Ayanta Barilli (Roma, 1969) espera sentada en una mesa del Hotel de las Letras de Madrid comiéndose un sándwich. Es bien entrada la tarde, pero así son los primeros meses del ganador (acomodado en la mesa contigua) y la finalista del premio mejor dotado de las letras españolas. Su novela, Un mar violeta oscuro, fue escogida entre las 642 obras presentadas a la última edición del Planeta, lo que le reportó 150.250 euros y un pase directo a la estantería de lo más leído de estas navidades.
“Esta es la historia de cuatro generaciones de mujeres que vivieron en condiciones sociales difíciles con hombres que no las entendían. Yo soy la primera que decidí liberarme y no repetir la historia”, describió la actriz y periodista en su discurso.
El libro está plagado de referencias a la parte italiana de su familia, la materna, pero también a su padre, el escritor Fernando Sánchez Dragó. Barilli ha encontrado en su excéntrico progenitor el personaje ideal para, por el momento, dos de sus historias. Por eso no le molesta que le pregunten sobre él, aunque necesitaba rendir homenaje a su madre –fallecida cuando ella tenía nueve años– en esta primera novela.
La del Planeta es una promoción frenética, pero no le pilla de nuevas. ¿En qué se diferencia una gira literaria de una actoral?
Esta es la promoción de las promociones, en lo que a literatura se refiere. Es una oportunidad increíble de dar a conocer mi trabajo y, aunque es muy intensa –por eso me estoy comiendo un sandwich mientras hacemos la entrevista– estoy muy contenta y muy agradecida. A Planeta y a los dioses.
Y en cuanto a las diferencias, te voy a ser sincera. Una de las principales es que, con una obra de teatro o una película, el periodista las ha visto. En este caso es hablar con periodistas que no han podido leer el libro porque se acaba de publicar. No se puede hablar de la misma forma.
El libro incluye multitud de referencias biográficas y nombres reconocibles de su familia. ¿Cómo gestionó el tema del anonimato para presentarse al Planeta?
Tuve que hacer un trabajo aburridísimo, que fue cambiar los nombres que pudieran ser claramente reconocibles, el de mi padre, por ejemplo, los títulos de sus novelas a los que hacía referencia y los lugares geográficos. Tuve que releerla con mucha más atención para no meter la pata en esa cuestión. Fue un trabajo duro y necesario para presentar el libro a concurso bajo seudónimo. Luego, al conseguir el finalista, mandé el texto real.
A pesar de los seudónimos, el gran premio ha caído el 78% de las veces en hombres. ¿Sintió el impulso de presentarlo con seudónimo masculino?el 78% de las veces en hombres
¿El 78% de verdad? Bueno, mi seudónimo es el nombre de una persona que está relacionada con mi familia. Fue un guiño al entorno familiar. Y yo creo que cuando eliges un seudónimo es muy importante que no reconduzca a tu verdadera persona. Ahora mismo, con el tema de las redes sociales, es muy difícil que los periodistas no encuentren el rastro.
En el caso de una mujer, si se elige un seudónimo masculino es para que sea absolutamente irreconocible. Me estoy refiriendo a hoy en día. En el Planeta de hace 60 años imagino que habría otras motivaciones.
Su libro se centra en tres mujeres, cuatro con usted, y en sus historias de amor. ¿Teme que lo cataloguen como literatura femenina de forma despectiva?
No tengo miedo de que eso ocurra porque es un efecto incontrolable. Lo de la literatura femenina es una bobada, no creo que debiera ser así. Primero, porque entonces habría que hablar de literatura masculina. Puesto que las mujeres somos las que más compramos y leemos libros, la parte menor debería ser la literatura de hombres y el resto literatura en general.
