Durante toda una semana de enero de 2009, Noah Cicero (1980) acudió a diario a un restaurante de la cadena americana Waffle House con una bolsa llena de libros. Siempre pedía lo mismo: café, un gofre, dos hamburguesas de salchicha, huevos a la plancha y polenta. Y así se sentaba durante horas y devoraba también un menú literario elegido a conciencia, con poco espacio para las grasas, formado por Hemingway, Scott Fitzgerald, Kerouac, Burroughs, Mailer, Capote, Richard Yates, Sylvia Plath, Hunter S. Thompson y Bret Easton Ellis, entre otros.
Mientras zampaba a lo loco, a veces se reía, otras lloraba y en alguna ocasión acabó borracho perdido. Si alguien le preguntaba al respecto, siempre decía lo mismo: “Estoy metido en una investigación muy importante”. La investigación era la siguiente: Cicero quería escribir una novela capaz de definir a su generación y lo que pretendía descifrar leyendo a tantas vacas sagradas de las letras norteamericanas era cómo escribir otra maldita novela generacional.
El resultado de la investigación es Best Behavior, su sexta novela, editada en EEUU en 2011 y que se publicará en España a primeros de marzo de mano de la editorial Pálido Fuego. Como escribe el propio Cicero en el prólogo, escribir una novela que defina una generación no iba a ser fácil: “Necesitaba tener una generación. Según internet, desde el momento en que mis personajes han nacido todos entre 1980 y 1985, esta es una novela sobre la Generación Y. Hay otra gente que llama a esta generación los millennials. A mí me gustaría encontrar un nombre para mi generación. Siempre ha sido uno de mis sueños”. Cicero apuntó algunas ideas para definirla, que incluía conceptos como estos:
Generación de gente-a-la-que-le-gustan-los-gadgets (Generación Gadget)
Generación que se comunica a través de mensajes de texto
Generación Graduada en la Universidad Pero Sin Trabajo
Generación que ha crecido viendo Porno en Internet
Generación iPod
Generación Los-Cigarrillos-Son-Demasiado-Caros-Así-Que-Todo-El-Mundo-Ha-Dejado-De-Fumar
Generación en la que unos van a la universidad, otros a la guerra y otros sencillamente no hacen nada
Generación Irónica
Y esto es lo que se mueve dentro Best Behavior: una generación de jóvenes tan ausentes y alienados como sus propios padres, como la sociedad en la que les ha tocado vivir; jóvenes descolgados de todo, marcados por el aburrimiento y alimentados a base de fast food, sin estatus social ni dinero, que se comunican entre ellos a través del chat de Gmail. Gente educada para ser “un profesional” en la vida pero que, paradójicamente, y a pesar de haber ido a la universidad, salta de un trabajo basura a otro porque no hay un puesto para ellos en un mercado laboral inhumano.
Ah, y para quienes el sexo real no tiene nada que ver con el que ven por internet, claro. Y por Best Behavior, como casi por todas las novelas de Cicero, se mueve también un protagonista que, aunque pertenece a esa misma generación, tiene algo de marciano: es un escritor joven que mira a los demás sin compasión y que también salta de un trabajo basura a otro porque tampoco se gana la vida con sus libros. Es el propio Cicero.
Su interés por retratar a su generación va más allá de una cuestión estética o de buscarse una coartada frente a los lectores. Cicero es un existencialista, un escritor fundamentalmente político desde su primera novela, The Human War (2003), donde arremete contra Bush, la guerra de Irak y esos norteamericanos que se sientan ante la tele completamente paralizados por el miedo.
Se avergüenza en ocasiones de ser norteamericano y lo que pretende al escribir es poner de manifiesto la hipocresía del sistema norteamericano y su decadencia. Usa a su generación, y también la de sus padres, para ello. Y siente que no tiene nada que ver con lo que hacen otros escritores. También arremete en Best Behavior contra ese tipo de autor universitario y profesionalizado que representan Dave Eggers, Jonathan Safran Foer y demás nombres salidos de McSweeney's, a los que ve como pijos de cafetería.
En toda la obra de Cicero hay una visión durísima del sistema capitalista y de una sociedad actual que ejerce toda su violencia contra los más débiles, una visión que ha terminado de cristalizarse en su última novela, la dura y fantástica Go to work and do your job. Care for your children. Pay your bills. Obey the law. Buy products (editada por Lazy Fascist Press).
