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Liao Yiwu, el poeta de la plaza de Tianamen y el cronista de la otra China

EFE

Berlin —

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La vida de Liao Yiwu está marcada por la masacre de la Plaza de Tianamen, tras la cual pasó a ser un disidente político. Ahora vive en Alemania, donde puede escribir “con tranquilidad y predecir la desintegración del imperio chino”, dice a Efe con motivo de la edición en español de uno de su libros.

Antes del 4 de junio de 1989, cuando las fuerzas de seguridad chinas aplastaron la manifestación estudiantil de la Plaza de Tianamen, Liao era una especie de hippie, marcado por la generación beat estadounidense y sin ninguna opinión política.

“El movimiento estudiantil en China en 1989 me interesaba poco”, rememora Liao en su exilio berlinés, en una entrevista concertada con motivo de la aparición de la edición española de su libro “Por una canción, cien canciones” en la editorial Sexto Piso.

Sin embargo, un día antes de la masacre de la plaza de Tianamen Liao escribiría un poema, “Masacre”, que retrospectivamente, resulta casi profético y que lo convertiría en un disidente político.

“Escribí el poema hacia el medio día del 3 de junio. Ya percibía la tensión en el ambiente y empecé a temer lo que iba a pasar viendo los reportajes de la BBC”, dijo Liao.

El poema, que empezó a ser difundido en un vídeo entre el movimiento estudiantil, llevó a Liao a la cárcel, donde estuvo hasta 1994 y vivió una experiencia infernal que es la que relata en “Por una canción y mil canciones”.

De la lírica, marcada por la vanguardia, Liao había pasado a convertirse en un testigo de la historia a lo que contribuyó un encuentro con el viejo poeta disidente Liu Shue a quien buscó después de salir de la cárcel en busca de consuelo.

“Después de salir de la cárcel -explicó Liao- estaba muy deprimido. Casi todos mis amigos me habían dado la espalda, los únicos que seguían teniendo contacto conmigo eran los policías”.

En ese estado, buscó a Liu y entonces el viejo poeta le dijo que aprendiera a asumir su experiencia carcelaria como un tesoro.

“Otros han muerto en la cárcel -le dijo Liu- Tú estás vivo y puedes contarlo”.

Hoy, Liao dice que su venganza de algún modo es estar vivo. “Sí, mi hermosa venganza es estar vivo -dice- Ahora vivo aquí en Alemania donde puedo escribir mis libros con tranquilidad y predecir la desintegración del imperio chino”.

La desintegración del imperio chino es uno de los temas predilectos de Liao y fue el motivo central de su discurso de la recepción del Premio de la Paz de Los Libreros Alemanes en 2012. “Un país que mata a sus niños tiene que desintegrarse”, repite Liao insistentemente en aquella ocasión, evocando a los niños muertos en la Plaza de Tianamen.

“Puede ocurrir pronto y súbitamente como ocurrió en la Unión Soviética pero también puede tardar muchos años”, dice.

En todo caso, la tranquilidad que tiene ahora Liao para seguir escribiendo en el país que lo acogió fue algo que no tuvo cuando decidió contar por escrito su experiencia en la cárcel.

El primer intento se vio interrumpido por una visita policial el 10 de octubre de 1995 en la que el manuscrito fue confiscado. Liao, entonces, escribió una segunda versión, que volvió a ser confiscada. Más tarde, en 1998, algunos amigos le ayudaron a archivar el manuscrito digitalmente, en disquetes que eran depositados en diversos lugares dentro y fuera de China.

Sus amigos que leyeron el manuscrito le dijeron que debía ser publicado como una especie de enciclopedia de las cárceles chinas y lucharon por el libro que luego fue acogido en occidente de una forma que Liao dice ahora que le sorprendió mucho.

El destino de Liao fue el destino de muchos después del 4 de junio de 1989 que terminaron en las cárceles chinas tras los acontecimientos de la plaza de Tianamen que no olvidan ni los parientes de los muertos ni aquellos que estuvieron presos acusados de disidencia.

Al relato de su experiencia carcelaria siguieron libros de crónicas y entrevistas, recogidas en una peregrinación por diversas regiones de China que hizo ganándose la vida como músico callejero. Su intención era contar la historia de una China distinta a la China oficial.

Todo, en la obra de Liao, sigue marcado por 1989, ese año histórico en el que a la masacre de Tianamém siguieron las revoluciones pacíficas en el este de Europa y la caída del muro de Berlín.

Liao cree que si las revoluciones pacíficas no se reprimieron, fue porque el mundo ya estaba horrorizado por la sangre que había corrido en Pekín con lo que para él el 9 de noviembre siempre tiene que recordarse junto al 4 de junio.