Y segundo, soy una lectora voraz y he leído libros escritos por hombres y mujeres, sobre hombres, sobre mujeres o sobre lo que fuera. Y nunca me he parado a pensar en que eso influya sobre cómo me interesa una obra. Si todavía estamos estableciendo estas diferenciaciones, es que hay que seguir un poquito más para alcanzar una igualdad en el arte y en la literatura, en este caso.
El presidente de Planeta, José Crehueras, dijo antes de fallar el premio que este año la voz femenina estaría presente. ¿Hay interés real por visibilizar a la mujer o solo responde a un interés comercial?
Está claro que ahora mismo las mujeres, aquí, en este pequeño cachito del mundo, estamos de moda. Nos hemos puesto de moda por razones diversas que no vamos a analizar ahora. Y esto, de pronto, parece un poco oportunista. 'Voy a escribir un libro que trate de mujeres porque ahora interesa'. Yo creo que no es así. Tanto Santiago [Posteguillo] como yo hemos escrito historias donde las protagonistas son mujeres porque se ha dado así.
Lo que pasa es que, a la hora de vender un producto, en este caso un libro, siempre tendemos a catalogarlo. Etiquetarlo. Eso por un lado. Y por otra parte se está dando algo muy hermoso que es la recuperación de las figuras históricas femeninas, que han sido silenciadas porque la Historia solo se ha contado desde el punto de vista masculino. Simplemente creo que se está yendo hacia ese foco porque es un camino menos transitado donde hay auténticos descubrimientos.
Habla en la novela de una “maldición” romántica en la que las mujeres eligen a hombres que no las saben amar. ¿Se pueden heredar ese tipo de conductas?
No es que nada de esto sea hereditario, sino que son conductas aprendidas, unas pautas a veces divinas y otras veces diabólicas. Yo soy huérfana, perdí a mi madre cuando tenía nueve años y me quedé sin referencias de mí misma.
Entonces, era muy importante reconstruirme a mí misma y analizar cuáles eran aquellos patrones de conducta que se repetían y cuáles resultaban claramente insanos para frenarlos. La única manera de frenarlos es mirar hacia atrás. Antes lo hacía leyendo solo cosas del pasado porque no me interesaba la actualidad. Ahora me interesa más, pero en lo que se refiere a mi escritura sigo prefiriendo recordar.
Asegura que el libro es conciliador entre hombres y mujeres, a pesar de los “hombres que no amaron a las mujeres” de su familia y que da cuenta de la desigualdad.
No es agresiva en absoluto porque yo no lo soy. Es una historia que intenta entender la naturaleza de las relaciones entre seres humanos. Es verdad que las mujeres han tenido una situación histórica absolutamente difícil, pero mi intención era relatar los porqués de algunas situaciones que ahora me resultan implanteables.
Pero hoy siguen siendo planteables: Italia tiene una de las tasas más altas de Europa de feminicidios y es famosa por su desprotección a las víctimas de maltrato. Perteneciendo a ambas, ¿es la sociedad italiana más machista que la española?desprotección a las víctimas de maltrato
Italia ha tenido una política nefasta. Es un país donde la mafia sigue actuando, un país donde hay una falta de atención. Es un país al que yo adoro porque es mi país, pero es cierto que tiene un retraso en ese aspecto. Que hayan tenido a un señor como Berlusconi como presidente del Gobierno tantos años, ya lo dice todo.
La historia que cuento se desarrolla desde 1960 hasta el día de hoy, por lo tanto es un recorrido por la mujer en el siglo XX. Hay muchas similitudes entre España, Italia y en general Europa en lo que a desigualdad de género se refiere.
Ha decidido centrarse en la parte Barilli de su árbol genealógico. ¿Está cansada que de que le pregunten por la parte Sánchez Dragó?
Quizá lo más comercial habría sido escribir algo sobre la rama paterna, la línea española de los Sánchez Dragó. Pero yo necesitaba escribir esta historia porque claro que tenemos más lados. Cuando eres hija de alguien tan célebre como mi padre, pues está claro que te ven solo desde ese lado.
