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Diez libros por los que Philip Roth se merecía el Nobel de Literatura

“Al irme a la cama por la noche, sonrío y pienso: 'He vivido un día más'. Y otra vez es sorprendente despertar ocho horas después y ver que es la mañana del día siguiente y que sigo estando aquí. 'Sobreviví otra noche', lo cual me hace sonreír un vez más”, admitió hace unos meses Philip Roth en una de sus últimas entrevistas con The New York Times.

Roth ha muerto sin haber recibido el premio que más ansiaba del mundo. El Nobel fue su gran cita pendiente, la que le daba plantón año tras año pese a ser un eterno de la lista de sospechosos habituales. Era tal su obsesión con el galardón sueco, que cada octubre viajaba hasta la oficina de su agente y esperaba la famosa llamada de la media hora previa a anunciar el ganador. Cuentan que cuando Mo Yan ganó en 2012, montó en cólera y sus gritos resonaron hasta en el Upper East Side. Un mes después, se retiró de todo tipo de actividad literaria.

Él decía que se lo hubiesen dado si El lamento de Portnoy se llamara El orgasmo bajo el capitalismo rapaz. Que a su obra le sobraba la ironía y le faltaba el idealismo que tanto gusta en Suecia. Sin embargo, otros más ácidos afirman que no lo consiguió por su fama de misógino y cascarrabias, e incluso hay quien apela al antisemitismo sueco para justificarlo.

Muchos fantaseaban esta mañana con que, de no ser por la gran crisis de imagen que azota a la Academia Sueca y por la que dejarán desierto el próximo premio, 2018 habría sido el año de Philip Roth. En cualquier caso, su trayectoria bien se merece, si no un Nobel, una condecoración digna de quien supo retratar los vicios de un país, su machismo, sus ideales y el rechazo a esos mismos ideales con metáforas y maestría. Aquí va una decena de obras que lo demuestran.

1. Goodbye, Columbus (1959)

Goodbye, Columbus

Es la primera obra del, por entonces, joven Philip Roth. En ella ya dejaba constancia del tono y los recursos posteriormente convertidos en claves habituales de su narrativa, como el sarcasmo y su capacidad para transformar las situaciones serias en parodias.

Este proto-Roth se inauguraba con una novela corta, Goodbye, Columbus, y cinco cuentos: La conversión de los judíos, Defensor de la fe, Epstein, You Can't Tell a Man by the Song He Sings y Eli, el fanático. Todos ellos centrados en la misma temática: la comunidad judía.

De hecho, Goodbye, Columbus, como si de La dama y el vagabundo se tratara, explora la relación entre poderes a través de un romance entre personas de diferente clase social. Por un lado está Neil Klugman, que hace de narrador del relato, y por otro Brenda Patimkin, que procede de una familia adinerada. La historia, además, tuvo una decente adaptación cinematográfica en el 69 dirigida por Larry Peerce, que incluso llegó a estar nominada al Oscar a mejor guion.

2. El teatro de Sabbath (1995)

El teatro de Sabbath

En esta etapa tardía, muchos se resignaron a aceptar que los años buenos de Philip Roth habían quedado atrás. Hasta que llegó esta perversa novela y puso patas arriba a la crítica por su sexo explícito y el tufo machista que emanaba su protagonista, el titiritero Mickey Sabbath.

Más allá de su barniz grosero y libertino, El teatro de Sabbath trata de forma mordaz la muerte, los fracasos y el complicada vida erótica de un cuerpo sexagenario y artítrico.

También es una de las favoritas del propio autor, como confesó a The Wrap. “Aunque mucha gente la odia, no es por eso por lo que soy partidario”, dijo irónico. “Rebosa libertad. Eso es lo que buscas como escritor cuando trabajas: tu propia liberación. Perder la inhibición para profundizar en tu memoria, tus experiencias y tu vida, y así luego encontrar la prosa que persuada a los lectores”, describió. Y El teatro de Sabbath es justo eso, una pérdida total e irremediable de la inhibición.

3. El lamento de Portnoy (1969)

El lamento de Portnoy

No importa que saliera hace 49 años. El lamento de Portnoy es una de esas lecturas que, como El guardián entre el centeno, continúa de actualidad por mucho que pase el tiempo. Como afirman en The Guardian, fue catalogado por la crítica como “uno de los libros más sucios jamás publicados”, una etiqueta que acabó siendo un incentivo más que un problema: se convirtió en un bestseller y apareció entre las 100 mejores novelas inglesas entre 1925 y 2005 seleccionadas por Time.

El protagonista, Alexander Portnoy, es un joven judío de clase alta que acude a su analista para describir ciertas etapas de su vida. Gracias a esta premisa, Philip Roth se permitió escribir una novela en forma de monólogo para, además, utilizar un lenguaje atrevido y en algunos casos tachado hasta de pornográfico A pesar de ello, el sexo sirve de excusa para explorar otros temas, como la identidad o la cultura, en los que Portnoy no resulta ser el ejemplo más indicado.

4. Nuestra pandilla (1971)

Nuestra pandilla

Esta es una de sus novelas más marcadas por los recursos de la caricatura y la sátira para denunciar la política de Richard Nixon. “Exagerada, injusta, insípida, inquietante, lógica, tosca y muy divertida”, la califica The New York Times, para posteriormente añadir que, en resumen, se trata de “una obra maestra”.

El argumento se centra en Trick E. Dixon, una parodia del por entonces presidente de los Estados Unidos. Pero no es el único. A lo largo de toda la historia, aparecen personajes reconocibles vinculados con un gobierno que parece carecer de toda lógica. Como reflejo de ello, la decisión aprobar una ley para extender el voto a aquellos bebés que ni siquiera han nacido.

