–¿Qué hay en Las Vegas? –preguntó Beth.
–El Abierto de Estados Unidos
Toda la novela de Walter Tevis es una carrera de fondo hacia el descubrimiento. El descubrimiento en todos los sentidos. En The Queen's Gambit (1983), Beth Harmon, la protagonista de esta historia, es una niña de ocho años que averigua en un orfanato de Kentucky que hay un juego de piezas blancas y negras que es capaz de comprender y dominar apenas con la observación. Hallar esta habilidad prodigiosa es lo que le va a hacer superar sus miedos, sus complejos y la falta de su familia.
Después de los primeros hallazgos en el Hogar Methuen, llegan las revistas de ajedrez, la importancia del dinero para hacerse con un tablero propio o para lograr la atención de su madre adoptiva. Asimismo, aparecen en escena los torneos estatales y nacionales, y finalmente la Rusia de los parques llenos de gente jugando al ajedrez y de los grandes maestros de la disciplina.
Tras jugar unas pocas partidas con el bedel del orfanato, el señor Shaibel, la protagonista en seguida se da cuenta de que es capaz de imaginar partidas enteras en su mente y de ganar a casi todo lo que se le pone por delante. En pocas sesiones fulmina a su primer maestro y, un poco más adelante, a todos los chicos de un club de ajedrez de instituto. Si se siente tranquila al acostarse, es capaz de jugar horas enteras en la oscuridad utilizando el techo como tablero.
Después de eso está el desembarco en una casa en la que no hay cuidados, ni cariño, aunque sí una preciosa habitación para ella sola y los consejos vitales de una madre enfermiza, pero realista.
Pero Gambito de dama (Alfaguara, 2021), por primera vez reeditada en español con la traducción de Rafael Marin, es también una historia de soledad, dolor, ansiedad y adicción. La serie protagonizada Anya Taylor-Joy se detiene y ahonda en esto último ya desde las primeras secuencias y olvida, si es que se puede decir eso de una adaptación, de otros temas que Tevis sí trata minuciosamente en una de sus novelas más conocidas, como por ejemplo la superación de los complejos físicos o lo difícil que es a veces hacer amigos y tener a alguien con quien contar.
Walter Tevis fue profesor de literatura en la universidad de Ohio, escribió siete libros, tres de los cuales fueron adaptados al cine con gran éxito: El buscavidas (1961), El color del dinero (1986) y El hombre que vino de las estrellas (1976). Tevis murió en 1984 por un cáncer de pulmón.
La de Harmon es una historia de miseria y gloria. La miseria reflejada en el apartamento de Nueva York de Benny Watts que, aunque es uno de los grandes jugadores de ajedrez del país, no tiene para pagar el alquiler de un bajo oscuro y ruidoso; y la gloria alcanzada por la protagonista, que debe vencer a los maestros rusos y también a las reticencias más rancias de su tiempo.
–¿Cómo se siente al ser una chica entre todos esos hombres?
–No me importa.
–¿No da miedo?
Estaban sentadas la una frente a la otra. La señorita Balke se inclinó hacia delante y la miró intensamente.
Beth negó con la cabeza. El fotógrafo se acercó al sofá y empezó a tomar medidas con un fotómetro.
–Cuando yo era niña –dijo la periodista–, nunca me permitían ser competitiva. Jugaba con muñecas.
[…]
–¿Tienes novio?
–No. Tengo catorce años.
El personaje ideado por el escritor estadounidense, efectivamente, trata de calmar su ansiedad desde niña con 'píldoras verdes' y con alcohol una vez que lo descubre. Pero todo eso no sucede de repente o porque sí. Antes de eso está la muerte de su madre biológica, la inseguridad que siente por su físico o el miedo a no ser querida por las parejas que acuden al orfanato en busca de niñas mucho más jóvenes que ella para adoptar. Lo cierto es que la serie no cae en el simplismo, trata todos los temas que propone Tevis en su novela, aunque con menos profundidad. Pero hay algo que sí modifica y es que, desde el principio, la niña es descrita como una persona poco agraciada que siente una gran inseguridad por eso mismo y esto no sucede en la serie. La escritora Sarah Miller en su crítica para The New Yorker calificó esta circunstancia como el error fatal de esta adaptación.
Desde los primeros compases del libro se sabe que Beth no es una persona atractiva físicamente. Su amiga Jolene la describe así al comienzo: “Eres la niña blanca más fea del mundo. Tu nariz es fea y tu cara es fea y tu piel es como papel de lija. Eres una puta basura blanca”. Tevis hace comentarios una y otra vez en este sentido, seguramente para provocar que el lector se haga a la idea de que la niña está incómoda con esa condición y lo que le da la verdadera seguridad con el paso de los años es el ajedrez y todos los logros que consigue casi de manera autodidacta. Townes, un jugador de ajedrez al que Harmon adora, y Jolene, hacen hincapié en eso. Cuando Harmon empieza a ganar y a aparecer en las revistas, comienza a estar radiante. El ajedrez la transforma y consigue salvarla de todo.
Lo mejor de la novela son las descripciones minuciosas de las partidas, los diálogos y la manera en la que el personaje crece a la vez que lo hace su juego.
Gambito de dama es un ejemplo perfecto de cómo el cine, en este caso las plataformas de moda, beben directamente de historias curiosas ya escritas a la hora de crear nuevas propuestas y de llegar a un público de masas. La historia de Tevis funciona a la perfección dentro del macrodiscurso seriéfilo de Netflix y ha pasado de ser un libro de culto para los grandes ajedrecistas a un fenómeno mundial.