En el año 2019, durante unos meses, era imposible encontrar Lectura fácil en las bibliotecas de Madrid y Barcelona. La novela escrita por Cristina Morales, galardonada con el Premio Herralde de Anagrama y el Premio Nacional de Narrativa, entró ese mismo año en las listas de libros más vendidos y se alzó con el reconocimiento de público y crítica. Sin embargo, su recorrido al otro lado del océano ha sido, por lo general, mucho más discreto.
El caso de Lectura Fácil puede servir como anécdota para reflexionar sobre una de las preguntas planteadas en el marco del I Encuentro de las Letras Iberoamericanas, que tuvo lugar el pasado junio en Madrid: ¿Por qué algunas obras exitosas de la narrativa peninsular no terminan de llegar al gran público latinoamericano? Y un poco más allá: ¿Cómo se percibe la literatura española contemporánea en Latinoamérica?
Para Alexandra Saavedra Galindo, coordinadora de la Cátedra Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana de la UNAM y una de las organizadoras del del Encuentro de las Letras Iberoamericanas, es vital pensar en el boom de las editoriales independientes en la región: “Ahora mismo hay un mar desaforado de propuestas en Latinoamérica”, apunta en conversación con elDiario.es. Saavedra menciona otros factores, con los que coinciden también algunos de los entrevistados: la divergencia de temas entre la literatura latinoamericana y española, las dinámicas de distribución y la percepción, en ciertos círculos, de la literatura española como imposición histórica y política.
“Creo que la literatura española sigue muy anclada en la memoria, en la reconstrucción histórica y familiar, mientras que en Latinoamérica atendemos a conflictos propios como los feminicidios o la migración. En España no hay una escritura de la migración o sobre la migración”, observa esta investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y señala, con relación a la industria editorial, la existencia de lógicas de legitimación por las cuales “muchos autores latinoamericanos deben ser publicados primero en España para ser traducidos al inglés”.
Influyen la divergencia de temas, las dinámicas de distribución y la percepción de la literatura española como imposición histórica y política
“Muchas veces siento que se trata de ir un poco en contra de lo establecido, la literatura de España era algo que tradicionalmente se imponía, es normal que ahora se visibilicen otro tipo de cosas, y más con la gran oferta que existe en Latinoamérica”, opina Lluïsa Matarrodona, coordinadora en México de Anagrama, editorial con sede en Barcelona que desde los años 90 acentuó su interés por América Latina, incluyendo en su catálogo y otorgando el Premio Herralde a numerosos autores de la región.
“El caso de México en específico es complicado en cuanto a cómo se percibe políticamente lo español, y también en cuanto a dinámicas de distribución o el tipo de lector de Anagrama, que es el que acude a librerías independientes de cierta envergadura, que aquí ya suelen ser cadenas y priorizan otro tipo de literatura”, asevera. Autores de la editorial como Sara Mesa, David Trueba, Cristina Morales, Kiko Amat o Irene Solá, que en España tuvieron muy buen recorrido tanto en crítica como en ventas, no terminan de despegar para el público latinoamericano “más allá de círculos concretos”.
“A mí me sorprenden ciertos prejuicios en torno a la literatura española en México”, sostiene el escritor y traductor mexicano Daniel Saldaña París. “No sé de dónde sale la idea de que la literatura española está anclada en un realismo chato y una prosa informativa, es un lugar común entre escritores y escritoras en México. En algún punto tuvo algo de verdadero, pero desde mucho tiempo ya no”, precisa. “La española se ha alimentado tanto del diálogo con las literaturas latinoamericanas que ha ido arriesgándose mucho más, acercándose a otros ritmos y otras prosas. Esa noción ya no se corresponde con la realidad”.
“Para mí, la literatura española no termina de llegar al gran público latinoamericano porque las voces que podrían actuar como intermediarias tienen una imagen de la literatura española no siempre muy positiva”, prosigue Saldaña. “También hay temas muy específicos, como por ejemplo la discusión de la España vacía o vaciada, que tienen poco eco con respecto a problemáticas que se viven, por ejemplo, en México. Aquí hay también un debate en torno a la literatura rural y la urbana, pero en un sentido totalmente distinto, atravesado por la experiencia indígena y temas de identidad y privilegios; son otras discusiones que no se dan en España y por eso hay ciertos temas de los que un lector mexicano se va a sentir muy alejado”.
