traducción”. ¿Y cuáles son esos otros 39? Algunos de nuestro entorno geográfico más cercano, como son el neerlandés, el danés o el polaco. Otros, de territorios más lejanos y de familias lingüísticas que poco o nada tiene que ver con la nuestra, la indoeuropea. Por ejemplo, el yulá, que procede de Burkina Faso, Costa de Marfíl y Mali, en África Occidental; el tetun, que tiene su territorio natural en Timor Oriental, en el sudeste asiático; o el lingala, que se habla en África central, en la República Democrática del Congo y en la República del Congo.
Dos docenas de lenguas diferentes en las calles de Andalucía, más de medio centenar de lenguas en un servicio público de ámbito estatal. Si la lengua, el idioma, es el mayor y mejor patrimonio colectivo del ser humano, tenemos un país en esto riquísimo, sin duda.