5. La visita al Maestro (1979)

La visita al Maestro

La visita al maestro es punto de partida para la trilogía Zuckerman encadenado, centrada en la condición de ser judío en los Estados Unidos.

Nathan Zuckerman, uno de los álter ego de Roth, es un escritor recién iniciado que no termina de encontrar éxito en la industria y cuya dedicación a la escritura resulta molesta tanto para su familia como para la comunidad judía.

A pesar de ello, tiene oportunidad de visitar al maestro al que se refiere el título de la publicación: E.I. Lonoff, un reconocido autor que vive como un monje dedicado plenamente a su oficio. Además, está su asistente Amy Bellette, que llega a Estados Unidos después de sobrevivir al Holocausto. Es el personaje más misterioso de todos, y Zuckerman, en sus delirios nocturnos, incluso llega a pensar que se trata de Ana Frank.

6. Pastoral Americana (1997)

Pastoral Americana

Parece difícil de imaginar ahora, pero la época de mayor escepticismo hacia la obra de Philip Roth fue justo la que dio a luz sus grandes éxitos de crítica. Justo después de El teatro de Sabbath, el escritor publicó la obra que le mereció el premio Pulitzer, las loas de sus compatriotas y el reconocimiento a nivel mundial.

En ella, la vida del pluscuamperfecto Seymour “el sueco” Levov, estrella del atletismo y exitoso hombre de negocios, se tuerce cuando su hija Merry pone una bomba en una oficina postal.

De nuevo, esta epopeya cotidiana es una de las favoritas del propio Roth. “Quería escribir sobre un hombre convencionalmente virtuoso. Estaba harto de Mickey Sabbath y quería ir al otro extremo del espectro. Creo que el libro funcionó, me permitió escribir sobre la década más poderosa de mi vida, los años 60, y la misma turbulencia doméstica de aquellos años”, explicó. Una bofetada llena de minuciosos detalles al gran sueño americano.

7. Me casé con un comunista (1998)

Me casé con un comunista

Esta novela conforma la segunda entrega de la llamada Trilogía Americana, pero fue acogida con frialdad por la crítica. Puede que por suceder a su fantástico Pulitzer, por no estar a la altura narrativamente, o porque había una intención clara de venganza hacia su exmujer, Me casé con un comunista no es una de las más queridas. Pero sí resulta imprescindible para completar el triángulo.

Cuenta la historia de Eve Frame, una conocida actriz radiofónica y de cine mudo, que publica un libro contra su marido, en plena caza de brujas de McCarthy, titulado Me casé con un comunista.

Él, afamado locutor de radio, pierde su trabajo de forma inmediata. El narrador de la historia es de nuevo el álter ego de Roth, Nat Zuckerman, a quien se la cuenta años después un antiguo profesor suyo que resulta ser el hermano del locutor. Sin tener una intención política clara, a pesar de situar los hechos durante el mccarthismo, esta novela funciona mejor por sus personajes que por su ideología.

8. La conjura contra América (2005)

La conjura contra América

Si la segunda parte de la Trilogía Americana no fue recibida con demasiado entusiasmo, este broche fue lo que Roth necesitaba para recuperar el lustre de sus tres relatos. La novela sigue las visicitudes de la familia Roth durante el mandato del “trigésimo presidente de los EEUU”, Charles A. Lindbergh, justo después obtener una victoria ficticia sobre Franlin Roosevelt en los comicios de 1940.

El nuevo presidente, famoso por sus discursos antisemitas con los que atemorizaba a las familias de origen judío como la de los Roth, cierra un “acuerdo cordial” con Hitler para retirarse de la guerra y perseguir también a sus ciudadanos judíos.

Roth se inspiró en su infancia y en algunos de los senadores republicanos más radicales de los años 40 para dar forma a este terrorífico relato. Ya en su biografía Los hechos, el escritor narró las tensiones raciales y antisemitas que formaron parte de su niñez en Newark, donde se sucedían los ataques a los menores de su vecindario simplemente porque eran judíos.

9. Elegía (2006)

Elegía

Como indica el título original de la obra (Everyman), el protagonista es un hombre cualquiera cuya vida no está marcada por los éxitos ni por los grandes reconocimientos, sino por lo insustancial de su existencia. Al igual que otros referentes como Crónica de una muerte anunciada, Elegía comienza directamente por el final: confesándonos que quien vamos a conocer termina muriendo.

A pesar de ello, como ocurría con García Márquez, lo interesante de la historia está más en el trascurso y en los detalles que en su propia conclusión. Porque el publicista de 60 años que descubrimos página a página es en realidad el reflejo de alguien que se enfrenta a la muerte. También, mediante largas visitas a cementerios, a la necesidad de contemplarla con sus propios ojos. Pero no por miedo o morbo, sino por reflexionar sobre un lugar señalado como próximo destino.

10. Némesis (2010)

Némesis

La humillación (2009) fue una novela que tacharon de simplista, ridícula e incluso ofensiva. Muchos apuntaron entonces a la decadencia del autor: “Es la fantasía sexual de un anciano vestido con el atuendo de la literatura”, recogía The Guardian. Sin embargo, con Nemesis todo cambió.

La que finalmente se ha convertido en su última obra fue catalogada por The Telegraph como “una de las mejores sorpresas de la literatura moderna”. Una marcada por su tono oscuro y atormentado que, paradójicamente, devolvió la luz a su retórica.

En ella, cuenta la vida de Bucky Cantor, un joven profesor de física recién asolado por la angustia y la desgracia: su madre murió en el parto, su padre es un ladrón del que no sabe nada y la comunidad judía de Newark en la que vive está afectada por una gran epidemia de polio.