Puede que la literatura española o, al menos, cierta literatura, haya sido desplazada en los últimos años por el impulso y la diversidad de las literaturas nacionales dentro de América Latina, pero la industria editorial española continúa siendo muy relevante en la región tanto a nivel económico como simbólico; todavía existe un gran componente de legitimación mediante premios o a través de la publicación en España de ciertos autores, tal y como apuntaba Alexandra Saavedra.
No sé de dónde sale la idea de que la literatura española está anclada en un realismo chato y una prosa informativa
Por ejemplo, en un análisis de las dinámicas del Premio Herralde, convocado desde 1983 con el objetivo de “promocionar la narrativa española sin descuidar la literatura latinoamericana”, el investigador Jorge J. Locane incide en la función mediadora de Anagrama con respecto a la jerarquización y selección de la literatura latinoamericana dentro del corpus más amplio de la literatura mundial.
“En la dinámica productiva de Anagrama se pueden ver síntomas marcados de lo que James English ha caracterizado como deterritorialization of prestige (desterritorialización del prestigio). Los valores simbólicos no se producen más en las regiones a los que remiten; que, con la consolidación de la actual fase de la globalización y la concentración editorial, las periferias han reducido su capacidad de controlar sus producciones de significados”, escribe el académico de la Universidad de Oslo. “Esto, en concreto, quiere decir que lo que vale como ‘literatura latinoamericana’, con sus jerarquías intrínsecas, para el mundo no es otra cosa que una construcción diferida de la maquinaria económico-cultural con sede en Barcelona”.
Los autores más jóvenes, el puente
El pasado mes de mayo, la escritora Andrea Abreu se encontró por primera vez con sus lectores de Latinoamérica, primero en la Feria del Libro de Bogotá y después en Ciudad de México para realizar una lectura de Panza de burro, recién publicada en el país de la mano de Elefanta Editorial. Al evento en el Centro Cultural de España acudieron unas cincuenta personas, cifra que, según apuntó Abreu al término del conversatorio, había superado sus expectativas. Semanas después, un número similar acudió al mismo emplazamiento para escuchar a la escritora y filósofa Elizabeth Duval; todavía no ha sido publicada en Latinoamérica, pero su éxito se explica por la gran influencia que tiene Duval en redes sociales.
“Siento que hay una generación de escritores más jóvenes que tienen más relación entre países porque también salen del concepto de lo nacional, aunque sus obras se sitúen en lugares concretos”, opina Matarrodona, coincidiendo con Saldaña en cuanto a la actual diversidad de voces en la literatura española.
Además del puente que generan las redes sociales, la coordinadora de Anagrama México cree que para promocionar a autores españoles en Latinoamérica son vitales los espacios de encuentro físicos como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) o el Hay Festival de Querétaro. No solo la industria editorial da importancia a estas citas; la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID), organismo dependiente del Ministerio de Exteriores, destina partidas presupuestarias anuales para apoyar la presencia de talento español en la FIL y en el Hay Festival, como parte de la estrategia de promoción cultural más allá de nuestras fronteras.
Emiliano Becerril, fundador de Elefanta Editorial, cuenta que Andrea Abreu es la única autora española de un catálogo compuesto por poesía mexicana y por narrativa dividida en continentes, con un enfoque que considera “periférico”. “Siento que Andrea tiene alma latinoamericana”, dice a elDiario.es. “No creo que sea la última española que vaya a publicar, pero sí me interesaba que fuera canaria”.
Becerril se plantea expandir Elefanta Editorial hacia la península, y opina que todavía “vivimos en un contexto en el que la industria española domina el mercado latinoamericano: eso, combinado con el hecho de que el ámbito editorial en España es hiperactivo, quizás genera una especie de blindaje involuntario en España hacia lo escrito en español fuera de España”.
“Además, no sé si haya estructuras muy tradicionales respecto al uso del lenguaje en España. En latinoamérica, nuestro lenguaje está completamente revuelto y alimentado con múltiples realidades, raíces lingüísticas diversas, negociaciones simbólicas”, prosigue el editor. “Quizás esa idea puede espantar a algunas editoriales más tradicionales en España. No lo sé. De todas formas me parece que en España se producen libros de enorme calidad y que hay una diversidad contundente. Cada lugar tiene sus propios ciclos y sus propias respiraciones. Quizás el momento latinoamericano se acerca de nuevo”.
