Paseando por la Feria del Libro de Madrid, Vicente Baos, médico de familia y profesor universitario, se detuvo frente a la caseta de la Editorial Dilema y se encontró ante una serie de libros dedicados al ámbito de las denominadas terapias naturales.
En el puesto de la Librería Verde, Vicente observó algunos ejemplares, cuyos autores despertaron su interés por ser “extranjeros y poco comunes”. El año pasado ya se fijó en ellos y este año, al investigar algunos de estos escritores en Internet, descubrió que ni su nombre, ni su profesión, ni su nacionalidad se correspondía con lo que ponía en la portada de los libros de la editorial Dilema.
Tras descubrir la falsedad de algunos de esos autores, este profesor del Grado de Fisioterapia del centro universitario La Salle, adscrito a la Universidad Autónoma de Madrid, compartió su hallazgo a través de su cuenta de Twitter, así como en su blog El Supositorio.
En declaraciones a eldiario.es, asegura que esos libros despertaron su interés “porque era una serie muy vistosa de un montón de enfermedades de todo tipo, de un tamaño muy habitual, con un patrón que se repetía mucho”.
Por ejemplo, el autor señalado en la obra Tratamiento natural del cansancio en el deporte, August Keithley fue, según su ficha de autor en la web de Dilema, “deportista de élite en atletismo” y “se doctora en Medicina Deportiva por la Universidad Pública de Idaho”. Sin embargo, la fotografía es de Ragnar Norum, director de comunicación de la naviera noruega Hurtigruten.
Baos, que es miembro de la Red de Expertos de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, señala que “cualquier científico que haya escrito un libro tiene que tener unas referencias” y que ahí surgió la primera sorpresa: “No aparecía con esos nombres ninguna referencia en ningún lado. Solamente salía la imagen y la ficha de esta editorial”.
Tras destaparse este engaño, eldiario.es se ha puesto en contacto con la editorial en cuestión. Francisco Hernanz, director de Dilema, afirma que esta colección -que salió en el año 2009- se lanzó “como una pequeña broma” y que “a partir del año 2011 se dejó de hacer porque no tenía sentido”.
Sin ahondar en qué tipo de “broma” era la de vender libros bajo autorías falsas, asegura que la colección no llega al 10% de todo lo que edita. “Esta editorial tiene 550 títulos editados, de los cuales 12 tienen o han tenido una imagen equivocada”. Sostiene que muchos de los títulos en cuestión “se van cambiando según se van agotando” y que “quedarán 6 de las 55 patologías de la colección”. Asimismo, afirma que en muchos de ellos ya no aparecen las imágenes de los autores 'fake' “porque se han cambiado las reimpresiones”.
Hernanz dice ser consciente de que “la medicina natural ahora está en el ojo del huracán” y por eso asegura que la editorial da “más prioridad a la colección de ensayo literario, a la de poesía y la de Historia Antigua”. Además añade que “la intención de la editorial es cambiar” las fichas de los libros y que después de la Feria del Libro toda la web será revisada.
Otro ejemplo de la controvertida colección que destaca Vicente Baos es el del libro Alimentos energéticos, física cuántica y nutrición humana, de Rothgar Levine, en cuya ficha de autor de la editorial Dilema es descrito como “un destacado investigador en el campo de la nutrición y de los alimentos medioambientalmente equilibrados”, estudió en la Universidad de Rochester, y después fue contratado por la Universidad Búfalo “para codirigir el recién creado departamento de Nutrición aplicando los principios de la Física Cuántica”. No obstante, la imagen que aparece en la web corresponde a Rådmann Ola Stene, un concejal del municipio noruego de Levanger.
Baos -que es autor de libros como Sin Receta. La automedicación correcta y responsable, además de numerosos artículos científicos- también señala el caso del autor del libro Tratamiento natural de la otitis, presente entre las obras que aparecen en la ficha de autor de Adolfo Pérez Agustí, pero en cuya portada el autor señalado es Renan Gerry, licenciado “en medicina por el Community College de Rhode Island”.
