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La ¿imparable? concentración del mercado editorial

Penguin Random House compra Ediciones B / Foto: ANDY RAIN/EPA/lafototeca.com

Lucía Lijtmaer

La rapidez con la que se propagó la noticia obligó a emitir un comunicado. La noticia: Penguin Random House comprará la editorial Ediciones B, lo cual implica la absorción de ocho sellos –B, Bruguera, Vergara, Nova, B de Blok, B de Books, B de Bolsillo y B.cat en catalán– cerrando así la duda sobre el destino de B, que llevaba años en venta.

Se sucedieron las lecturas con respecto a la operación financiera: la compra se ha entendido como un golpe en la mesa para posicionar a Penguin Random House en el ámbito de habla hispana, donde compite con el Grupo Planeta, y gestionar una cartera de best sellers y grandes autores que incluye a P.D. James, Anne Rice o Deepak Chopra.

El comunicado de Penguin Random House, además, daba pistas sobre sus intenciones:

"Con este acuerdo se reforzará las publicaciones infantiles y juveniles y el catálogo de cómic, teniendo el gran privilegio de poder incluir en los catálogos la historieta de manos de autores como Francisco Ibáñez con sus míticos personajes Mortadelo y Filemón, el TBO, o los Simpson, o personajes infantiles como Wally, Zipi y Zape, Capitán Trueno o Súper López. También en el ámbito de libros para público adulto los sellos como Bruguera o Vergara, que han sido artífices de la construcción de la historia de la edición en español"

Así, se hacía hincapié en un elemento: las publicaciones infantiles y juveniles. La incorporación en el catálogo de Mortadelo y Filemón, el TBO, o los Simpson, o personajes infantiles como Wally, Zipi y Zape, Capitán Trueno o Súper López se presume como muy rentable. “El catálogo de Ediciones B está enfocado al best seller, al libro popular, de masas, que es lo que seguramente ha hecho que sea tan interesante para Penguin”, analiza Pablo Vicente, autor de Auge y caída de una historieta, dónde se repasa la historia del cómic a través de la editorial Bruguera.

“Es posible que ahora, dentro de un gran grupo, Ediciones B pueda apostar por reediciones más cuidadas y completas parecidas al tomo integral de 13, Rúe del Percebe, o por el rescate de personajes más olvidados y a reivindicar. El coleccionable de quiosco de personajes de Bruguera que sacó hace unos años RBA tuvo sus mejores resultados con los tomos de personajes como Mortadelo o Zipi y Zape”.

Vicente apunta además a otras razones: “Es una forma de que el grupo Zeta pueda sacar adelante el resto de empresas a su cargo. Ediciones B posiblemente no sea una de las editoriales más importantes del sector, pero sabe hacer bien su trabajo y por lo que cuentan lleva una contabilidad saneada. La venta de Ediciones B posiblemente sirva para poder pagar indemnizaciones de despido a trabajadores del Grupo Zeta”.

Coincide con esta idea Enrique Murillo, actual editor de Libros del Lince y que ha trabajado en Anagrama, Alfaguara, Planeta y fue director editorial de Plaza & Janés: “Penguin Random House no necesita los best sellers, para eso ya tiene a Plaza & Janés. Al Grupo Zeta le vendrá muy bien el dinero y a cambio ofrece un trabajo que ha realizado estupendamente, el de la literatura infantil y juvenil y el de la ciencia ficción”.

La imparable escalada de la concentración

Más allá de la noticia, el mapa general se sigue redibujando. Los grandes grupos editoriales se convierten en aún mayores, y para demostrarlo, la cronología: desde los ochenta, cuando Bertelsmann se quedó con Plaza & Janés, o Mondadori con la editorial Grijalbo, hasta la aceleración de ventas de más editoriales independientes a partir de la crisis económica.

Ahí están la compra de Siglo XXI por Akal, De Vecchi en España por Edhasa, la compra de Planeta del 64% del mayor grupo editor en lengua catalana, Grup 62, y quizás los dos más emblemáticos de todos, la incorporación de Tusquets a Planeta y Anagrama al grupo editorial Feltrinelli.

Las fusiones no cesaron y las editoriales se han convertido en verdaderos conglomerados. Para muestra, la compra de Penguin Random House de gran parte de los sellos del Grupo Santillana en 2014: Alfaguara, Taurus, Suma de Letras, Aguilar, Altea, Fontanar, Objetiva y Punto de Lectura fueron comprados a Prisa -dueña, a su vez, de Santillana- por 72 millones de euros.

Y es que las cifras mandan: en España, hay 3.109 editoriales privadas. Una de cada tres editoriales está relacionada con un gran grupo, lo cual afecta directamente a su producción editorial y a la de sus competidores.

Ante los apocalípticos que vaticinan las fusiones como una inmediata dificultad de las editoriales independientes para competir con sus catálogos, Murillo es optimista: “Ese no es el problema de las independientes. Editoriales independientes como Periférica o Capitán Swing venden muchísimos ejemplares, no es un problema de catálogo”.

Coincide Diana Hernández, editora en Turner: “Claro que hay concentración, pero perdóname el lugar común: a mí me emociona que tal vez la cultura haya decidido imponerse con lo mejor a pesar de eso, y que las pequeñas, por ese otro lugar común de que la necesidad obliga, hagan una promoción muy inteligente y bien pensada”.

¿Se achaca entonces a la crisis situaciones que la industria del libro ya ha vivido antes? “Sin duda”, opina Murillo. “Mientras haya editores que piensan y leen, hay sitio para las editoriales pequeñas. Nuestro problema es el posicionamiento en las librerías, que tenemos que luchar con cada libro. Las 'oligarquías editoriales' de los grandes grupos tienen una estructura con la que es casi imposible competir”.

En la actualidad, Penguin Random House edita en el mundo más de 15.000 títulos nuevos cada año y tiene unas ventas de 800 millones de libros.

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