Quizás el "momento latinoamericano" se acerca de nuevo
El éxito comercial de la literatura española en Latinoamérica
Myryam Vidriales, directora de marketing de la editorial Planeta en Latinoamérica, no cree que en la región exista ningún tipo de resistencia hacia la literatura española. “Históricamente, la literatura de España ha viajado siempre muy bien a América Latina. Tan es así que a partir de los años 60 las operaciones de las editoriales españolas en América Latina transitaron a modelos de impresión local debido a la demanda que tenían de libros y a que era insostenible importar”, explica por correo electrónico. “Y muchísimos años, te diría que hasta muy entrados los 80, los autores y libros que venían de España dominaban el mercado literario y el de casi todos los géneros”.
En el ámbito de la literatura más comercial —entendida como la narrativa publicada por grandes consorcios editoriales y con mayor número de ventas—, la literatura española continúa triunfando. “Si hoy vemos los listados de libros españoles más vendidos en todo América Latina, vas a encontrar en el top 10 de todos los países a dos españolas muy distintas: Irene Vallejo, con El infinito en un junco, y Alice Kellen, con novela romántica”, aduce Vidriales. “Y si se amplía la mirada fuera de los top de ventas, encuentras un paisaje en donde aparecen nombres como Rosa Montero, Javier Cercas, Juanjo Millás, Julia Navarro, Almudena Grandes, etc”.
Es mucho más fácil que un lector conecte con los libros que hablan sobre su contexto, afirma Guillermo Quijas, fundador de la editorial oaxaqueña Almadía, que este 2022 abrió una filial en España y ha publicado a autores como el boliviano Edmundo Paz Soldán, la mexicana Andrea Chapela o la colombiana Vanessa Londoño.
“Hay otro componente muy importante, la industria, que selecciona y determina muchísimo cómo se reciben los libros a uno y otro lado del océano. Ojalá uno pudiera saber qué libro escoger, siempre hay incertidumbre y los libros no siempre tienen los resultados esperados”, lamenta. “En la medida en la que se especialice la forma en la que los libros se difunden y se comunican a los lectores según el contexto donde estén, creo que podrá haber mejor calidad de cualquier tipo de literatura. Es lo que me parece valioso, más que pensar en la diversidad de lugares y regiones, pensar en la diversidad de voces”.
Josemaría Camacho, fundador de la librería Casa Tomada, espacio de referencia en Ciudad de México, coincide con la visión de Vidriales al apuntar que “la literatura española ha llegado históricamente al público latinoamericano mucho más que la literatura latinoamericana a España”. “Los grandes consorcios editoriales de literatura en español son españoles, de manera que la distribución siempre ha sido más de allá para acá que a la inversa. Por otro lado, ‘Latinoamérica’ son 30 o 40 tradiciones literarias: lo natural es que tengan más peso que una tradición literaria de un solo país”, expone.
La literatura española ha llegado históricamente al público latinoamericano mucho más que la literatura latinoamericana a España
“La visión de que la literatura española (o europea en general) es más importante es completamente colonialista y, gracias a los nuevos vientos que soplan en nuestro continente, la idea se ha empezado a cuestionar de manera seria. Preguntar por qué la literatura española no llega de mejor manera al gran público latinoamericano es más o menos equivalente a apelar a la noción de ‘racismo inverso’. En todo caso la literatura latinoamericana (que, insisto, es muchas literaturas) tampoco llega como debería al público europeo. Acaso podemos decir que la literatura extranjera viaja en caminos sinuosos y de grava”, sostiene Camacho.
“Creo que la asignatura pendiente para nada es que los autores españoles estén en el mercado latinoamericano”, concluye Myriam Vidriales. “La literatura española está muy sana y muy bien representada en estas latitudes. La asignatura pendiente es que la riqueza y variedad de la literatura latinoamericana se refleje en el mercado español, que sigue siendo muy endogámico, con libreros y editores poco arriesgados, que subestiman a sus lectores y a veces caen en una visión folclórica colonialista de los países latinoamericanos y sus creadores”.