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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Puigdemont y el rey: ¿volverá a repetirse su foto juntos en el Premio Planeta?

El discurso del president Carles Puigdemont ha puesto a muchos en modo de espera en Catalunya. Pero Planeta no ha querido esperar. Por la tarde, tras la declaración de una independencia en suspenso, el gigante editorial anunció que trasladaría su sede social a Madrid. No necesitaron una DUI definitiva para cumplir lo que llevaban prometiendo desde 2012.

Esta salida no puede compararse a la de CaixaBank, Sabadell o Gas Natural, pues su impacto en la economía catalana es minoritario. No tienen una presión externa ni ciudadana, de momento, que les anime a tomar la decisión. El movimiento del grupo, como dicen fuentes del sector en Barcelona, se puede describir como simbólico o, si se quiere, comercial. El marco es igual de inseguro para todos, pero Planeta llevaba rumiando su huida mucho antes de que Puigdemont pegara el volantazo.

Ahora la pregunta es otra: ¿se repetirá este domingo la foto institucional del Premio Planeta? Los organizadores de la 66 edición ofrecen la información con cuentagotas.

A principios de la semana, diversas fuentes hablaban de traslado o cancelación. Hoy han templado los ánimos, pues aseguran que la gala sigue su curso con normalidad y que tendrá lugar, como siempre, en el Palau de Congressos de Barcelona. ¿Y qué ocurre con los invitados? “Hasta el sábado no tendremos las confirmaciones”, aseguran a este diario.

El año pasado, políticos y realeza dejaron de lado sus diferencias para asistir a la gala de la élite. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, la presidenta del Congreso Ana Pastor, el rey, la reina y el ministro de justicia Rafael Catalá flanquearon a Carles Puigdemont en la foto de familia. Algo invita a pensar que este año no se repetirá tal plantel. 

“Es un premio literario, no político”, insisten entre bastidores para transmitir un aire de paz que no se percibe ni en las calles catalanas, ni en la Moncloa, ni siquiera en el Palacio Real, desde donde Felipe VI lanzó un duro mensaje contra la Generalitat. Cuesta imaginarse al que ha “socavado la armonía y la convivencia” -según el jefe de Estado- cenando plácidamente junto al que, en lugar de intermediar, pronunció un discurso para la guerra.  

La incógnita se despejará el próximo domingo 16 de octubre, cuando conozcamos al sucesor de Dolores Redondo en uno de los premios mejor dotados de nuestro país: 601.000 euros y un contrato con Planeta.

Puede que estemos ante el último galardón celebrado en Catalunya. La crónica de este traslado anunciado se remonta a 2012, cuando el anterior presidente de Planeta expresó su deseo de marcharse de aquel polvorín. Un deseo que cumplieron ayer sus sucesores y que se resuelve con el mayor creador cultural abandonando la región que le vio dar sus primeros pasos.

Un apoyo simbólico a la unidad de España

El componente político en la ensalada de los Premios Planeta es tan importante como el literario. Las ruedas de prensa previas a la gala de celebración siempre cuentan con declaraciones políticas, algo que nunca han evitado los presidentes de la editorial. “La independencia es un mal irreparable para unos y para otros”, sentenció en 2012 el difunto presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara.

Lara instó al “diálogo”, aquella vez entre Artur Mas y Mariano Rajoy, y no tembló al culpar a ambos del “fraccionamiento de la sociedad civil catalana: es responsabilidad tanto de uno como de otro”. Dijo que él no se iría de Barcelona, pero que metería los trastos de su sede social en cajas en dirección a “Madrid, Zaragoza o Cuenca”, porque “se solucione como se solucione, Cataluña saldrá mal”. 

El antiguo presidente del Grupo Planeta solía dirigirse hacia el resto de España como lanzadera al mundo, ya que editan en castellano y para Latinoamérica. “Mi padre se significó de una forma muy clara hace ya tiempo y no soy quién para rectificar lo que dijo”, confirmó la noche del martes José Manuel Lara hijo. 

Según fuentes del sector editorial catalán, su intención no responde a problemas de financiación, en todo caso a una inseguridad comercial. “Planeta tiene un sello, que es Grup 62, que edita en catalán. También será por evitar un boicot como ocurrió con el cava”, afirman.

Sin embargo, el brazo inversor de Planeta (Hemisferio) reconoció el año pasado que había perdido 300 millones por sus acciones en Sabadell, que ha trasladado estos días su sede social y fiscal a Alicante. José Manuel Lara García, consejero delegado de Planeta, mantiene un puesto en el consejo de administración del banco.

Penguin, inmovilizada sin la DUI

El resto del panorama editorial con sede en Catalunya, a diferencia de Planeta, sí que ha presionado el botón de stand by. Antes del discurso de Puigdemont, la casa Penguin Random House,m anunció que “evaluaría la situación si hubiese cambios”. La panorámica catalana cambia a cada segundo, pero quizá no con la sacudida que se imaginaban en el principal sello de nuestro país. 

Hoy han optado por mantener esa posición equidistante y, “si es que hay cambios”, informarán por la vía tradicional del comunicado de prensa. Sin embargo, ayer decían estar acostumbrados a leyes y regulaciones locales, ya que “Penguin opera en muchas jurisdicciones y países diferentes”.

En el otro plato de la balanza, la editorial Blackie Books, que opera enteramente desde Catalunya, no dudó en mostrar su apoyo a la ciudadanía catalana tras el 1 de octubre, secundando la huelga general dos días después. Nunca han manifestado su inquietud respecto a su sede en Barcelona, desde donde “vivimos nuestra diferencia de opiniones con normalidad y aprendemos mucho los unos de los otros”.