Elegida entre los mejores libros del año pasado por revistas como Dazed (que la califica como “novela distópica para la era post-recesión”) y por escritores como Dennis Cooper, su tesis principal es tan clara como descorazonadora: el trabajo se ha convertido en una religión en esta sociedad moderna que nos educa para seguir a rajatabla sus cinco mandamientos: 1. Trabaja 2. Cuida de tus hijos 3. Paga tus facturas 4. Obedece la ley 5. Compra cosas.
Trabaja, trabaja y trabaja
Aquí un par de declaraciones que bien podrían resumir toda esta entrevista, que se ha hecho vía email. “Dios ha muerto en el mundo occidental y no ha dejado nada para que ocupe su lugar. Hemos intentado reemplazarlo con el fascismo o el comunismo pero ninguno ha funcionado. Así que lo hemos sustituido por corporaciones, consideramos a las empresas y sus sistemas de valores como nuestra religión. Acudimos a Apple y a Nike y los adoramos en su altar”.
“Los americanos sienten adoración por la riqueza: se sientan en sus casas mirando embelesados el comportamiento de los más ricos o los más poderosos y así les rinden culto. Los estadounidenses han matado a Dios sólo para reemplazarlo con un reality show y productos elaborados por sus esclavos chinos. Y mientras usan sus MacBooks hechos por esclavos chinos, escriben artículos sobre cómo de malo es el racismo. La humanidad se ha ido a la mierda”.
Que Cicero sea un escritor político es algo que lleva en la sangre, casi literalmente. Youngstown, Ohio, ha sido elegida por Forbes como una de las 20 ciudades más miserables de 2013. La que hace unas décadas era otra floreciente capital centrada en la industria del acero, hoy es un agujero en la tierra que ha sufrido un éxodo de población cercano al 60%.
Allí nació, creció y, previsiblemente, morirá Cicero. “Tres años antes de que yo naciera, en 1977, se cerraron las fundidoras de acero. El Gobierno pudo haber rescatado a las empresas siderúrgicas y, con ello, salvar esta industria en América, pero mantuvo una postura neoliberal de mierda y dejaron toda la zona hecha polvo. En Francia, Alemania y Japón decidieron en parte nacionalizar su industria del acero y mantenerla viva, pero América eligió lo contrario. Así que crecí en una zona destruida por una decisión hecha por el Gobierno federal. Y también crecí en un lugar donde los negros que son pobres no obtienen ningún tipo de ayuda y sufren bajo una inmensa pobreza. Yo mismo soy una víctima de una terrible decisión política”, dice Cicero para hablar de una condición, la de escritor político, que no es tanto una elección como una marca de nacimiento: es ella la que te escoge a ti.
Sus personajes y la propia ciudad son los protagonistas de gran parte de sus historias, amparadas bajo títulos tan
desoladores como The Doomed, The Condemned y Burning Babies. Hablamos de personas infelices y frustradas, en paro o en trabajos basura, que combaten el aburrimiento en el porche de su casa bebiendo cerveza, tratándose a hostias con los vecinos en el bar de striptease local, cuando no son directamente zombis, huecos crackheads. Son personas histéricas, obsesionadas con trabajar para poder tener un seguro médico porque saben que en ello les va la vida.
Están paralizados en su miseria y están fuera de los privilegios que trae consigo el dinero. “Cuando no tienes nada, es fácil recurrir a vicios baratos para buscar la felicidad: cigarrillos, alcohol, drogas, sexo, etc. Cuando eres pobre, el tiempo es entendido de forma completamente diferente. Una persona que tiene recursos y va a la universidad planea su tiempo en cuatro estados: hacer prácticas, conseguir un empleo, ascender en el trabajo, convertirte en jefe en unos diez años. Tienen planes a largo plazo”.
“Pero los pobres no pueden permitirse tener tiempo. El tiempo no les importa, ellos se levantan y sufren, trabajan en un empleo horrible en el que tienen muy pocas posibilidades de ascenso: y nunca serán un jefe porque apenas saben leer, les faltan dientes, tienen problemas para gestionar su ira. O no tienen trabajo, y realmente no les importa nada”.
Sus personajes no pretenden ser, en cualquier caso, ningún tipo de marginados, rebeldes sociales o de personas fuera-del-sistema. “No, no son marginados: nosotros somos la sociedad. El 80% de los estadounidenses sólo son dueños del 7% de la riqueza del país. Mis personajes son verdaderos americanos, los personajes de películas y programas de televisión no son reales. La imagen que el mundo tiene de América es una broma del mal gusto para nosotros, no es real. Piensa seriamente en ello: tienes a 100 personas. Si das 100 plátanos a 20 de ellas, tienen un montón de comida para compartir. Para las otras 80 se quedan 7 plátanos y tienen que compartirlos, lo que hacen es empezar a canibalizarse mutuamente”, dice Cicero.
