Habla la nueva poesía en guerra desde Ucrania: “Metáforas que conectan con un estado de alerta”

Carmen López

25 de noviembre de 2024 22:19 h

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Han pasado más de mil días desde la invasión rusa de Ucrania. La casi recién nacida editorial La Tortuga Búlgara acaba de traer a las librerías el título Poesía actual de Ucrania. 11 poetas contemporáneos con traducción de Alina Vrabiy, Khrystyna Rachiy y Antonio Sánchez Carnicero. Una oportunidad de acercarse, de otra manera, a una realidad impregnada de retórica bélica.

¿Puede la literatura ser una herramienta para fomentar la empatía con el pueblo ucraniano? Alina Vrabiy, una de las encargadas de pasar al castellano los poemas, afirma que la idea de la antología es “escuchar la voz ucraniana de una forma cruda y directa”. De esa manera, se aporta “una visión del espíritu ucraniano y la tierra como fuente de energía más allá de las tragedias, opiniones, estadísticas y políticas”, asegura.

“En estos poemas podemos no solo empatizar con el pueblo ucraniano, sino también ver que no se rinden pese a todo y que incluso versos sobre cosas terribles dejan lugar al amor y la esperanza”, declara Khrystyna Rachiy, otra de las traductoras. Ella pone como ejemplo Si me queman la cara de Ihor Mitrov –que contiene versos como “si pierdo una pierna/ me moveré con un bastón estiloso/ claro que no voy a caminar tanto como antes/ ni tanto como ahora/ pero tampoco voy a cargar bolsas pesadas/ y mucho menos bazucas”– porque “el trasfondo de la tragedia queda patente el optimismo del autor”, expone.

Conectar con la segunda generación migrante

En el libro, cada poema aparece en su idioma original –escrito con su alfabeto– y en castellano. Una opción que puede parecer sorprendente si se elucubra sobre cuántos lectores españoles pueden tener conocimientos de ucraniano. Sin embargo, las razones son variadas y lógicas. “Queremos ser fieles al autor y a su timbre original. Creemos también que el lector de poesía es generalmente curioso y valora todos los detalles que hacen único a un libro”, explica Marco Vidal González, fundador de La Toruga Búlgara junto a María Vera Avellaneda.

Además, el editor señala que en España hay grandes comunidades de migrantes del este europeo (búlgaros, rumanos o ucranianos, entre otros). “Parte de ellos, especialmente las nuevas generaciones, tienen por lo general una menor conexión con su otra cultura, y de hecho muchos ni siquiera hablan el idioma, por lo que estas ediciones bilingües pueden ayudarles a conectar con su tierra y a mantener viva la otra lengua. Luego está el caso de los que emigran ya adultos y que aún no dominan el castellano”. Asimismo, desde la editorial han tenido en cuenta a las nuevas generaciones eslavistas para quienes las publicaciones bilingües: “pueden resultar una entretenida forma de practicar la lengua que estudian”, sostiene Vidal.

Escoger a los poetas que participarían en la antología fue todo un reto para él, especializado más en autores búlgaros, ya que en aquel momento apenas conocía la literatura ucraniana, así que tuvo que confiar en los consejos externos. “Tiré de contactos y fui recabando nombres y contactando a los autores, a los que les pedíamos una muestra de diez poemas. Luego, junto a los traductores hicimos la selección final de poemas para la antología”. Los elegidos fueron Lesyk Panasiuk, Iya Kiva, Oleh Kotsarev, Julia Stakhivska, Anna Malihon, Ihor Mitrov, Halyna Kruk, Yuliya Musakovska, Iryna Shuvalova, Andrii Golosko y Olena Stepanenko.

Antonio Sánchez Carnicero, uno de los traductores del libro, considera que lo más interesante de la poesía ucraniana actual es la aportación que hace al imaginario de los lectores. “Metáforas que trascienden lo conocido y que conectan con un estado de alerta, de desesperación, de resignación, pero también de esperanza”, desarrolla. Por su parte, Khrystyna Rachiy, explica que la antología recoge una obra moderna, que “puede ser comprendida por lectores de todas las edades. Ucrania una vez más se ha mostrado europea y popularizando la literatura contribuimos a que ambos pueblos se conozcan más y sean más cercanos”.

