La idea del dinero como un dios que gobierna el mundo es antigua. En el Nuevo Testamento tenía nombre propio y sonaba ostentoso: Mammón, representación de la avaricia por las cosas materiales. Para Shakespeare el oro era tan omnipotente como un dios porque, como decía en Timón de Atenas, “vuelve bello lo feo, justo lo injusto, noble al infame y joven al viejo”. Incluso un sátiro como Ambrose Bierce hablaba también en términos religiosos cuando decía en su Diccionario del Diablo que el dinero era “una bendición divina sin utilidad hasta que la perdemos”.
De todos ellos, quizá nadie trató tan bien la idea como lo hizo Karl Marx, y de muy joven. A los 25 años escribía en cualquier trozo de papel que encontraba y reflexionaba sobre toda lectura que caía en sus manos. Si eran además libros de pensadores burgueses como Adam Smith o Hegel, las ideas brotaban desenfrenadamente hasta llenar decenas de cuadernos enteros a mano. De aquella época se conservan los Manuscritos económicos y filosóficos 1844, conocidos como Cuadernos de París por haber sido escritos en bares y bibliotecas de la capital gala.
La obra, considerada como un boceto del pensamiento de Marx sobre la economía, acaba de resucitar de la mano de Maguma, nombre artístico del ilustrador Marcos Guardiola, joven artista curtido entre las páginas del Reader’s Digest, Diagonal Periódico o Yorokobu, entre muchas otras cabeceras. Este homenaje moderno reflexiona sobre el concepto que acuñado por Marx: El Dios Dinero, un monstruo que nació de aquellos apuntes y que hoy nos sigue acechando, sin saberlo.
De India a París: un fenómeno universal
“La idea del dinero como un animal nacido de la misma codicia de la que hablaba Marx, conecta muy bien con el mundo contemporáneo”, cuenta Maguma a eldiario.es. “Aquellas palabras las escribió cuando era muy joven, y son ideas muchas veces desordenadas y fugaces pero que traídas al contexto actual tienen una vigencia apasionante”.
Por los textos de Marx el tiempo pasa de otra manera. Algo que se nota cuando uno bucea en las páginas desplegables de El Dios Dinero que en España ha publicado Libros del Zorro Rojo. Sus imágenes alucinadas aluden a una poética sin tiempo ni concierto. A una pesadilla sin fronteras y de carácter universal.
De hecho, esta obra nació lejos de Madrid, donde trabaja actualmente su creador. Fue concebida en Chennai, estado del sur de la India y región donde había sido invitado por una pequeña editorial llamada Tara Books, a crear un álbum ilustrado que uniese arte y política, que hablase de problemas globales. “Se trataba de un proyecto editorial que además era también social”, nos explica Maguma. “Este proyecto lo conforma una organización sin jefes que monta talleres de serigrafía para gente de zonas rurales sin medios ni trabajo. Para ellos, cada libro tiene un fin social”.
Con los textos del filósofo como lectura de cabecera, el ilustrador empezó a mezclar ideas pre-marxistas con potentes imágenes de la vida de contrastes hindú que le impactó profundamente. “La cultura india tiene una imaginería visual brutal. Hay una cantidad de estampas en cada esquina, en cada calle, que es normal que quedara impregnada en las páginas de la obra”, reflexiona el autor.
Así, de los Manuscritos económicos y filosóficos 1844 surgían ideas como la propiedad privada como irrealidad, el dinero como facilitador de la esclavitud y la moneda como sustituto del ego. Y de la estancia en Chennai brotaban imágenes de vendedores tradicionales, cotidianidad local y amable, fábricas sucias y tejedores antediluvianos. El Dios Dinero empezaba a adquirir una forma extraña pero familiar.
Un mapa para viajar por las ideas de Marx
Pero a este homenaje particular a los textos del filósofo le faltaba un orden y un concierto. “En El Dios Dinero subyace la idea de un mapa”, explica Maguma. “Los textos de Marx de aquella época hablan sobre muchísimos aspectos, no solo políticos sino sociales, filosóficos y académicos. Y además están hechos a mano sin un orden lógico”. Del caos, el ilustrador vio la oportunidad de “crear un mapa para entender el concepto esencial: quién es y de dónde surge este dios”.
Así, se fue fraguando la idea de un gran dibujo que amalgamase una historia con planteamiento, nudo y desenlace, pero que a su vez dialogase con los caóticos textos de Marx. Para ello, “construí un mapa visual que reflejara, a su vez, el mapa mental que habitaba dentro de mi cabeza”, explica sobre el proceso creativo que le llevó hasta la definición del retablo desplegable que es este libro.
Así, en lo narrativo, la obra nos lleva a cuestionar el concepto de deidad para derribar sus mitos. Si esta divinidad existía, era algo tan antiguo como la idea de gula, avaricia o abundancia. Tal vez la deidad fuese el mismo pecado original y en lugar de una mísera manzana, lo que Adán y Eva probaron fue el capitalismo.
Su premisa nos plantea un cazador-recolector que, en lugar de arrancar una manzana, decide talar los árboles del Jardín del Edén para poder apropiarse de cualquier fruto que allí se atreviese a crecer. Un acto que desencadena, de forma inevitable, la idea de la propiedad de las manzanas y su consiguiente producción. Y detrás vienen las fuerzas productivas y las relaciones de producción que se encuentran entre los pilares del pensamiento económico marxista.
Con este libro pronto comprendemos que cada página es una alegoría económica, cada imagen puede narrar un episodio bíblico pero también explicar los fundamentos del Materialismo Histórico. Una deidad no es más que un ser supremo que rige nuestro universo, y lo que rige la sociedad capitalista es el dinero.
Maguma construye un viaje que también se preocupa por plantear dudas. Si no creemos en dioses, ¿por qué vivimos bajo el yugo de uno? ¿No será que nos conviene el autoengaño?
Eduardo Galeano contaba en Los hijos de los días que el 14 de marzo de 1883 solamente once personas acudieron al entierro de Karl Marx en Londres. Una multitud de once contando al enterrador. Hoy, en la tumba que resiste en el Cementerio de Highgate, su epitafio sigue sonando revolucionando: “Los filósofos han interpretado el mundo de varias maneras; pero el asunto es cambiarlo”. Tal vez, se pueda empezar por cambiar de dioses.