Cicero es uno de ellos
Tampoco hay una mirada condescendiente sobre lo que ve. No hay compasión. “No los miro con compasión porque soy uno de ellos, no soy un niño rico que mira hacia los que tiene debajo. Tengo que tratar con ellos, cara a cara. He trabajado principalmente en restaurantes y pizzerías toda mi vida, he tenido que lidiar con su comportamiento desquiciado, y actuar de forma desquiciada para poder tratar con ellos. Aún sigo sin dinero y sin trabajo”, aclara.
Para Cicero, los trabajos actuales no aportan nada al trabajador. En concreto, la mujer protagonista de uno de sus primeros relatos, titulado I Clean In Silence, se lamenta de que se mata a trabajar y de que a cambio sólo obtiene dinero por ello. Le pido a Cicero que profundice en esta idea: “La mayoría de los trabajos que nos ofrece nuestra vida contemporánea son inútiles, carecen de sentido y son aburridos. Hasta 1940, casi todos los humanos eran agricultores, cazadores, constructores, obreros y soldados. Y no sólo en Occidente. Estos trabajos daban un cierto significado a la vida humana. Pero trabajar en Pizza Hut, en una oficina como recepcionista o introduciendo datos no hace nada para el ser humano. Es triste, hemos creado un mundo en el que no queremos vivir”.
Ya lo hemos dicho más arriba: Cicero no vive de su literatura. “La gente siempre se sorprenden cuando digo que no gano mucho dinero con mis libros ni escribiendo. He publicado siete novelas y cerca de cien poemas, cuentos y artículos. Y no me han dado demasiado dinero. La gente me pregunta si quiero convertirme en alguien como Stephen King, y luego se sorprenden cuando les digo que no, que no me preocupa lo más mínimo. Ni siquiera me gusta hablar de dinero ni participar en conversaciones sobre Steve Jobs o Bill Gates”.
“Creo que las personas deberían hacer otro tipo de cosas que son importantes, y sólo haciéndolas obtendremos lo que necesitamos en la vida. Ya sea publicando una novela, haciendo senderismo durante 25 kilómetros en un día en el desierto o saliendo con mi sobrino para que disfrute de un día divertido: todo esto significa lo mismo para mí”.
Fue precisamente la búsqueda de una vida mejor lo que le empujó a Cicero a buscar una oportunidad fuera de su país y mudarse a Corea del Sur durante un año, desde marzo de 2012 a marzo de 2013, como profesor de inglés. Luego regresó a Youngstown, sólo para trabajar durante aquel mismo verano como cajero en el Gran Cañón.
Cuida de tus hijos, paga tus facturas, obedece la ley, compra cosas
En las novelas de Cicero, los adultos no son más que niños inmaduros que siguen sin saber hacia dónde dirigir su frustración. Es normal escuchar a sus personajes cómo se lamentan de no haber tenido una comunicación real en sus casas. Y eso en el mejor de los casos. En otros, la ira de los padres se dirige a los más cercanos: insultos y peleas con sus parejas, palizas a los hijos.
“Es casi estadísticamente imposible que ambos padres sean buenos con sus hijos. Generalmente tenemos a uno bueno y a otro que está completamente loco. No sé por qué esto puede ser una sorpresa para nadie. Sólo mira a tu alrededor y sé honesto acerca de lo que ves. Mi versión de la realidad es la verdadera, el mundo está lleno de violencia, de abusos emocionales, de pirados que buscan llamar la atención y lunáticos hambrientos de poder. El mundo tal vez tiene un 20% de población que en un momento dado ha intentado 'ser una buena persona'. El resto, de nuevo, están canibalizándose unos a otros”.
Cicero vuelve escribir sobre lo que ve y sobre lo que vivió en su propio hogar. Su estilo parece la traducción en palabras de un videojuego en primera persona: el lector adopta el rol de protagonista, se mueve por su mundo, observa y vive en su piel una sucesión de pensamientos, conversaciones y monólogos.