De hecho, le mencionó en el discurso del Planeta. A nivel literario, ¿su apellido paterno le ha abierto puertas o ha resultado una losa?
Depende de las personas y del carácter de los hijos. Para mí, mi padre nunca ha sido una losa. Y eso que tiene una personalidad, como sabes, muy fuerte. Pero no, ha sido un padre amoroso, un padre arrollador, un padre excéntrico y un padre al que hay que aprender a respetar en su peculiaridad. Yo hice ese trabajo sin siquiera darme cuenta, es un trabajo que nace del amor.
De pequeña le seguía a todas partes. De un padre aprendes todo o casi todo: otra cosa es cómo lo apliques. Siempre me ha fascinado su manera de contar las historias, ese anecdotario increíble y el correr aventuras con él. Le he seguido con entusiasmo y me ha dado una visión de la vida en forma de torbellino, de huracán. Yo no soy así, pero indudablemente ha sido un fuego extraordinario.
Los hijos de figuras célebres, como dice, ¿sienten la obligación de humanizar o defender a estos hombres (a veces odiados) delante de los demás?
Me he criado con eso, no me planteo no ser hija de mi padre o que las personas no me pregunten por él. Es más, creo que hay que aprovechar el impulso del enemigo. A algunos hijos les puede resultar más pesado, pero a mí por ejemplo me ha dado pie a escribir sobre él y a convertirlo en personaje. Mi padre es el personaje literario por excelencia. Es decir, coger todo lo bueno de donde no hay y olvidarse de lo malo.
Tuvo un espacio de sexo en una radio conservadora. ¿Ha sentido el prejuicio que se vierte sobre las mujeres que hablan o escriben de ello?
Yo hice un programa de radio sobre sexualidad porque me parecía necesario. Y me apetecía hacerlo todos los días, porque había que hablar y saber. El sexo es cultura también. De hecho, he hablado de cine, de literatura, de erotismo, de sexualidad, de juego, de lo lúdico, de todo lo que ahora se incluye en esa etiqueta de “para adultos” como si fuera algo de lo que avergonzarse.
Pero a la vez me preocupaba mucho verbalizar todo esto sin ser vulgar o poco respetuosa. La sexualidad la han maltratado hasta tal punto que la han vulgarizado, y no debería ser así. Pero sí que he sentido prejuicios. De hecho, ha habido mucha gente que no ha querido venir al programa por el qué dirán. Pero también de gente relacionada con la temática que tenía miedo de recibir un trato injusto. Una vez más, la sexualidad está en una tierra de nadie en la que no nos atrevemos a abordarla.
Sexo sentido, Contigo dentro, Sexo a medianoche, EsSexo...todos son programas llevados por mujeres. ¿Por qué cree que es así?Sexo sentido, Contigo dentro, Sexo a medianoche, EsSexo
Porque quizá una mujer que habla de sexualidad pueda resultar menos agresiva que un hombre. Por lo de siempre, porque estamos metidos en unos clichés que al final son los que ocupan los espacios mentales.
Sin embargo, eso no evita que en ciertas tertulias masculinas no haya ese temor a caer en la vulgaridad. El otro día lo vimos en el programa de la COPE en el que cinco hombres se mofaron del “canalillo” de la vicepresidenta del Gobierno. del “canalillo” de la vicepresidenta del Gobierno
Hay dos cosas: primero, la corrección política exacerbada a mí me aburre. Creo que se puede hablar de un modo jocoso de una cosa u otra sin hacer un caso político o moral del asunto. Me parece que se ha soltado la rosca. Eso, por un lado.
Por el otro, creo que desgraciadamente se da más lo contrario. Puestos a hablar de un modo vulgar, los hombres lo hacen, pero las mujeres también. Se ha vulgarizado mucho, en esta igualdad, para acercarse a ellos. Creo que habría que hacer borrón y cuenta nueva y que nadie lo fuera: ni hombres ni mujeres.