“¿Se puede escribir con pseudónimos? Sí, pero esto ya va un poco más allá”, reflexiona Baos. En su opinión, “hay un salto cualitativo, que es que se inventan un currículum para darle renombre” al autor. “En otros casos, utilizan la imagen de una persona suplantando su identidad. Eso es lo que hay que destacar y sacar a la luz, porque es claramente una tomadura de pelo”.
No Sin Evidencias: la lucha contra las pseudociencias
Vicente Baos afirma llevar “muchos años en la denuncia de las pseudociencias” y haciendo “divulgación sobre temas de este tipo para que la gente tenga una mayor información”. Desde el Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial de España, del que es miembro, lanzaron un hashtag y una campaña contra la homeopatía llamada “No Sin Evidencias”.
Sin embargo, al pasar por la Feria del Libro, pudo comprobar que había bastante gente comprando este tipo de obras. Sobre por qué estos atraen la curiosidad del público, Baos distingue entre lo que él llama la “saturación del bienestar”, cuando la gente “una vez vive en una sociedad en la que claramente tiene acceso a una medicina científica de calidad”, y una parte “de pensamiento mágico”, por el cual “todavía la gente cree en cosas que no tienen ningún fundamento científico, pero que les parece que les puede ayudar dentro de lo que yo llamo la filosofía orientalista”.
Sorprendido, reconoce que “hay gente que tiene esta mitificación de lo oriental, de lo natural, una incultura científica, en parte” y se reafirma en que “si algo nos ha mejorado, claramente es la tecnología y la ciencia”. Para Baos, “hay una parte de la sociedad muy deslumbrada por estos mitos” que busca “esa especie de vuelta a un estado feliz donde lo natural valía para todo y donde lo natural es la felicidad”.
El presidente de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, Jorge J. Frías, coincide en que “estas supuestas terapias carecen de rigor alguno, por lo que son muy dadas a la inventiva de los escritores, que pretenden satisfacer las ansias de lectores poco exigentes”.
Frías advierte que las terapias naturales “a diferencia de lo que se suele creer, ni son naturales, ni milenarias, ni tienen nada que ver con energías de ningún tipo”.
“Viendo su contenido, que te timen por un libro es lo menos malo que te puede pasar, porque leerlo y seguir sus indicaciones puede llegar a ser mucho peor para la salud”, argumenta el presidente de ARP Sociedad.
La ambición de curar
Baos también subraya la importancia de diferenciar las terapias del bienestar. “Hay que tener cuidado porque tienen ambiciones de curar. Puede llevar a graves errores”. Además, apuesta por una “definición mejor y una regulación de las terapias alternativas: cuáles van hacia el bienestar y cuáles hacia la cura”.
A sus ojos, el interés por las pseudociencias se debe en gran medida a una falta de información, junto con “una especie de simplismo ecológico buenista carente de fundamento que hace que sea ridículo”.
En su lucha contra las pseudociencias y las llamadas terapias naturales, Baos no duda en alertar contra “la charlatanería y la venta de humo en un mundo tan poco científico y tan poco serio que a veces da un poco de miedo”. A su juicio, “hay una parte de iluminación” que habla de conspiraciones de la industria química y las compañías farmacéuticas y que invita a “volver a lo natural”.
No obstante, insiste en que las terapias naturales pueden usarse “para cosas de poca importancia”, pero advierte que “muchas veces la gente tiene la tentación de sustituir el tratamiento de enfermedades graves por estas terapias”.
En relación con esto, pone como ejemplo otro libro de la editorial Dilema: Tratamiento natural de la diabetes tipo 1. El problema que surge radica en que “la diabetes tipo 1 es un déficit absoluto de insulina”, afirma el profesor universitario, por lo que en ese caso “sobra cualquier tipo de terapia natural”. “No existe terapia alternativa, es la insulina. El resto es puro humo”, sentencia.
Vicente Baos apuesta por “conseguir que la gente tenga una mejor formación y conseguir que hagan un uso más racional”, regular desde el Estado las condiciones de uso y determinar quién puede realizar una terapia (si debe ser médico o no). “Hay que informar a la gente para evitar situaciones de alto riesgo y actuar con una medida de salud pública, que pueden limitar la divulgación de algo que sea claramente erróneo o peligroso”, concluye.