“Mi vida ha sido en su mayor parte una lucha, mi padre me pegaba, mi madre es un adicta a los medicamentos, uno de mis hermanos se suicidó, mi otro hermano no me habla, todas las mujeres que he amado me dejaron, así que no hay redención aquí”.
Aunque después de siete novelas, los elementos biográficos se han matizando. “Casi todo lo que he escrito es autobiográfico. Nunca lo es del todo completamente, pero muchas de las escenas y personajes están sacadas de mi vida. Mi nueva novela Go to Work and Do Your Job no lo es tanto: es cierto, trabajé en una prisión durante cinco semanas, pero ninguna de las escenas del libro se ajusta del todo a lo que pasó allí”.
Y no hay peor pecado para el capitalismo que no entender que el trabajo es un intercambio que exige un pago. En este sentido, uno de los personajes de Go to Work and Do Your Job reflexiona de la siguiente manera tras ser penalizado ¡por no cobrar a su vecino por cortarle el césped!: “Nuestra cultura está basada en el propio interés, no en el sacrificio. El sistema capitalista requiere de gente interesada sólo en sí misma, que haga cosas por dinero. Si cualquiera puede hacer cosas gratis, todo el sistema se vendrá abajo. ¿Estás intentando tú destruir el sistema económico de América?”.
Go to Work and Do Your Job puede verse así como una novela sobre las reglas que rigen el mundo y sobre dos personajes, Mike y Monica, que se atreven a desobedecerlas. Y es, por extensión, una novela sobre un sistema que castiga a quien intenta vivir fuera y que intenta reeducar a sus parias, redirigirlos hacia el buen camino, hacia esos cinco mandamientos, en centros penitenciarios donde hasta los empleados son sometidos a una vigilancia extrema a través de cámaras y mediante otras formas de espionaje. “Escribí la novela justo después de la Primavera Árabe y durante las protestas de Occupy Wall Street, donde veía vídeo tras vídeo a la policía usando la violencia contra los protestantes, y sin ningún motivo”.
La novela se plantea si la violencia es la única salida posible a un conflicto de estas características. La violencia del oprimido hacia el sistema entendida como una reacción física. “No sé si la violencia podría resolver la situación. Creo que lo más importante ahora, y el Papa Francisco está trabajando en ese camino, es crear la conciencia de que estamos viviendo de forma equivocada, esta codicia, este crecimiento ilimitado y la destrucción del medioambiente no son la respuesta a nuestros problemas. Tenemos que superar los valores de la cultura corporativa, que son: consumir-consumir-consumir, imponer la austeridad, dejar que los pobres y los trabajadores se coman toda la mierda y permitir que las empresas piensen por ti y te digan lo que debes hacer”.
Cicero continúa: “Yo quiero contribuir a crear esta nueva conciencia, aunque esto desemboque en una protesta épica en diez años que haga caer al poder, en una guerra civil o en una revolución, o incluso en un colapso completo del poder corporativo en el mundo occidental. Tenemos que recordar que diez años después de la Gran Depresión comenzó la Segunda Guerra Mundial, así que algo épico ocurrirá alrededor de 2020, lo queramos o no. Va a haber dos clases de personas en los próximos años: aquellos que están con el Papa Francisco y los que no. Y yo estoy con él”.
‘Alt Lit’: literatura, editores y escritores independientes
Best Behavior no es el único texto de Cicero que este año podremos leer traducido al español. La editorial argentina Interzona también prepara para estos primeros meses del año la recopilación ‘Alt Lit. Literatura norteamericana actual’, en la que Cicero comparte hueco con otros miembros de la generación ‘Alt Lit’ de escritores, como Tao Lin, xTx, Heiko Julién, Sam Pink, Ofelia Hunt, Lily Dawn, Blake Butler, Jordan Castro y Frank Hinton.
Muchos de ellos ya han sido traducidos aquí, como es el caso de Sam Pink, Blake Butler y Tao Lin, gracias al trabajo de la editorial independiente Alpha Decay. También El Gaviero Ediciones publicó el año pasado VOMIT. Antología de poesía joven norteamericana, con piezas de Cicero, Lin y Castro, entre muchos otros. Por ahora, no parece que ningún gran sello esté interesado en ellos.
El volumen de Interzona incluye un texto introductorio de sus dos editores, que también son los traductores, Lola Copacabana y Hernán Vanoli, que pone el acento muy acertadamente en el contexto, en esa “fatiga del imperio” norteamericano sobre la que han crecido estos autores, y que vale para ahondar un poco en la imagen superficial de que la ‘Alt Lit’ es apenas una generación de niños aburridos, alienados y conectados por internet. Que también, eh.