El animal de la resistencia calmada

La tortuga búlgara es un animal que existe en realidad. O que, de momento, consigue resistir a los intentos de convertirla en medicina, alimento u objeto decorativo en los diversos territorios de Europa del este en los que habita. Esta especie está hermanada con otra similar que vive en la zona mediterránea. De esa ilusión de supervivencia conjunta en medio del remolino de la modernidad viene el nombre de esta editorial que echó a andar este año con la intención de publicar literatura con poca difusión en España.

“Las llamadas ‘lenguas minoritarias’ esconden sorpresas. El este europeo resulta cada vez más atractivo para el lector español y, como conocedores de esas latitudes, veíamos que había un vacío y gran potencial literario por el que apostar”, cuenta Vidal González, graduado en lenguas eslavas por la Universidad de Granada. Al frente de la editorial también está su compañera María Vera Avellaneda, que estudió Bellas Artes y se especializó en diseño, fotografía y edición. “Nuestra idea es trasladar al lector español voces, noveles y consagradas, de todo el este europeo, aunque con una especial afinidad por las lenguas eslavas y, en concreto, por la lengua y literatura búlgaras”, articula el editor.

Que Bulgaria fuese el punto de partida de su aventura empresarial responde a las vivencias previas de sus fundadores. Vidal González residió tres años en Sofia, donde entró en contacto directo con la lengua y el contexto literario del país. Antes de desplazarse hasta allí, había estudiado búlgaro en la universidad, asignatura en la que se matriculó “por probar” pero que le cautivó casi de inmediato por “la fonética, el desarrollado sistema verbal, la sonoridad. Dentro de las lenguas eslavas, es la más diferente y alejada del resto”, especifica.

Desarraigo, desamparo y represión

Además, en el primer año de carrera asistió a una clase magistral de la famosa escritora Zhivka Baltadzhieva. De esa toma de contacto pasó a la lectura de los clásicos búlgaros traducidos al castellano y cuando se mudó al país, se sumergió en su poesía contemporánea. “Ya en España, el apego y la conexión con la escena literaria búlgara no solo no se ha desvanecido, sino que estoy en continuo contacto con escritores del país”, explica.

El catálogo de La Tortuga Búlgara ya contiene 15 referencias, una cifra nada desdeñable para una editorial con tan poco recorrido temporal. Por el momento, el título que más comentarios ha recibido es Procesión, del escritor búlgaro Kíril Vasílev (1971). “Es uno de los grandes, su enfoque tratando el eterno tema de la muerte es de una profundidad devastadora. Explora temas como el desarraigo, el desamparo y la represión política. Sus versos te dejan sin aire”, dice el editor. Asimismo, señala que Ausencias de Kamelia Panayótova es otro de los más exitosos. “Panayótova explora el impacto del trauma y las heridas familiares en la niñez y nos muestra que la infancia no siempre es un refugio seguro, sino un espacio donde pueden nacer los más profundos desamparos”, concluye Vidal González.

Sin duda se trata de un proyecto atrevido por la singularidad de la literatura que publican y por la preeminencia de la poesía en sus títulos. “Editar poesía conlleva bastante riesgo: las tiradas son mucho más cortas, las ventas dependen mucho de las presentaciones y del círculo de amistades del autor y las librerías suelen relegarla al último estante del rincón”, comenta el responsable. Sin embargo, desde la editorial consideran que este género tiene un recorrido mucho más largo que el de la narrativa porque su lector no busca –o no solo– la novedad sino una obra que le conmueva. Aún así, en diciembre arrancarán con la narrativa con la publicación de dos libros. “Cuaderno azul, una suerte de diario íntimo de Aleksandar Vutimski (1919 - 1943), escritor pionero en Bulgaria en tratar el sentimiento homoerótico en la literatura y Cartas de Omar a su futura esposa, de la escritora búlgara René Karabash (1989)”, adelanta Vidal. Propuestas literarias para recuperar calma en medio de la vorágine, como la tortuga búlgara.