Como dicen Copacabana y Vanoli en su prólogo, hablamos de una generación cuyos “orígenes estéticos pueden remontarse aproximadamente al año 2004, al calor de la corriente llamada 'Nueva Sinceridad', que venía a reaccionar contra la ironía y el cinismo propios de la década del noventa a nivel mundial, y en especial en una nación que se desindustrializaba al mismo tiempo que incurría en una notoria escalada militar como los Estados Unidos, tras haber sido atacada el 11 de septiembre de 2001”, escriben, para resaltar que es imposible entender a estos escritores sin el petróleo y las armas nucleares, sin los republicanos y sin el primer presidente negro, sin los huracanes y sin la crisis financiera. Sin Detroit.
“Hablamos, entonces, de un imperio cuya vigencia puede percibirse con facilidad, cuya industria cultural sigue siendo hegemónica, pero cuya fatiga, y algunas vetas de óxido nacarado, también pueden vislumbrarse a la distancia”. Y esas son las grietas en el sistema por las que Cicero y compañía aprovecharon para colarse.
Cierto: estamos ante una generación que se valió de Blogger, que se drogó delante de YouTube, pero que aquí lo indie o lo independiente tiene un significado clásico: “un rechazo a la cultura mainstream, a la televisión, a la lógica especulativa en lo doméstico y al modelo familiar”. No están vinculadas a la industria editorial, sino a “múltiples plataformas de exhibición y de difusión, tumblrs, blogs, websites, chapbooks o proyectos editoriales como Muumuu House, HtmlGiant, Alt Lit Gossip, Pop Serial, Lazy Fascist y tantos otros sitios personales o escenarios de discusión”.
Desde ellos, y esto es lo importante, “hay una construcción que se opone de manera deliberada al sistema de workshops universitarios, posgrados pagos, residencias zoológicas y revistas engalanadas como la Paris Review o la New Yorker, o a los autores serios, universitarios y mayormente burgueses como Jonathan Franzen, Dave Eggers, David Foster Wallace o Jonathan Safran Foer”. Y se buscan “conexiones entre la literatura y la vida, el deseo de una construcción de vidas literarias”.
José Luis Amores, el editor en España en Best Behavior (que llegará traducido por Teresa Lanero), considera que “la vida es política, entendido el término como la adopción activa de posturas, y ya tenemos bastante borreguismo alrededor como para que además éste plague la literatura. En este sentido, Noah habla a las claras, sin malentendidas elipsis y sin meterse en berenjenales filopoéticos”.
Amores describe a la perfección un sentimiento que tiene todo lector de Cicero: no es que se identifique con lo que lee, es que, a poco que se sincere consigo mismo, corre el riesgo de odiarse igual que odia a los personajes. “En Best Behavior es fácil verse reflejado si somos sinceros con nosotros mismos, si somos capaces de despojarnos de esa gruesa capa de tontería con que envolvemos nuestros actos cotidianos y con la que tan sólo pretendemos darle a nuestra vida una apariencia de normalidad; o fingir que somos buenos, que nos portamos bien”.
Es hora de preguntarle a Cicero por la ‘Alt Lit’. “He sido considerado el padrino de la Alt Lit porque publiqué The Human War en 2003 y aquello fue como un cambio en la literatura. Y porque tuve algunas ideas sobre cómo utilizar internet para hacer llegar tu trabajo a tu público. Pero los chicos que han venido detrás en estos últimos años han sido mejores en esto. Creo que en general usamos un punto de vista minimalista, frases cortas con una cadencia rara, una especie de voz hablada. Es muy diferente del minimalismo de Carver, que no es coloquial sino que es muy estilizado”.
“En nuestro caso, el caos de la voz humana es algo que está siempre ahí. Filosóficamente, creo que el budismo, el taoísmo, el existencialismo europeo y Wittgenstein subyacen en nuestras historias. Y El segundo sexo de Simone de Beauvoir, que creo que ha tenido un resurgimiento, todo el mundo para haberlo leído e inspirado. ¿Editoriales indie, dices? Yo trabajo con ellas porque las editoriales majors no me quieren”.
¿Y algo que decir sobre la sinceridad, sobre esa honestidad brutal de la que todos hablan? “Creo que eso tiene que ver con que soy siciliano, y los sicilianos valoramos la sinceridad o tal vez estemos genéticamente dotados para ella, no sé”.